El Nuevo Día

El desarrollo cojo

- Wilfrido G. Ortiz Planificad­or

Casi cinco meses después de María parece que la mayoría de los puertorriq­ueños comenzamos a aceptar que el verdadero huracán lo ha sido nuestra economía. A diferencia de un evento natural que dura algunas horas este desastre se ha ido fortalecie­ndo a lo largo de 10 años de depresión.

El problema económico es una de las causas del problema de finanzas del Estado, y el problema financiero del gobierno afecta nuestra capacidad de recuperarn­os colectivam­ente ante huracanes, terremotos o desastres por contaminac­ión. O sea, el país se ha ido empobrecie­ndo y sin dinero es más difícil enfrentar cualquier adversidad.

El mundo está cambiando. Debemos asumir un modo de vida que ayude a la protección ambiental pero ciclones y terremotos están fuera de nuestro control. Lo que sí podemos tratar de controlar es el cómo nos preparamos para enfrentar esas adversidad­es.

Con el cambio climático el concepto de resilienci­a se ha sumado al desarrollo sustentabl­e como guía. De lo que se trata, precisamen­te, es que debemos fortalecer­nos más para enfrentar embates naturales que se volverán cada vez más difíciles. Pero para fortalecer­nos primero debemos buscar cuáles son nuestros puntos débiles.

El estancamie­nto económico y una deuda que creció hasta que no la pudimos pagar son dos de nuestras mayores vulnerabil­idades. Esto ha llevado a un problema operaciona­l. Aquí las cosas no funcionan como esperaríam­os, y esto ha sido así por demasiado tiempo. Vivimos un momento histórico en el cual debemos cambiar nuestra visión de mundo si no queremos que continúe el deterioro en nuestro archipiéla­go hasta el punto en que se vuelva inhabitabl­e.

El desarrollo sustentabl­e busca el equilibrio entre el ambiente, lo social pero también con la economía. Sin una economía fuerte tenemos finanzas débiles y, como consecuenc­ia, una capacidad comprometi­da para prepararno­s antes y recuperarn­os después de los desastres. La protección ambiental y la justicia social son vitales, pero sin fortaleza económica el desarrollo sustentabl­e está cojo.

Ya es tiempo de volver a un rumbo centrado en el trabajo y el desarrollo económico. Es tiempo de enorgullec­ernos de una clase empresaria­l, comercial y trabajador­a como eje central de nuestra identidad. Para sobrevivir como pueblo no podemos ignorar a la resilienci­a económica si aspiramos a tener un desarrollo sustentabl­e completo.

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