La vida de Bobby Capó
Su voz aterciopelada, suave pero intensa, marcó una época. “El Sinatra de Puerto Rico” lo apodaron en un artículo periodístico de 1951. Compuso más de 2,000 canciones, muchas inolvidables como el bolero “Piel canela”, la guaracha “El negro bembón” y el aguinaldo “De las montañas venimos”.
Esta biografía de Bobby Capó, meticulosamente investigada y bien redactada, presenta su vida desde su nacimiento en Coamo en 1922 hasta su muerte en Nueva York en 1989. Víctor Torres, investigador con varios libros valiosos a su haber, empieza con sus orígenes como hijo ilegítimo de un hombre de negocios de Coamo, Celso Quiterio Rodríguez, que era blanco y relativamente prominente en el pueblo, y de una mujer negra de familia humilde, Arsenia Capó Aponte. Inscrito como Félix Manuel, el niño fue bautizado como Roberto Manuel.
Su tempranísima afición por la música se la debe, probablemente, a la familia Capó. A los 17 años se mudó a San Juan. Quería ser abogado, pero empezó a cantar en 1939 en el programa radial de Rafael Quiñones Vidal, “Ofertas matinales”, que transmitía la estación WNEL a las 11:00 a.m. Nunca volvió atrás. Un golpe de suerte para él -la enfermedad de Davilita- hizo que Rafael Hernández lo reclutara para su Cuarteto Victoria en vísperas de una gira artística a Colombia. De ahí fue a Nueva York, donde pasó penurias, aunque cantó en el Teatro Latino y se cambió el nombre a Bobby Capó. En aquella ciudad grabó un disco con el Cuarteto Marcano y en Miami grabó varios con el Cuarteto Caney y la Orquesta de Noro Morales. Fueron los primeros de una serie de discos y de viajes -La Habana, Santo Domingo, Caracas, México, Buenos Aires- que lo dieron a conocer en Latinoamérica. Mientras cantaba, también componía. Su estilo contraponía lo dramático a lo rítmico por influencia -lo confesó en una en- trevista- de la manera de cantar de Maurice Chevalier: “Empecé a romper lo romántico con lo sincopado y lo llamé bolero rítmico”. El mejor ejemplo es “Piel canela”, su composición más difundida.
El libro describe la relación -a menudo turbulenta- de Bobby Capó con otros cantantes y artistas, entre ellos Daniel Santos, a quien le propició su primer viaje a Cuba (se enemistaron luego). También fue difícil su relación con Rafael Hernández (especialmente con la hermana de este, Victoria) y con Mirta Silva. En otros casos, como los de las cantantes Eva Flores, Lola Flores y Toña la Negra, la relación fue cordial; con Lola Flores más aún que eso.
La vida personal del cantante fue igualmente turbulenta. Tuvo tres matrimonios y varias relaciones pasajeras, las más con artistas. Su primera esposa fue Mercedes Ramos (1944 a 1949); luego se casó con Irma Nydia Vázquez, matrimonio de más de 20 años del que nacieron cinco hijos. Su última esposa fue la brasileña María da Gloria da Oliveira.
Pronto a la agresión no solo verbal sino física, mujeriego, jugador, resentía vivamente el prejuicio racial del que era objeto. En política sus convicciones lo llevaron desde un nacionalismo inicial a un asimilismo declarado, pasando por la amistad constante con Muñoz Marín. Cuando fue gobernador, Carlos Romero Barceló lo nombró director de la División de Migración del ELA en Nueva York, ciudad adonde se trasladó con su familia en 1967.
Esta biografía, a la que solo le falta un índice onomástico para estar completa, incluye fotografías personales y profesionales, una bibliografía y una discografía parcial de sus propias composiciones y de las que grabó de otros compositores. Presenta un panorama amplio de la música popular puertorriqueña, su desarrollo vinculado a la radio y a la televisión y su difusión por Latinoamérica y Nueva York, lugar de encuentro y centro discográfico de artistas caribeños.