El Nuevo Día

Brexit inclumplir­á sus sueños

- Por DAVID SEGAL

GRIMSBY, Inglaterra — No quedan muchos pescadores en Grimsby, un poblado al noreste de Inglaterra, que alguna vez albergó una de las flotas pesqueras más grandes de Gran Bretaña, con alrededor de 500 barcos de arrastre.

Pero la nostalgia por la industria pesquera impregna el lugar. Así que no fue sorpresa cuando el 70 por ciento de los residentes votaron a favor de dejar la Unión Europea. Los pescadores de Gran Bretaña se han quejado durante años sobre regulacion­es impuestas a todos los miembros.

La sorpresa llegó después, cuando un grupo empresaria­l local comenzó a cabildear para evitar los aranceles, aduanas y las otras cargas de dejar la Unión Europea.

Eso despertó desdén en las redes sociales. En miles de tuits por todo el país, los habitantes de Grimsby fueron ridiculiza­dos como tontos e hipócritas. O querían las ventajas de Brexit sin ninguno de los costos, o no captaron el daño que causaría salir del bloque hasta que fue demasiado tarde.

“Residentes de Grimsby etiquetado­s ‘idiotas’ por voto de Brexit al tiempo que industria de mariscos busca trato de libre comercio”, decía un encabezado en un periódico local.

El voto para dejar el bloque ilustra la forma en que las emociones pueden cambiar la política y afectar la economía, y cómo es que el romance de un pasado industrial en declive a menudo eclipsa los intereses de negocios nue-

vos y en expansión.

No son los pescadores los que presionan a favor de una especie de exención de Brexit. Es un grupo de procesador­as de pescado, una industria que prospera en Grimsby, donde se limpia y empaca pescado de todo el mundo para vendérselo a mayoristas. Este poblado de alrededor de 88,000 habitantes es un centro en una cadena de suministro global.

“Tenemos 25 años de no pescar aquí”, dijo Simon Dwyer, quien dirige el Seafood Grimsby & Humber Group, la organizaci­ón que argumenta a favor de un trato de libre comercio especial. “Nos hemos reinventad­o”.

Los muelles alguna vez bullicioso­s en el lugar estarían desolados si no fuera por 70 bodegas procesador­as con 5,000 empleados, de los cuales alrededor de un tercio son extranjero­s, en su mayoría polacos y lituanos. Para mantenerse competitiv­as, estas compañías quieren la política comercial y de inmigració­n sin fricciones de la que disfrutan actualment­e, y que es probable que pierdan, después del Brexit.

El objetivo de los pescadores, por otra parte, es recuperar control de aguas británicas para no verse obligados a competir con barcos de arrastre de otros países.

El primer problema con este sueño es la escasez de pescadores locales.

“No diría que hay más de 20”, dijo John Hancock, quien pasó tres décadas como capitán y es fan del Brexit.

“Y la mayoría están jubilados o muertos”.

Así que, ¿cómo derrotó en las urnas una industria contraída a una más grande y próspera?

“Esta es una nación marítima”, dijo Martyn Boyers, director ejecutivo de Grimsby Fish Market. “Piensen en la Armada Real, Nelson, Trafalgar. Y todas las ciudades tienen gente que murió en el mar. Así que cuando pescadores dijeron, ‘queremos salir de la Unión Europea’, todo el mundo quiso apoyar a los pescadores”.

El Brexit se impuso por una compleja variedad de razones en Grimsby y otras partes. Todos estos factores jugaron un papel ahí y privilegia­rán a una industria moribunda a expensas de una que crece.

En caso de que el problema de la escasez de pescadores se resolviera, otros persistirí­an. Las especies en aguas británicas son callo de hacha, cangrejo, langosta y otras delicias que nunca han sido populares en este país. El pescado de elección es el bacalao y el eglefino. Esas especies se hallan más cerca de Noruega e Islandia.

En otras palabras, Gran Bretaña exporta la mayoría de lo que pesca e

importa la mayoría de lo que come. El país necesitará cambiar su apetito o necesitará realizar comercio.

Hancock, el excapitán, no se inmuta. En el pasillo de su oficina cuelga un póster con un bacalao ataviado con armadura que sostiene una bandera del Reino Unido. En la parte superior dice “Pescandor la Salida” y abajo “Salven el Pescado de Gran Bretaña”, gritos de guerra durante la campaña a favor del Brexit.

“Hemos tenido que dejar espacio para permitir que todos los demás países vengan a pescar en nuestras aguas”, dijo. “Es como un pastel al que se le fueron quitando rebanadas. Destruyó comunidade­s enteras por todo este país”.

Con suficiente inversión y los incentivos adecuados, cree que flotillas británicas podrían pescar el equivalent­e de hasta 5,000 millones de dólares de pescado al año, cinco veces su captura anual actual.

Esas son fantasías, replicó Boyers, cuya compañía se encarga de la subasta diaria de pescado en la ciudad. Los pescados son una materia básica singularme­nte internacio­nal, dijo, y el fin de la supervisió­n europea no significar­ía el fin de las cuotas de pesca. Esas cuotas se establecen al consultar con científico­s para evitar el agotamient­o de los bancos. Reducirlas enfurecerí­a a cualquier cantidad de institucio­nes, comenzando con la ONU.

“Después del Brexit, nuestro Gobierno no estará en posición de crear más peces”, dijo Boyers. “Todos somos piezas del engranaje. Si no te integras, no llegarás a ningún lado”.

Gente del mar hoy se gana la vida al empacar pescado.

 ?? ANDREW TESTA PARA THE NEW YORK TIMES ?? Grimsby votó 70 por ciento por el Brexit, pero sus procesador­as de pescado se perjudicar­án.
ANDREW TESTA PARA THE NEW YORK TIMES Grimsby votó 70 por ciento por el Brexit, pero sus procesador­as de pescado se perjudicar­án.
 ?? ANDREW TESTA PARA THE NEW YORK TIMES ?? Grimsby alguna vez albergó una de las flotillas más grandes de barcos de arrastre en Gran Bretaña.
ANDREW TESTA PARA THE NEW YORK TIMES Grimsby alguna vez albergó una de las flotillas más grandes de barcos de arrastre en Gran Bretaña.

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