El Nuevo Día

Todo por ella

- NOEL ALGARÍN

En los deportes colectivos, sacrificar­te por tu equipo es señal de compromiso con una causa común. Hay atletas que sacrifican su rol o ceden protagonis­mo con tal de que el grupo alcance una meta mayor, u otros que sacrifican su cuerpo y salud con tal de contribuir a conseguir un triunfo.

Hay ocasiones, en cambio, que es el equipo el que se sacrifica por el bien de un jugador. Es el caso de los Cardenales de San Luis y el jardinero derecho, Stephen Piscotty. En diciembre pasado, los Cardenales enviaron a Piscotty a los Atléticos de Oakland por dos jugadores de liga menor. Aunque otros equipos habían hecho ofertas de cambio más atractivas, San Luis eligió hacer el canje con Oakland, en parte motivados por una situación personal del jugador.

El cambio a los A’s fue una bendición para Piscotty, cuya familia vive a 30 minutos de Oakland. En mayo de 2017, Gretchen, la madre del pelotero, fue diagnostic­ada con esclerosis lateral amiotrófic­a (ELA). La condición, conocida también como la enfermedad de Lou Gehrig, ataca el sistema nervioso y va apagando la comunicaci­ón entre las neuronas en el cerebro y los músculos voluntario­s hasta que la persona pierde control de su cuerpo.

El ELA es una enfermedad para la que no existe cura, prácticame­nte una sentencia de muerte para quien la padece. Por ello, Piscotty deseaba estar cerca de su madre y familia para pasar juntos los últimos meses de su vida.

“(Mi familia y yo) estamos muy vinculados emocionalm­ente a la organziaci­ón (de San Luis), así que es triste cortar esos lazos. Pero, obviamente, la familia es primero, y hay cosas que son más importante­s que el béisbol”, dijo Piscotty poco después de anunciarse el cambio.

Gretchen falleció el pasado 6 de mayo. Piscotty estaba a su lado. Aunque el final de la historia se anticipaba, al menos el jugador de 27 años pudo ver cumplido el deseo de acompañar a su mamá en sus últimos momentos de vida.

Dos días después de la muerte de su madre, Piscotty estaba en el uniforme de los Atléticos en el Oakland Coliseum para un partido ante los Astros de Houston. Cuando le tocó su primer turno al bate, recibió una gran ovación de los fanáticos, compañeros de equipo y miembros de los Astros. El jugador llevó su mano derecha al pecho en señal de agradecimi­ento por el cariño y solidarida­d. De acuerdo al jugador, el gesto era el mismo que hacía su mamá cuando la enfermedad ya no le permitía hablar. Era su manera de decir “Gracias, te amo”. Para añadir más emoción, Piscotty pegó un hit en el turno, batazo que recordará por siempre como un homenaje a su madre.

Días después, al hablar sobre ese momento, Piscotty no tenía duda de la intervenci­ón de su madre, aunque no estaba físicament­e: “Todo el día nunca me sentí solo. Sentía a alguien conmigo. Era ella”.

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