“Yo era una niña que quería bailar” La primera bailarina puertorriqueña Zulma Berríos pone broche de oro a una trayectoria de tres décadas con Ballets de San Juan
Al repasar sus 30 años de carrera con Ballets de San Juan, tres décadas de llevar su cuerpo al máximo para dar vida al arte que ama, la primera bailarina de esta compañía solo destaca tres pausas significativas: una lesión en el pie izquierdo, el final del embarazo para traer a su hijo al mundo hace 13 años y un sorpresivo diagnóstico de cáncer, pero nada que no pudiera superar. Por eso este fin de semana Zulma Berríos se propone celebrar con intensidad la suerte que ha tenido de interpretar sobre los escenarios el arte que ama, ante un público que la ha visto crecer y en una misma compañía, algo que según Ballets de San Juan es un hecho sin precedente en Puerto Rico. Siente que se enfrenta a un tipo de muerte, pero con la esperanza de encontrar otra pasión equivalente. Se despedirá con cadencia, drama e intensidad .
“Voy a entrar al escenario a disfrutarme estas últimas tres funciones a capacidad y le voy a dar todo al público. Lo mejor de mí va a estar en escena este fin de semana”, aseguró Berríos refiriéndose al espectáculo que tiene preparado Ballets de San Juan hoy, sábado y domingo en la Sala de Teatro René Marqués.
Abrirá el espectáculo con Gottschak Tropical, una pieza que Ana María Castañón coreografió para ella en 2001. “Es bien alegre, rápida, bastante retante en cuestión de estámina y técnica, pero que a la misma vez es inevitable pasarla bien en el escenario”, apuntó.
Luego de presentar Vivaldi, también de Ana María Castañón, Berríos bailará junto al primer bailarín ruso Leonid Flegmatov la pieza Adieu, coreografiado por la directora de Ballets de San Juan, Nahir Medina y en la que Berríos hará su saludo final. “Va a ser muy emotivo”, predice.
También participará junto a los primeros bailarines Bárbara Hernández y Andy Machín en Pájaro de Fuego, de Stravinsky, que según se informó cuenta con un montaje nuevo de Medina que integra un elenco mucho más grande.
“Veo este momento como una celebración de una carrera que me ha permitido vivir apasionadamente, entregada a una de las artes más bellas del mundo, donde he tenido la oportunidad de trabajar con directores, bailarines, coreógrafos que me han dado buenísimas oportunidades en escena. No sé si en algún momento de aquí en adelante voy a encontrar algo que me llene tanto”, comparte la artista que comenzó a cultivar la disciplina a los siete años.
El talento de Berríos por el ballet fue una sorpresa. “Fui la primera en la familia. Esto es algo que yo no escogí, me escogió a mí. Recuerdo que en mi casa ponía música y me ponía a improvisar. Entré a la compañía bien jovencita. No sé si quiero decir la edad (ríe). Fue como a los 13 años. Ballets de San Juan iba a hacer unas funciones del Lago de los Cisnes y del Cascanueces y necesitaban bailarinas para el cuerpo de baile. Me sacaron del cuerpo avanzado de la Escuela”, recordó.
Su primera pieza desde cero con la Compañía fue Julia de Burgos, con coreografía de Ramón Molina. “Julia (la poetisa nacional) fue maestra y yo era una de las nenitas que salía como estudiante de Julia. Al pasar de los años, como esa es una gran pieza en nuestro repertorio, llegué a hacer diferentes papeles hasta que hice el papel de Julia que es uno de los papeles que más uno se vive, es bien dramático y mientras más drama, mejor”, recalca.
A pesar de los sacrificios personales y familiares, Berríos asegura haber disfrutado de una vida por la que agradece particularmente a su madre. “El ballet no es fácil. Es fácil ir a una clase porque te gusta, pero el tener el compromiso al arte y a lo que conlleva todo el trabajo, las horas de entrenamiento, del sacrificio de una vida personal, de una vida social, dejas de salir con tus amigos, dejas de hacer muchas cosas para pasar esas horas en un estudio bailando, entrenando, ensayando y preparándote. Mi mamá (Zulma) siempre me apoyó. Yo era una niña que quería bailar y me apoyó completamente, esperando a que yo saliera a las tantas de la noche de un ensayo para al otro día levantarse temprano para ir a la escuela, se sacrificó yendo conmigo a Nueva
York a los campamentos de verano...”, enumeró.
Berríos fue becada en el School of American Ballet de 1988 a 1990. En 1989 representó a Puerto Rico en las Competencias Internacionales de Ballet en Trujillo, Perú, donde resultó finalista, pero tuvo la oportunidad de desarrollar su carrera en Puerto Rico. “Estudié una carrera corta en hotelería, para tenerla ‘stand by’, para que mi familia estuviera tranquila, pero gracias a Dios nunca me hizo falta”, comentó.
Superó una lesión de tendón en su pie izquierdo que demoró casi un año en recuperar por completo. También del embarazo se repuso y volvió a las tablas. Temió perderlo todo en 2009 cuando fue diagnosticada con cáncer cervical y se le practicó una histerectomía radical, pero eso tampoco la detuvo. Sin embargo, hace dos años comenzó a sentir que el tiempo de retirarse llegaba.
“El cuerpo empezó a hablar. Te das cuenta de que las cosas que te salían naturalmente te empiezan a dar un poquito de trabajo, quizá tienes que pensar las cosas dos veces antes de ejecutarlas. Al prin- cipio estás en negación y después empiezas a aceptarlo, te empiezas a preparar. Podría seguir bailando, pero cada día es más difícil mantener esa consistencia que como primera bailarina uno debe tener, y uno no quiere llegar a ese punto donde esta audiencia que te ha visto crecer en el escenario empieza a decir ‘creo que es tiempo de colgar las zapatillas’. Esa decisión la quiero tomar yo”, describió.
Berríos seguirá vinculada al ballet como maestra y como instructora de pilates. “Como instructora de pilates puedo inspirar a otras personas a cuidarse y, claro, enseñando ballet también porque creo que puedo aportar, de todas estas experiencias puedo inspirar a la generación más joven”, dijo.
Aunque su vida ha girado al ritmo de “El Cascanueces”, “Romeo y Julieta”, “Tarantella y Apollo”, entre otros, no descarta explorar cosas nuevas. “Ahora es que voy a empezar a descubrir muchas cosas de mí. Es un nuevo capítulo y estoy muy emocionada por empezar”, afirmó. Por lo pronto, entre sus clases y las carreras a las clases y los juegos de ‘soccer’ de su chico, tendrá la agenda llena.