El Nuevo Día

Una fábrica de ingenio sabor y

En sus cinco años de historia conjunta, los socios de esta barra localizada en Viejo San Juan han diversific­ado su oferta creando espacios contiguos con personalid­ades distintas, al tiempo que impulsan la coctelería nacional

- AURORA RIVERA ARGUINZONI aurora.rivera@gfrmedia.com Twitter: @TuPeriodis­ta

Pablo Rodríguez estaba empeñado en abrir un negocio en el local antiguamen­te ocupado por la recordada barra Hijos de Borinquen, en la calle San José esquina con la calle San Sebastián del Viejo San Juan. Mientras, en otro lugar de Puerto Rico los jóvenes Leslie Cofresí y Roberto Berdecía buscaban el espacio perfecto donde abrir una pequeña barra dedicada a la alta coctelería. El tiempo pasaba y ninguno de los tres lograba echar a andar su sueño, hasta que Franco Busó los juntó.

El 20 de abril de 2013, un fin de semana de Justas Interunive­rsitarias, abrió sus puertas La Factoría en el número 51 de la calle San José y -como dice Cofresí- nunca volvió a cerrar. Lo que es más, aquella primera barra que en pocos años logró posicionar­se entre las mejores 50 del mundo según la revista Drinks Internatio­nal, se ha multiplica­do y cinco años más tarde consiste de múltiples proyectos en un solo lugar.

La acogida del público fue tal que a los tres meses abrieron Vino. En noviembre estrenó El Shingaling y en 2014 El Final. “De momento ya La Factoría era un lugar que no importaba lo que vinieras a buscar, siempre había un área, que tenía algo para ti. Si venías en son de cocteles, del ‘vibe’ bien de Viejo San Juan, pues era la barra principal; si querías el espacio más romántico, escondidit­o, la barra de Vino; si venías a bailar tenías El Shingaling, y si venías a amanecerte y a un jangueo más intenso, El Final”, explicó Cofresí.

“Uno de los conceptos que resaltó fue la especializ­ación en el servicio. Cada barra tiene su ambientaci­ón y una oferta que la distingue de las otras que tenemos dentro de La Factoría”, resaltó Busó.

LA FACTORÍA

Abrió con prisa, con las ansias de dos jóvenes mixólogos -Cofresí y Berdecía- que habían ganado experienci­a en el mundo de la coctelería local e internacio­nal, y estaban listos para pasar al próximo nivel.

“Pensamos ‘lo que van a venir son panas de la industria. ¿Cuánta gente de verdad puede estar interesada en esto de la coctelería?’. Pero cuando abrimos, empezamos a llamar a todos nuestros panas, ‘mira ¿qué día tienes libre?’”, recordó Cofresí.

“Abríamos. Operábamos de seis (de la tarde) a seis de la mañana. Limpiábamo­s para ir a hacer compra, ‘prep’ y regresar. Bueno, dormíamos… qué se yo, cuatro horitas”, agregó Berdecía.

Se generó una estimulant­e dinámica de solidarida­d. “De momento estaban todos dejando sus trabajos para venir. Esto se volvió ‘la casa de la coctelería en Puerto Rico’. La gente de la industria empezó tam-

bién a venir, a ver lo que se estaba haciendo. Había una magia, una efervescen­cia, se creó como un ‘mistique’ que se ha extendido”, afirmó el primero.

VINO

Mientras celebraban el éxito, los dueños del edificio decidieron venderlo. Desesperad­o, Rodríguez los convenció de arrendarle más pies cuadrados. Detrás de la barra había un pequeño espacio de almacenaje que conectaba con otro cuarto y los alquiló sin imaginar que abriría una caja de Pandora. “Fue un proceso como de empezar a descubrir el edificio, donde quiera que tocábamos, ‘¡espérate que aquí había una puerta, por aquí se conecta!’”, narró Cofresí.

Rodríguez trajo a Busó como participan­te activo del proyecto y el 8 de agosto abrió Vino. “Cuando ven el éxito tan rápido, piensan ‘pues vamos a hacer barras que se especialic­en en otras cosas’, y de ahí el concepto de una barra a base de vinos, que no solo sirva una gran variedad de vinos por copa y por botella sino que también la coctelería refleje el concepto de vino que se está ofreciendo”, dijo el sommelier.

No pasó mucho tiempo antes de que diseñaran un menú para maridar que se sirve en el cuarto recién descubiert­o.

EL SHINGALING

El asunto de explorar y conectar espacios les gustó, y en lo que era la sala más amplia de la antigua Ferretería Rodríguez decidieron realizar un evento: Candela Reunion. Los días 14 al 17 de noviembre de 2013 un encuentro de DJ’s estremeció el lugar y dio por estrenado El Shingaling.

“Shingaling es un término musical, muchas canciones de ‘boogaloo’ usan ese término. El nombre sale de que uno de los DJ’s residentes que toca música tropical, pero en vinilo. Para un ‘flyer’ puso ‘El Shingaling’ y nosotros dijimos ‘¿qué?’, y se quedó el Shingaling”, rememoró Cofresí.

El salón tiene una atmósfera tropical y en él se presentan desde DJ’s que tocan discos en vinilo hasta músicos como Roberto Roena y Tempo Alomar. En El Shingaling no solo nació la orquesta de la casa, La 51, también se grabaron las escenas del vídeo de “Despacito” en las que Daddy Yankee y Luis Fonsi interpreta­n juntos.

EL FINAL

Y cuando ya parecía que La Factoría estaba completa, a principios de 2014 a Rodríguez le dio con volver a fantasear. “Pablo, donde quiera que ve un clóset ve una barra, así que lo que era nuestro almacén se volvió barra. Le llamamos El Final porque pensábamos que hasta ahí llegaba el edificio. Tenía esta esencia bien cavernosa y al mismo tiempo ya el edificio muestra ladrillos, y como está anexado al Shingaling, que es este salón de música, también se le dio una ambientaci­ón musical, pero es un ambiente más electrónic­o, un poquito más ‘dark’”, contrastó Cofresí.

LA CUBANITA

Pero El Final, no era el final. En 2014 surgió la oportunida­d de comprar el edificio. Los empresario­s descubrier­on que la estructura en realidad se compone de dos conectadas por una escalera interior. Convirtier­on la parte superior del lado principal en el Hostal Base. “De repente esa energía de viajeros, de mochileros empieza a pasar arriba”, apunta Cofresí.

En el lado sur, donde operó por años el colmado-bar La Cubanita, Rodríguez decidió crear otra barra que conserva el carácter de colmado de mediados del siglo XX, pero ofrece otra plataforma para crear y compartir historias del siglo XXI.

Los planes del grupo son ambiciosos, pero por lo pronto se disponen a celebrar mañana y el viernes con música y un junte de mixólogos locales e internacio­nales.

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Desde la izquierda, Roberto Berdecía, Frank Busó, Pablo Rodríguez y Leslie Cofresí, propietari­os de La Factoría, en la barra de El Final.
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Gerald.lopez@gfrmedia.com En el sentido de las manecillas del reloj: Busó en la barra de Vino; Rodríguez en La Cubanita; Berdecía en El Shingaling, y Cofresí en la barra original de La Factoría. Los emprendedo­res celebran mañana y el viernes el quinto aniversari­o de esta...
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