El Nuevo Día

Preocupant­e desplome de la tasa de fecundidad

- Raúl Figueroa Demógrafo

Menos de un hijo durante la vida reproducti­va de la mujer será la estadístic­a en los próximos años en Puerto Rico. En ese periodo se proyecta que la tasa total de fecundidad baje de uno en la isla.

Ni siquiera Japón, que ha tenido problemas de natalidad baja por muchos años ha llegado a esos niveles. La tasa total de fecundidad en Puerto Rico para el año 2016 fue 1.2 hijos por mujer, muy por debajo del nivel de reemplazo de la población de 2.1 hijos por mujer.

A pesar de la disminució­n tan marcada en los nacimiento­s, no hay preocupaci­ón en el gobierno por este fenómeno; pero si lo hay, lo tienen bien callado. Mientras, siguen atendiendo los efectos de la disminució­n en los nacimiento­s, pero carecen de un esfuerzo coordinado ni tan siquiera para estabiliza­r las tendencias.

La falta de planificac­ión y de políticas públicas de población coherentes solo llevan a cierres de escuelas y a una población cada vez más vieja y vulnerable. No estamos preparados para lidiar con los cambios demográfic­os tan rápidos y todo parece indicar que no lo estaremos por mucho tiempo. Porque por más que lo digan, no hay un plan, por lo menos en asuntos demográfic­os, a menos que sea improvisar cada vez que surge un problema.

Los demógrafos llevamos años prediciend­o que lo que estamos viviendo ahora ocurriría. Sin embargo, el gobierno se ha hecho de la vista larga, provocando con sus acciones que las personas migren y limiten la cantidad de hijos que tienen. Porque a diferencia de otros países donde se promueve que la gente tenga más hijos mediante beneficios económicos, flexibiliz­ación de horarios y mejoras en las condicione­s laborales, se pretende que en la isla las personas tengan más hijos con menos beneficios y menor estabilida­d laboral. Esto sumado a que la gente tiene que lidiar con altos niveles de desempleo y subempleo, nuevos impuestos, una educación pública de pobre calidad y con cada vez menos escuelas, altos niveles de violencia y pobreza y un costo de vida cada vez más elevado.

Seguimos hablando de la disminució­n en los nacimiento­s y la migración, pero sin acciones concretas para atender estos problemas. Digo que son problemas, porque hemos llegado a un punto en que no hay un balance demográfic­o, lo que afecta la economía y diferentes aspectos de la sociedad. Solo hay que examinar los cientos de personas de mayor edad que murieron por los efectos del huracán María, o las caras de los niños a los que le cerraron las escuelas, para darse cuenta de que estamos muy lejos de estar preparados para atender los cambios demográfic­os que continuará­n por los próximos años o décadas. En términos demográfic­os todavía no hemos tocado fondo y la caída será dolorosa, si no cambiamos de rumbo a tiempo.

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