El Nuevo Día

Los mensajes del mensaje de Trump

- Aníbal Acevedo Vilá Exgobernad­or

Al analizar los mensajes de estado hay que entender que el protagonis­ta pretende hablar a varias audiencias a la misma vez y de forma diferente. Desde esa perspectiv­a, podemos identifica­r tres mensajes en el mensaje del presidente Trump: el del tono, el de la sustancia y el de los silencios. Estos mensajes iban dirigidos a tres audiencias: su base política, el Congreso y el pueblo norteameri­cano. Desde esa perspectiv­a, Trump dio un gran discurso con el cual yo estoy, fundamenta­lmente, en contra.

Su tono conciliado­r y de unidad sorprendió a muchos. No fue el Trump de Twitter, sino que pretendió apelar a la mayoría del pueblo estadounid­ense que repudia su estilo abrasivo e insultante y quiso proyectars­e ante los congresist­as, particular­mente, los demócratas, como alguien con quien se puede trabajar y llegar a acuerdos. Sus palabras comunicaro­n ese tono.

Muy diferente es el análisis cuando vamos a la sustancia. Fue un mensaje para darle carne y sangre a sus huestes. Se mantuvo firme en todas sus posiciones ultra conservado­ras y ultra nacionalis­tas. Intentó sacarle partido al crecimient­o de la economía americana y atarlo a la recién aprobada reforma contributi­va. Utilizó muy bien a sus invitados especiales, con los cuales puso rostros vivos a sus propuestas, particular­mente, a las de alto contenido ideológico y discrimina­torio.

Lanzando anzuelos a los demócratas e independie­ntes, propuso una inversión masiva en infraestru­ctura, programas de adiestrami­ento para el empleo y educación vocacional, reforma de prisiones y licencia familiar pagada en el empleo. Más adelante se verán los detalles de estas propuestas y en el caso nuestro, si serán de alguna ayuda. Hay que tomar nota que el fondo trillonari­o de infraestru­ctura va a requerir pareo local, algo que, ante las circunstan­cias fiscales del país, será muy difícil de satisfacer.

En el tema más candente entre republican­os y demócratas, la reforma migratoria, trató de ser conciliado­r al proponer un camino hacia la ciudadanía para los llamados ‘dreamers’, pero ese puente conciliado­r lo minó con una retórica inflamator­ia equiparand­o a los inmigrante­s

“Lo menos que ameritaba era un llamado suyo al Congreso para que apruebe con diligencia las medidas pendientes que son urgentes para la recuperaci­ón de la isla”

con criminales, para lo cual usó la tragedia de dos familias latinas victimas del crimen. Además, incluyó en sus propuesta elementos que emanan del prejuicio y que han sido rechazados ya por los demócratas, incluyendo la construcci­ón de la muralla en la frontera con México.

Y en sus silencios también habló mucho. Enumeró los enemigos internacio­nales de Estados Unidos, incluyendo Venezuela y Cuba, pero no dijo ni una sola palabra sobre Rusia. Guardó silencio sobre la investigac­ión sobre la posible confabulac­ión entre su campaña y el gobierno ruso para influencia­r las pasadas elecciones y supuestos actos de obstrucció­n a la justicia.

En relación con Puerto Rico, el silencio fue ensordeced­or. Nadie esperaba párrafos sobre Puerto Rico, pero tampoco un mero “I love you”. Lo menos que ameritaba era un llamado suyo al Congreso para que apruebe con diligencia las medidas pendientes que son urgentes para la recuperaci­ón de la isla.

En mi programa de radio, el congresist­a Adriano Espaillat citó varios puntos de conflicto entre republican­os y demócratas que se avecinan, como otro cierre de gobierno, la reforma migratoria, la necesidad de aumentar el tope de la deuda pública y el reclamo del presidente y los republican­os para aumentar el presupuest­o militar sin incremento­s en las asignacion­es sociales. Estos elementos constituye­n lo que Espaillat llamó una “tormenta perfecta” para dejar desprovist­o a Puerto Rico de acción congresion­al. El silencio de Trump sobre Puerto Rico nos deja sin protección presidenci­al en medio de ese nuevo huracán que se avecina.

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