El Día de las Madres en la era después de María
Aun con todos sus avatares, el año terrible del 2017 fue uno de ganancias inesperadas para mí. Por un lado, los eventos huracanados de su septiembre borrascoso acabaron de abrirme los ojos a la debilitada situación económica, política, social y estructural del país. Casi once años de debates y augurios sobre la economía insular; el evidente deterioro de lo público y decisiones paradigmáticas del gobierno estadounidense, habían convertido ya en espejismo el mundo en que creía haber vivido.
Cuando llegó María, imaginaba estar lista para enfrentar verdades del más duro matiz. Sin embargo, ninguna preparación fue suficiente para librarme de la honda perplejidad causada por las secuelas de su caminar iracundo, y la irrupción caótica de estas en mi cotidianidad y la de los míos. No esperaba tanta destrucción y carencias.
Pero ese año inolvidable trajo también el regalo de un primer nieto. Su llegada en diciembre no pudo ser más oportuna. Porque el aterrizaje de Julen en mi mundo no solo lo llenó de alegría, sino que le dio nueva forma, contexto y estructura a su visión de futuro. Constituyó una excusa poderosa para enfrentar la consternación provocada por un país tan herido y desarticulado. Me emplazó a colaborar con más claro propósito y recalibrado entusiasmo a construir una patria segura, autosuficiente, próspera, justa y solidaria.
Comencé escribiendo. De ahí salió un artículo sobre el valor de la resistencia, publicado el 23 de febrero pasado en este diario. Luego hice algo largamente pospuesto. Me incorporé a Amnistía Internacional, entidad defensora de los derechos humanos. Estaba convencida de que el colapso del pobremente administrado sistema de energía y su ineficaz restauración luego del huracán, constituían violaciones a esos derechos.
Con seguridad muchos abuelos y abuelas comparten mi sentir. Saben cuan necesaria es hoy la participación activa de todos los ciudadanos en la vida pública de la isla. Los acontecimientos vividos hacen de este Día de las Madres 2018 uno especial. Inspiran a honrar particularmente a esas valientes que han asumido en estos tiempos difíciles la maternidad. Esto sin olvidar a las madres de diferentes épocas y a toda mujer dispuesta, como una madre, a dar cariño y cuidados. Invitan también a animar a las abuelitas más maduritas ansiosas de servir, a averiguar cuanta música pueden producir con lo que les queda (parafraseo las expresiones sobre la tarea del artista de un violinista famoso). Esperemos que su “performance” sirva para acercar a quienes aman, al mundo soñado. Denise Pérez Rodríguez, San Juan