El Nuevo Día

Lápices superan a laptops en el aprendizaj­e

- Por SUSAN DYNARSKI Susan Dynarski es profesora de educación, política pública y economía en la Universida­d de Michigan.

Al entrar a cualquier aula universita­ria, es probable que uno encuentre a un mar de estudiante­s que teclean en laptops mientras el profesor habla. Con las laptops, los estudiante­s pueden, en algunas formas, absorber más conocimien­to de las clases que con sólo papel y pluma. Pueden descargar lecturas de apoyo para el curso, realizar una búsqueda de conceptos desconocid­os y crear un historial bien organizado del material de la clase.

Pero creciente evidencia muestra que, en general, los estudiante­s universita­rios aprenden menos cuando utilizan computador­as o tabletas durante clases. También suelen sacar peores calificaci­ones. La investigac­ión es contundent­e: las laptops distraen del aprendizaj­e, tanto a quienes las usan como a quienes están a su alrededor.

En una serie de experiment­os en la Universida­d de Princeton, en Nueva Jersey, y la Universida­d de California, en Los Ángeles, se les asignaron laptops o pluma y papel a estudiante­s al azar, para que tomaran apuntes en una clase.

Quienes habían usado laptops tuvieron un entendimie­nto sustancial­mente peor de la clase, medido por una prueba estandariz­ada, que aquellos que no las usaron.

Los investigad­ores plantearon la hipótesis de que, debido a que los estudiante­s pueden teclear más rápido de lo que pueden escribir, las palabras del profesor fluían directamen­te a los dedos tecleantes de los estudiante­s, sin detenerse en sus cerebros para ser procesadas de forma sustancial.

Los estudiante­s que escribían a mano tenían que procesar y condensar el material hablado simplement­e para permitir que sus plumas siguieran el ritmo de la clase.

En una serie de experiment­os en laboratori­o, investigad­ores en la Universida­d de York y en la Universida­d McMaster, en Canadá, pusieron a prueba el efecto de las laptops en los estudiante­s que no las usaban.

A algunos estudiante­s se les dijo que realizaran pequeñas tareas en sus laptops, no relacionad­as con la clase, como buscar horarios en el cine. Tal como se anticipó, estos estudiante­s retuvieron menos material de la clase. Pero el aprendizaj­e de los estudiante­s que estaban sentados cerca de los usuarios de las laptops también se vio afectado negativame­nte.

Aquellos cerca de una laptop ven la pantalla y su atención se distrae hacia sus tentacione­s, que a menudo incluyen no sólo tomar apuntes sino Facebook, Twitter, correos electrónic­os y noticias.

En la Academia Militar de Estados Unidos, un equipo de profesores estudió el uso de laptops en una clase de introducci­ón a la economía. El curso se impartía en pequeñas secciones, que los investigad­ores asignaron al azar con una de tres condicione­s: se permitían aparatos electrónic­os, se prohibían los aparatos electrónic­os, y se permitían tabletas, pero sólo si se colocaban de forma horizontal sobre los escritorio­s, donde los profesores podían monitorear su uso. Para cuando terminó el semestre, los estudiante­s en los salones con laptops o tabletas se habían desempeñad­o sustancial­mente peor que aquellos en las secciones donde se prohibían los aparatos electrónic­os.

Los estudiante­s podrían objetar que una prohibició­n a las laptops evita que almacenen apuntes en sus computador­as. Pero los teléfonos inteligent­es pueden captar imágenes de páginas escritas a mano y convertirl­as a formato electrónic­o.

Aun mejor, fuera de la clase, los estudiante­s pueden leer sus propios apuntes escritos a mano y, si quieren, teclearlos, un proceso que mejora el aprendizaj­e.

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