El Nuevo Día

Condena no le resta popularida­d

El expresiden­te de Brasil, encontrado culpable de corrupción por la justicia, fue confirmado como candidato presidenci­al

- THE ASSOCIATED PRESS

SAO PAULO.- No cabía un alfiler en el auditorio de Sao Paulo con capacidad para 1,000 personas sentadas y la multitud cantaba con los intérprete­s en el escenario. La expectativ­a fue aumentando a lo largo de tres horas de presentaci­ones y la gente gritaba “¡Lula!”.

Cuando el expresiden­te Luiz Inácio Lula da Silva finalmente se levantó para hablar, cautivó a la gente durante casi una hora. Décadas después de haber entrado a la política, este hombre de 72 años sigue siendo una figura magnética y un fuerte aspirante a la presidenci­a a pesar de haberse confirmado una condena por corrupción.

Este maestro de la política incluso explotó sus problemas legales para presentars­e como un candidato que combate las élites que desean destruir su Partido de los Trabajador­es, el cual se compromete a ayudar a los pobres.

“Nos vendieron la idea de que los brasileños habían contraído una enfermedad grave llamada Partido de los Trabajador­es y que había que deshacerse de este mal”, declaró. “Anestesiar­on a la sociedad brasileña... Pero ahora la gente está saliendo de la anestesia”.

Lula tiene pendientes otros seis procesos por corrupción y podría ser proscrito de las elecciones presidenci­ales de octubre. Es responsabl­e al menos en parte del reciente derrumbe de la economía.

Pero conserva su carisma, sus dotes de orador de origen humilde y encabezó una de las expansione­s de la economía brasileña más grandes de la era moderna. Muchos brasileños, incluso quienes no lo quieren, coinciden en que debe su popularida­d a la ayuda que dio a las masas empobrecid­as.

“Si no lo matan y no lo proscriben, va a ganar”, aseguró Washington Balbino da Silva, portero de Sao Paulo de 43 años que apoyó a Lula en el pasado pero dice sentirse desilusion­ado desde que le radicaron los cargos. “Hizo mucho por los pobres”.

La encuesta más reciente de Datafolha, hecha en los últimos días de noviembre, indicaba que Lula era el favorito para la primera vuelta, con el 36% o 37% de la intención de voto. Y que ganaría una segunda ronda. De hecho, desde que fue hallado culpable en julio, su popularida­d aumentó.

La condena fue confirmada el miércoles por un tribunal de apelacione­s y, teóricamen­te, Lula no podría postularse en los comicios de noviembre. Pero el exmandatar­io tiene todavía por delante varias instancias legales para apelar su condena y el que pueda presentars­e o no podría depender de lo que decida el tribunal electoral.

El poder de Lula es tal que definirá la contienda presidenci­al, se postule o no.

“No importa si lo condenan, si está preso o en su casa, si se inscribe y luego debe dejar su lugar a otro: sin duda Lula será parte de todo esto”, declaró Vitor Oliveira, director de análisis de la consultora política Pulso Público.

El culto de Lula comenzó a gestarse con su emotiva historia personal, que podría ser una metáfora de la transforma­ción de Brasil en las últimas décadas, en que un país atrasado pasó a ser una potencia económica y política.

Nació en una casa de dos cuartos con piso de tierra y sin baño. Empezó a trabajar a los siete años y consiguió empleo en una fábrica a los 14. Se hizo conocido como líder sindical que resistió el gobierno militar de 1964 a 1985. Fundó el Partido de los Trabajador­es y llegó a la presidenci­a en el 2002.

Su victoria conlleva un gran simbolismo: Brasil sufre de una pronunciad­a desigualda­d y los pobres no tienen muchas perspectiv­as de progresar. Los avances políticos de los postergado­s se complican por el hecho de que Brasil siempre ha sido gobernado por una arraigada élite y muchos de los políticos de hoy no conocen las luchas diarias de la mayoría de los brasileños o directamen­te no les interesan.

El gobierno de Lula también coincidió con un período en el que los precios de las materias primas estaban altísimos y permitiero­n un robusto crecimient­o económico.

Si bien no puede atribuirse todo el mérito de los avances económicos de su gestión, una cosa es innegable: compartió los beneficios con las clases bajas y redujo la desigualda­d mediante programas sociales, incluido un subsidio que cubría la comida, la escuela y la salud de la gente pobre.

Una investigac­ión destapó el patrón de corrupción más grande que se conozca. Los fiscales dicen que el Partido de los Trabajador­es fue un componente central de una trama en la que se inflaban los precios de los contratos del gobierno con empresas privadas para pagar coimas.

“De repente, criminaliz­an las políticas que llevamos a cabo”, dijo Lula a la audiencia de Sao Paulo. “Empezaron procesos a partir de mentiras sobre el Partido de los Trabajador­es y sobre Lula”.

“Sin ninguna arrogancia, quiero ser candidato para ganar las elecciones. Nada de bajar la cabeza” LUIZ INÁCIO LULA DA SILVA EXPRESIDEN­TE BRASILEÑO

 ?? Efe / fernando bizerra jr. ?? Lula se alzó ayer oficialmen­te como candidato del Partido de los Trabajador­es, aunque ocurra una inhabilita­ción política.
Efe / fernando bizerra jr. Lula se alzó ayer oficialmen­te como candidato del Partido de los Trabajador­es, aunque ocurra una inhabilita­ción política.

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