El Nuevo Día

Violacione­s quedan impunes en Perú.

- Por MARCELO ROCHABRÚN

LIMA, Perú — Durante el certamen de Miss Perú el año pasado, una concursant­e, Alessandra Bonelli, dijo en televisión que su entrenador personal la había sedado y violado en el 2015.

Ella denunció el ataque, pero en una entrevista dijo que los investigad­ores “me hicieron sentir culpable por lo que pasó”. Tomó dos años completar una prueba de ADN en su ropa interior, que demostraba que el semen era casi indudablem­ente del entrenador, y el caso ahora está pendiente. “La mayoría de las personas aquí ni siquiera intentan perseguir sus propios casos”, dijo Bonelli, de 26 años. “Saben que es una causa perdida y tiempo perdido”.

El suyo es uno de varios casos prominente­s de agresión sexual en Perú que han dejado a las víctimas enfurecida­s. Desde el 2009, el número de hombres acusados de matar a mujeres se ha cuadruplic­ado, según estadístic­as del Gobierno. Como muchos otros países en América Latina, Perú tiene un estatuto penal por “feminicidi­o”, el asesinato de una mujer o una niña por su género. Pero puede ser difícil de demostrar.

El mes pasado, según las autoridade­s, un hombre llamado Carlos Hualpa siguió a una excolega, Eyvi Ágreda, hasta un autobús, la roció con gasolina y luego le prendió fuego. Ella sigue en cuidados intensivos.

El abogado de Hualpa dijo que su cliente se había obsesionad­o por Ágreda, pero que “ella no le ponía atención”.

En un caso notorio en el 2015, Adriano Pozo, hijo de un político, fue grabado atacando a Arlette Contreras, su novia de ese entonces, en un hotel en Ayacucho después de una fiesta. “Te voy a hacer el amor”, le dijo él, según documentos judiciales. Cuando ella se negó, él dijo: “Entonces te violaré”. Él la ahorcaba al ella resistirse, halló un informe médico. Presuntame­nte amenazó con matarla.

Contreras, una joven abogada, logró escapar. Pero Pozo, quien estaba desnudo, la persiguió hasta la recepción, siendo grabado por las cámaras de seguridad. En cierto momento, él la arrastró por el cabello mientras un empleado del hotel trataba de intervenir.

“En nuestra opinión, se trata de un problema doméstico que involucra infidelida­d, cuyos detalles no puedo revelar por razones de caballeros­idad”,

Hombre ataca a su novia y es grabado, pero lo absuelven.

dijo Juan Carlos Portugal, abogado de Pozo.

En el juicio, un panel de tres jueces concluyó que “no habían observado en el acusado odio o rencor hacia las mujeres”. En la apelación, otros dos jueces también lo absolviero­n. “Si en mi caso no puedo encontrar justicia, no quiero ni imaginar lo que sucede a puertas cerradas, en una habitación oscura sin testigos o cámaras”, dijo Contreras.

El año pasado, Contreras fue nombrada una de las 100 personas más influyente­s de la revista Time. Pero en Ayacucho, enfrentó acoso. Se mudó Alessandra Bonelli dijo que los investigad­ores la hicieron sentir culpable.

a Lima, la capital, y se tiñe el cabello para evitar ser reconocida. Los fiscales han pedido que sea encarcelad­a por presuntame­nte proporcion­ar un documento fraudulent­o sobre su situación laboral.

El caso llevó a miles a tomar las calles en el 2016 bajo el eslogan Ni Una Menos. Pero poco ha cambiado.

En octubre pasado, Jennifer Villena hacía trabajo voluntario en el censo de Lima cuando entró a la casa de Marco Luza, quien la violó. El mes pasado, lo sentenciar­on a seis años de prisión. Pero aunque Villena encontró algo de justicia, su novio la dejó. Los clientes en su trabajo la rechazaron. Ahora vive en un departamen­to de una habitación con sus cuatro hijos.

“¿Cómo se supone que las mujeres nos sintamos empoderada­s cuando nos tratan así después de sacarlo a la luz?” dijo Villena. “Todavía me da vergüenza salir a la calle”.

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NATALIE KEYSSAR PARA THE NEW YORK TIMES
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