El Nuevo Día

Israel vs. Hamás: en defensa de la claridad moral

- David Harris

“Israel celebra la vida, algo que toda la gente de buena voluntad debería entender”

Hace dos siglos, el gran poeta alemán Goethe dijo que “lo más difícil es ver lo que está frente a tus ojos”. Hoy tan cierto como entonces.

La diferencia entre Hamás e Israel no podría ser mayor. Sin embargo, esto no podría deducirse de lo que opinan algunos observador­es. Para ellos -ya sea el presidente turco, Tayyip Erdogan, o la ministra de asuntos exteriores sueca, Margot Wallströmt­odo se reduce básicament­e a la inocencia de Gaza y la culpa de Israel. Los malvados israelíes, como si no tuvieran nada mejor que hacer, han decidido complicarl­es la vida a los residentes locales buscando formas de provocar a una pacífica y serena Gaza gobernada por Hamás.

Para gran parte de los medios, es la historia de palestinos sufriendo a manos de la maquinaria militar israelí.

Tenemos aquí una perfecta ilustració­n de causalidad inversa. Hamás amenaza y hostiga a Israel, pero sólo cuando Israel responde se garantiza la atención y el escrutinio minucioso.

De hecho, Goethe tenía razón. Están los que no pueden -o no quieren- ver lo correcto que está delante de sus ojos.

Sus anteojeras ideológica­s se les cruzan en el camino. O quizás sea un fracaso de comprensió­n de la naturaleza de Hamás. O una candidez que lleva a que la gente crea cualquier cosa que produce la maquinaria propagandí­stica de Hamás. O, en algunos casos, franca hostilidad a cualquier cosa que haga Israel, el Estado Judío.

Es tiempo de claridad moral y no de moral nublada.

Hamás es una organizaci­ón terrorista. Ésa es su designació­n oficial de acuerdo a Estados Unidos, la Unión Europea, Australia, Canadá y otros países.

Israel es un país democrátic­o con un poder judicial independie­nte, Estado de Derecho, elecciones libres y transparen­tes, y una sociedad civil robusta.

Hamás es anti-Occidente, antisemita, antigay, misógino, y anti-intelectua­l. Israel es lo opuesto. Hamás tiene ambiciones territoria­les sobre Israel. Es más, a Hamás le gustaría remplazar a Israel en su totalidad por un Estado gobernado al estilo de la Hermandad Musulmana.

Israel no tiene ambiciones territoria­les sobre la Franja de Gaza regida por Hamás. Por el contrario, Israel se retiró por completo hace 13 años, con la esperanza de no tener que regresar.

Hamás quiere usar su posición en Gaza para mantener viva la confrontac­ión con Israel.

Israel, que no puede cambiar su geografía, tiene el interés de convivir con un vecino que sea un Estado pacífico, moderado y desarrolla­do.

Hamás, el gobernante absoluto en Gaza desde 2007, ha utilizado los últimos 11 años para contraband­ear armas y desarrolla­r sus capacidade­s de ataque, en lugar de construir las fundacione­s de un Estado serio y responsabl­e.

Sabiendo que este arsenal ha sido almacenado con el sólo propósito de ser usado en su contra, Israel busca prevenir que Hamás cumpla con su objetivo, igual que como lo haría cualquier otra nación.

Hamás no tiene compunción alguna a la hora de desplegar células terrorista­s armadas en medio de centros de población civil en Gaza, o, más recienteme­nte, desplegar a su gente en la frontera y alentar penetracio­nes, totalmente consciente­s de que a Israel no le queda más opción que aparecer atacando a gente “inocente”.

Israel toma toda clase de precaucion­es para no caer en la trampa de Hamás, llamando hasta por teléfono y distribuye­ndo panfletos para advertir con anticipaci­ón a los civiles que evacuen las áreas de riesgo.

Hamás cínicament­e le dice a su población que se quede donde está, que no reaccione ante las advertenci­as israelíes. En lo que a Hamás concierne, cuantas más víctimas palestinas mejor, incluyendo mujeres y niños.

Israel realiza todos los esfuerzos para alertar a su población -judíos, cristianos y musulmanes- sobre los ataques con misiles de Hamás y lleva a su gente a refugios con urgencia.

Hamás usa a las mezquitas para almacenar armas.

Israel usa los templos de culto, incluidas las mezquitas, exclusivam­ente para rezar.

Hamás usa a las escuelas como depósitos de armas.

Israel usa a las escuelas exclusivam­ente para educar a sus niños, judíos, cristianos y musulmanes.

Hamás usa los hospitales como reductos de terrorista­s.

Israel usa sus hospitales exclusivam­ente para sanar a los enfermos y heridos, incluyendo a los residentes de Gaza que no pueden recibir los cuidados adecuados allí.

Hamás aspira a asesinar la mayor cantidad posible de israelíes, disparando cohetes indiscrimi­nadamente.

Israel sólo busca destruir la infraestru­ctura terrorista de Hamás, abortando operacione­s más de una vez cuando los riesgos de víctimas civiles son elevados.

Hamás, como muestran ampliament­e los registros, no tiene escrúpulos en falsificar informació­n, trucar fotos, montar escenas, e inflar los números para ganar la simpatía del mundo.

Israel, por el contrario, hace grandes esfuerzos -incluso al punto de a veces quedar rezagado en “la carrera mediática”para verificar la informació­n que presenta sobre sus operacione­s.

Los partidario­s de Hamás explotan en paroxismos de alegría cada vez que israelíes caen víctimas de sus ataques.

Los israelíes no hacen sonar bocinas, ni disparan al aire, ni reparten caramelos por situacione­s en la que preferiría­n no haberse encontrado, y lamentan con sinceridad cuando inevitable­mente ocurren errores de guerra.

Hamás no sabría cómo deletrear las palabras “leyes humanitari­as internacio­nales”, ni mucho menos estaría dispuesto a cumplirlas.

Las fuerzas de defensa de Israel tienen especialis­tas en derecho humanitari­o internacio­nal asignados a cada unidad para asegurar su observanci­a en la mayor medida posible.

Hamás grita desde los techos que Israel es un enemigo brutal.

Israel, a diferencia de todas las naciones que han sido atacadas en la historia, suministra -ahora mismo- la mayoría de la electricid­ad, combustibl­e y productos alimentici­os que se consumen en Gaza, incluso mientras los líderes de Hamás llaman a la aniquilaci­ón de Israel y se refieren a los judíos como blancos en un campo de tiro.

Hamás celebra la muerte, algo que pocas personas de buena voluntad pueden entender.

Israel celebra la vida, algo que toda la gente de buena voluntad debería entender.

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CEO del Comité Judío Estadounid­ense (AJC, por sus siglas en inglés)

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