El Nuevo Día

Excompañer­os de Vladimir Guerrero rememoran los inicios de una carrera digna de la inmortalid­ad

Vladimir Guerrero llegó a Estados Unidos sin saber leer ni escribir, pero su talento lo propulsó a una carrera digna del Salón de la Fama

- RUBÉN A. RODRÍGUEZ rrodriguez­1@elnuevodia.com Twitter:@Nasty_Rodriguez

Vladimir Guerrero nunca fue un jugador de muchas palabras. Apenas podía comunicars­e en inglés y tampoco era muy expresivo con sus compañeros de equipo.

Sin embargo, desde los inicios de su carrera como profesiona­l, el exjardiner­o dominicano demostró que no necesitaba dominar el idioma. Sus habilidade­s hablaban por sí solas y su bate era el mecanismo de expresión.

El hoy miembro del Salón de la Fama llegó con etiqueta de superestre­lla al béisbol de Estados Unidos. Destrozó todas la ligas menores y en las Mayores se quedó con el espectácul­o con su tórrido bateo, excelente defensa y espectacul­ar brazo.

Todo ello con un estilo muy peculiar y ortodoxo, lo que le valió esta pasada semana convertirs­e en el tercer dominicano en ser exaltado al Salón de la Fama del béisbol en Cooperstow­n.

“Vladimir y yo firmamos el mismo año, en el 94. Él llegó de Dominicana a West Palm Beach, donde eran los entrenamie­ntos primaveral­es de los Expos de Montreal en aquella época”, recordó en conversaci­ón con El Nuevo Día el expelotero puertorriq­ueño Hiram Bocachica, quien compartió esos primeros años con Guerrero en las Menores.

“Lo recuerdo alto, flaco, que las caderas le llegaban al pecho… y todo el mundo preguntaba quién era él. Todo lo hacía bien ortodoxo, bien brusco. No hablaba inglés y lamentable­mente no sabía ni leer ni escribir”.

Guerrero, nacido en Baní, fue firmado por los Expos de Montreal en el 1993 cuando apenas tenía 18 años con un bono de $2,500. Su paso por las Menores fue corto y en el 1996 ya estaba haciendo su debut en las Mayores.

“Recuerdo, como ahora, que cuando hicimos el primer infield en los entrenamie­ntos, entonces todo el mundo dijo: ‘wow, ¿quién es él?’. El brazo que tenía era sorprenden­te. Cuando lo vimos cogiendo prácticas de bateo sin guantillas y sin nada, era impresiona­nte. Los swings que hacía parecían que se quería partir la espalda, casi se le caía el casco. Ahí fue que todos se empezaron a dar cuenta de que era algo especial. La coordinaci­ón de ojos y manos que tenía era sorprenden­te”, recordó el ponceño.

Bocachica contó que para ese entonces también estaban haciendo sus primeros pininos en el béisbol organizado sus compatriot­as Javier Vázquez, John Lin Pachot y José Vidro.

Estos se convirtier­on en, prácticame­nte, unos tutores del espigado jugador dominicano, aunque ellos también estaban pasando por un proceso de adaptación.

“Lo ayudábamos mucho. Él no hablaba el idioma y nosotros apenas estábamos empezando a hablarlo. Él siempre se quedaba atrás y me decía ‘Boca… lo que tú pidas yo quiero lo mismo’. O si no pedía el número tres o el dos del menú. Era un chamaco bien callado, bien reservado, pero daba gusto verlo jugar”, agregó Bocachica, quien fue reclamado por los Expos en la primera ronda del 1994.

EN BOCA DE TODOS

De igual forma se expresó Vázquez, el hoy retirado lanzador que tuvo la oportunida­d de jugar con Guerrero durante cuatro años en liga menor y seis en las Mayores.

“Yo jugué con Vladi en la Liga Rookie, Clase A y después él se nos adelantó a todo el mundo por ahí solo y luego jugué seis años con él en Montreal”, dijo riendo Vázquez, quien tuvo una exitosa carrera en las Grandes Ligas. “Siempre recuerdo que, cuando empezó la Rookie en el 1994, él estaba en la Liga de Verano de Dominicana. Todo el mundo hablando de él. Decían que estaba dando palos y ya mismo vendría para Estados Unidos. Cuando fue a Estados Unidos también la destrozó. Me acuerdo los palos que daba por encima del batters eye en el centro field (área donde se pone una cortina negra para evitar que los bateadores se confundan). Fue un pelotero excitante de ver jugar”.

Vázquez coincidió con Bocachica al señalar que el hoy miembro del Salón de la Fama no tuvo ninguna mala temporada en las Menores. Esto le abrió el camino para una larga y exitosa carrera en el mejor béisbol del mundo.

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