Economía competitiva basada en el talento local
Puerto Rico cuenta con talento e ingenio para dirigir el desarrollo de una economía propia, moderna y competitiva basada en el conocimiento local. Poner la inventiva a crear nuevos bienes y servicios puede mitigar el impacto de una baja de 22% de las indu
Datos del Instituto de Estadísticas revelaron, en 2015, que el 67% de las empresas de manufactura en la isla tenía algún tipo de innovación en procesos, productos u operaciones. Y la mayoría de esos avances se producía por medio de investigaciones y pruebas internas en pequeña escala, en las que apenas intervenían fuentes externas. Esa proporción duplica los porcentajes de Estados Unidos y de la Unión Europea.
Las cifras reconfirman que aquí hay capacidad para impulsar el progreso. Falta encauzar ese conocimiento hacia un empresarismo local que sustituya importaciones y exporte.
Ya han sido identificadas oportunidades variadas que, articuladas en colaboración entre el gobierno, la academia y otros sectores, muevan la economía. La creación de iniciativas que provean soluciones, mejoren condiciones locales y abran áreas de trabajo facilita que los puertorriqueños permanezcan en la isla.
Desarrollar la agricultura, por ejemplo, es una de las opciones recomendadas para sustituir importaciones y facilitar la autosuficiencia alimentaria. También el turismo médico es un eje que permitiría retener a profesionales de la salud y ampliar la oferta de servicios. El turismo educativo, por otro lado, aprovecha el atractivo que las acreditaciones universitarias de Estados Unidos representan para estudiantes de otros países. Y el ecoturismo saca partido al encanto de nuestros recursos naturales.
Se suman a esa gama los comercios en línea y la diversidad de proyectos tecnológicos, como el diseño de programas y aplicaciones que respondan a necesidades locales, empresariales e internacionales.
Cada creación puede añadir ingresos por concepto de patentes y propiedad intelectual. Incluso por medio de donativos en algunos casos.
Para todo ello, la educación es motor. Como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la Organización de las Naciones Unidas, la agenda educativa va desde el aprendizaje en la primera infancia hasta la educación y la formación de jóvenes y adultos. En ese marco internacional prima la adquisición de habilidades para trabajar y se subraya la importancia de educar para un mundo plural e interdependiente.
Precisamente, expertos locales recomiendan alinear el proceso educativo, desde kínder hasta la universidad, hacia la formación de ciudadanos globales.
Ya algunas universidades reconocen la importancia de dedicar mayores recursos a proyectos de investigación y al desarrollo de tecnologías.
Las escuelas pueden estimular, desde los primeros grados, la cultura creativa y de colaboración, así como fomentar el pensamiento crítico, esencial para innovar.
Realinear la educación para que los estudiantes cuenten con las destrezas que exige un mercado laboral de cambios acelerados tiene el potencial de retener a jóvenes que hoy no encuentran sentido a las materias. La tarea, además de recaer sobre el Departamento de Educación como agencia, concierne a cada maestro y demás profesionales en contacto directo con los estudiantes.
Están a la mano recomendaciones del propio Instituto de Estadísticas, correspondientes a un sistema para detectar a tiempo jóvenes en riesgo de dejar la escuela. Estrategias como que los maestros conversen con sus alumnos acerca del valor de asistir a clases, o mantener comunicación consistente con los padres, puede hacer la diferencia en la vida de un joven, según el sistema propuesto por el Instituto. Revertir el problema de deserción escolar, que hoy alcanza el 8.40% en el nivel superior, incide en las posibilidades de desarrollo del país.
Así pues, el potencial de progreso económico radica en nuestra propia gente. Esa es una buena noticia que estimula y apodera. Queda entonces eslabonar a ese conocimiento la voluntad de emprender y de innovar desde todos los niveles.