La caridad inesperada
En la vida andamos tan ofuscados que muchas veces no nos damos cuenta de lo que pasa a nuestro alrededor. Sin embargo, en diciembre mi familia y yo aprendimos que no siempre es ese el caso.Nos encontrábamos en un conocido mega almacén de productos para mejoras al hogar con la misión de conseguir unas piezas para un generador eléctrico que nuestra familia en la isla nos había encargado. Siendo ignorantes en el tema y sin algún empleado disponible por todo aquello a quien preguntarle, nos tomó un buen rato estudiar cada pieza que allí había, intentando descifrar cuales serían las indicadas.
Mientras estábamos en esas, como caído del cielo se nos acercó un cliente anglosajón quien se encontraba en el mismo pasillo y en inglés nos preguntó si necesitábamos ayuda. Lo habíamos visto, pero no sabíamos que se había percatado de nuestra dificultad, especialmente cuando estuvimos hablando todo el tiempo en español y el señor solo hablaba inglés.
Al principio no lo quisimos incomodar y declinamos su oferta, pero nuestro héroe quien dijo llamarse Jim no se dio por vencido e insistió en ayudarnos, sobre todo cuando supo que las piezas iban para Puerto Rico. Decidimos entonces aceptar su oferta.
Resultó que este señor era un ingeniero eléctrico retirado. Así que, ¿quién mejor que él para ayudarnos en ese momento? Jim permaneció con nosotros el tiempo necesario hasta asegurarse de que encontráramos exactamente lo que necesitábamos.
Ese día Jim hizo un acto de caridad totalmente inesperado, y nos hizo el día. ¡Qué bien se siente cuando alguien sin conocerte se desvive por ayudarte!
Sigamos el ejemplo de Jim. Es bueno saber que de vez en cuando podemos ser un instrumento facilitador en la vida de los demás, incluyendo la de un desconocido.