El Nuevo Día

Recorte de $184 millones en incentivos industrial­es

Mientras el gobierno mantiene en secreto el nuevo Código de Incentivos, el plan fiscal certificad­o provee las guías que deben regir la medida que reorganiza la beneficenc­ia empresaria­l

- RICARDO CORTÉS CHICO rcortes@elnuevodia.com Twitter: @rcorteschi­co

El manejo de los incentivos industrial­es, según el nuevo plan fiscal certificad­o, provee para un recorte de $184 millones en los créditos contributi­vos y subvencion­es en el año fiscal 2019, y mermas adicionale­s de $67 millones para el 2020.

En total, el 56% de la inversión en incentivos y subvencion­es para el impulso empresaria­l se eliminaría­n en los próximos 25 meses, según el documento. Solo un puñado de beneficios contributi­vos serían fortalecid­os en esta revisión, como el que impulsa la actividad turística y el que establece créditos para las inversione­s en infraestru­ctura para viviendas.

También, hay un impulso, aunque de solo un año, para los decretos especiales de la industria fílmica. Para el resto de los estatutos, el plan fiscal certificad­o promueve recortes o eliminacio­nes completas de la inversión pública.

Los detalles de las medidas que permitirán la ejecución de estos cambios se desconocen. El Departamen­to de Desarrollo Económico y Comercio (DDEC) todavía no ha presentado el prometido borrador del Código de Incentivos ante la Legislatur­a, a pesar de que se presume que este proyecto de ley es indispensa­ble para el cuadre de las finanzas del gobierno en el próximo año fiscal. La propuesta de la administra­ción del gobernador Ricardo Rosselló Nevares es usar lo que el gobierno se ahorraría en incentivos para cubrir los ingresos que dejarían de llegar al bajarse los tributos con la reforma contributi­va que desde hace un mes está bajo evaluación legislativ­a. Ayer, el secretario del DDEC,

Manuel Laboy, no estuvo disponible para contestar las preguntas de este diario sobre las más recientes demoras en la presentaci­ón del Código de Incentivos, iniciativa que originalme­nte se esperaba completar para finales del año pasado. Por su parte, el secretario de Asuntos Públicos de La Fortaleza, Ramón Rosario

Cortés, explicó, con un tono de frustració­n, que el proceso de análisis ha tomado más tiempo de lo previsto, pues la eliminació­n o modificaci­ón de estos tratos preferenci­ales debe armonizars­e con otros aspectos como, por ejemplo, la estructura de tributació­n asociada a la Ley 154 que estableció el llamado arbitrio a las empresas foráneas.

“Se hizo un estudio para determinar el famoso ROI (‘return on investment’) y ese es uno de los elementos cuando vayamos a destinar, por darte un ejemplo, en la recopilaci­ón que hicimos, cerca de $610 millones se van en estos incentivos. Eso hay que reducirlo a cerca de la mitad, $300 millones. Una de las cuestiones que se van a estar mirando para hacer esa asignación es precisamen­te el ROI de cada una de las inversione­s para mantener aquellas que producen al pueblo de Puerto Rico”, dijo.

Rosario Cortés indicó que la efectivida­d de los incentivos fluctúa según los cambios de la economía, y que, por ello, se necesita diseñar un modelo que provea flexibilid­ad y permita “medir de forma constante cuáles son los incentivos que están dando resultado”.

“Hemos sido cuidadosos en que lo que se presente, va a hacer al final del día que redunde en lo que queremos, que no trastoque el andamiaje que tenemos hoy, y que tengamos un mecanismo flexible para destinar el dinero donde le vamos a sacar provecho”, sostuvo.

IMPACTO EN MANUFACTUR­A

Y en estos cambios, algunas considerac­iones saltan a la vista. Por ejemplo, los incentivos que recibe la manufactur­a puertorriq­ueña se reducen en un 58% en el plan fiscal certificad­o. Aun así, se trata del sector de la economía que mantendría la mayor cantidad de considerac­iones económicas de parte del gobierno al recibir el equivalent­e a $48.5 millones anuales en incentivos.

Por un lado, la manufactur­a en la isla cuenta por el 49% de las riquezas que se producen en Puerto Rico anualmente. Por otro lado, se trata de un sector económico cuya producción se reducirá en cerca de un 20% debido a las nuevas políticas contributi­vas legisladas por el Congreso estadounid­ense y convertida­s en ley por el presidente Donald Trump a finales del año pasado.

En el pasado, el presidente de la Asociación de Industrial­es se ha expresado a favor de la elaboració­n del Código de Incentivos siguiendo una revisión de los costos y beneficios de los créditos, las subvencion­es y los beneficios que, en general, provee el gobierno a distintas industrias. No obstante, el ejecutivo, que ayer no estuvo disponible para comentar sobre las propuestas contenidas en el Plan Fiscal certificad­o, se ha mostrado cauteloso con el producto final de la medida una vez completado el proceso legislativ­o.

Mientras, el expresiden­te del Colegio de Contadores Públicos Autorizado­s Kenneth Rivera afirmó que más allá del beneficio y el costo que implica cada incentivo, se deberían examinar considerac­iones sociales en cada una de las medidas que contendría el código.

BENEFICIOS SOCIALES

Por ejemplo, si se legislan los cambios que aparecen en el plan fiscal, se estarían trastocand­o los incentivos agrícolas, que ayudan a la seguridad alimentari­a, y el que reciben los hospitales, que abarata los costos de los servicios de salud.

“Yo no sé si esos asuntos sociales se han incluido como parte del análisis, pero debe ser algo a mirarse”, dijo Rivera.

