El desarrollo cojo
Casi cinco meses después de María parece que la mayoría de los puertorriqueños comenzamos a aceptar que el verdadero huracán lo ha sido nuestra economía. A diferencia de un evento natural que dura algunas horas este desastre se ha ido fortaleciendo a lo largo de 10 años de depresión.
El problema económico es una de las causas del problema de finanzas del Estado, y el problema financiero del gobierno afecta nuestra capacidad de recuperarnos colectivamente ante huracanes, terremotos o desastres por contaminación. O sea, el país se ha ido empobreciendo y sin dinero es más difícil enfrentar cualquier adversidad.
El mundo está cambiando. Debemos asumir un modo de vida que ayude a la protección ambiental pero ciclones y terremotos están fuera de nuestro control. Lo que sí podemos tratar de controlar es el cómo nos preparamos para enfrentar esas adversidades.
Con el cambio climático el concepto de resiliencia se ha sumado al desarrollo sustentable como guía. De lo que se trata, precisamente, es que debemos fortalecernos más para enfrentar embates naturales que se volverán cada vez más difíciles. Pero para fortalecernos primero debemos buscar cuáles son nuestros puntos débiles.
El estancamiento económico y una deuda que creció hasta que no la pudimos pagar son dos de nuestras mayores vulnerabilidades. Esto ha llevado a un problema operacional. Aquí las cosas no funcionan como esperaríamos, y esto ha sido así por demasiado tiempo. Vivimos un momento histórico en el cual debemos cambiar nuestra visión de mundo si no queremos que continúe el deterioro en nuestro archipiélago hasta el punto en que se vuelva inhabitable.
El desarrollo sustentable busca el equilibrio entre el ambiente, lo social pero también con la economía. Sin una economía fuerte tenemos finanzas débiles y, como consecuencia, una capacidad comprometida para prepararnos antes y recuperarnos después de los desastres. La protección ambiental y la justicia social son vitales, pero sin fortaleza económica el desarrollo sustentable está cojo.
Ya es tiempo de volver a un rumbo centrado en el trabajo y el desarrollo económico. Es tiempo de enorgullecernos de una clase empresarial, comercial y trabajadora como eje central de nuestra identidad. Para sobrevivir como pueblo no podemos ignorar a la resiliencia económica si aspiramos a tener un desarrollo sustentable completo.