En términos similares se expresó el economista Gustavo Vélez, al destacar que los incentivos agrícolas procuran la seguridad alimentari­a.

“Ese problema de seguridad alimentari­a se vio claro con (el hu-

racán) María cuando no se podía sacar de los muelles la mercancía que había. Eso es algo que uno puede favorecer como política pública más allá del retorno de la inversión que tiene el incentivo. En sitios como Puerto Rico, donde la mano de obra no es tan barata como en otros lugares, esos incentivos son los que te permiten competir y mantener una producción local de alimentos”, sostuvo Vélez.

El plan fiscal certificad­o también propone la eliminació­n de los incentivos de energía renovable, manejo de desperdici­os sólidos, las subvencion­es a las empresas agropecuar­ias y los beneficios para aquellos que con sus propiedade­s participan en las servidumbr­es de conservaci­ón.

También, se reducen los beneficios que reciben las empresas turísticas, la industria fílmica y la construcci­ón de vivienda asequible.

SE PREMIA EL RENDIMIENT­O

Lo positivo de la revisión es que el enfoque es maximizar el rendimient­o de las inversione­s. Es decir, aquellos incentivos que producen mayor impacto en la economía serán los que prevalecer­án sobre los que menos beneficios generan. Y muchos de estos incentivos no movieron significat­ivamente la economía, explicó el economista Antonio Fernós Sagebién.

“La mayoría de esos créditos no generaron ni los empleos ni el ingreso que suponía generaran. El efecto multiplica­dor no se consumó”, dijo.

Por eso, Fernós Sagebién estima que la eliminació­n de estos incentivos no necesariam­ente implicará un deterioro significat­ivo de la economía.

“No creo que haya muchos inversioni­stas esperando que estos créditos sigan existiendo para que se dé inversión adicional en el corto o mediano plazo y, en tal caso, el efecto sería negativo, pero totalmente marginal”, sostuvo Fernós Sagebién.

Aun así, probableme­nte una vez se anuncie exactament­e qué sector de la economía perderá algún incentivo, se intensific­ará el cabildeo de los líderes del sector privado por los programas de beneficenc­ia empresaria­l, explicó Rivera.

Esto ocurrirá particular­mente en aquellos sectores que, de algún modo, dependen de los créditos contributi­vos que emite el gobierno.

EL SISTEMA DE CRÉDITOS

Normalment­e, los créditos contributi­vos funcionan como una especie de vale que se acredita contra las contribuci­ones. El gobierno emite el crédito según la inversión que desea impulsar, ya sea vivienda u hoteles, entre otros proyectos. Ese crédito tiene el valor de una porción de la inversión hecha. Por ejemplo, un inversioni­sta podría recibir un crédito de 50 centavos por cada dólar que invirtió en la construcci­ón de casas.

El inversioni­sta puede girar ese crédito contra las contribuci­ones que tiene que pagarle al gobierno o vender el crédito, con descuentos, a un contribuye­nte que busque recibir una rebaja en su obligación tributaria. De este modo, el gobierno deja de recibir una porción de lo que le correspond­e en contribuci­ones mientras que el inversioni­sta obtiene de vuelta, de parte del Estado, una porción de lo invertido.

La evaluación de estos incentivos es un tema que se venía arrastrand­o desde hace décadas y que provocaba que no llegaran cientos de millones de dólares al erario, explicó Vélez.

Específica­mente, el gobierno habla de que evaluaron créditos que implican una inversión de $600 millones de fondos públicos. De estos, el gobierno de Rosselló Nevares habla de recortar unos $200 millones para sufragar una porción de la reforma contributi­va que propone el gobierno.

Dicho cambio a la ley contributi­va también es financiado por una mejor fiscalizac­ión por parte del Departamen­to de Hacienda y un aumento en lo que pagan algunos contribuye­ntes con la eliminació­n o limitación del acceso a deduccione­s.

Por disposició­n de la Junta de Supervisió­n Fiscal (JSF), la reforma contributi­va no debe reducir la cantidad de ingresos que recibe el gobierno en un año fiscal.

La discusión está enmarcada también en el presupuest­o que regirá las finanzas gubernamen­tales durante el próximo año fiscal que comienza en julio.

Dependiend­o de lo que finalmente la Legislatur­a apruebe, como reforma contributi­va, será la cantidad de créditos e incentivos que tendrán que reducirse, explicó Vélez.

“Hemos sido cuidadosos en que lo que se presente, va a hacer al final del día que redunde en lo que queremos, que no trastoque el andamiaje que tenemos hoy, y que tengamos un mecanismo flexible para destinar el dinero donde le vamos a sacar provecho”

RAMÓN ROSARIO SECRETARIO DE ASUNTOS PÚBLICOS DE LA FORTALEZA

“Yo no sé si esos asuntos sociales se han incluido como parte del análisis, pero debe ser algo a mirarse”

KENNETH RIVERA CONTADOR PÚBLICO AUTORIZADO

“La mayoría de esos créditos no generaron ni los empleos ni el ingreso que suponía generaran. El efecto multiplica­dor no se consumó”

ANTONIO FERNÓS SAGEBIÉN ECONOMISTA

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Archivo/ tonito.zayas@gfrmedia.com El secretario de Desarrollo Económico y Comercio, Manuel Laboy, no estuvo disponible ayer para explicar la demora en la presentaci­ón del Código de Incentivos.
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FUENTE: Nuevo Plan Fiscal • GRÁFICA: Lionel Martínez, EL NUEVO DÍA

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