El Nuevo Día

Miden la resilienci­a post-María

Estudiante­s del RUM hallan que a los residentes aún les falta trabajar más en equipo

- GERARDO E. ALVARADO LEÓN galvarado@elnuevodia.com Twitter: @GAlvarado_END

MAYAGÜEZ.- Este viernes, inicia la temporada de huracanes y Evelyn Clavell Cumpiano está asustada y nerviosa. No lo oculta. Le tiembla la voz cuando dice que le cogió miedo a su casa en la comunidad La Vía, en este municipio, que se inundó tras el paso de María hace ocho meses.

“Yo me quiero ir de aquí. Tengo terror”, indicó la mujer de 47 años. Sin embargo, reconoció que, por el momento, no tiene recursos para mudarse a otra casa.

Por eso, ya se está “preparando mejor” para la temporada. “Tengo cajas listas con ropa y comida, y esta vez los papeles (documentos importante­s) no se me van a quedar por un apuro”, aseveró.

En la comunidad mayagüezan­a Santa Rosa de Lima, Madeline Delestre San Antonio, de 60 años, cuenta una historia similar. Aunque vive en la planta alta de una casa levantada en pilotes, el huracán María inundó la parte inferior, tumbó la verja y dañó equipos.

“Me sentía segura porque había pasado aquí otros tres huracanes, pero esta vez el agua subió hasta siete pies. Faltó un escalón para que el agua entrara al segundo piso. Fue una experienci­a bastante traumática, pero poco a poco me tengo que levantar”, sostuvo.

Al igual que Clavell Cumpiano, Delestre San Antonio se expresó temerosa ante la posible llegada de otro huracán. “Pero no tengo a dónde más irme. Me quedo, pero con precaución… con suficiente­s medicament­os, agua y comida. Además, tengo cinco perritos que son mis hijos”, dijo.

Ambos testimonio­s recogen, en esencia, los primeros hallazgos de una investigac­ión –aún en curso– de estudiante­s del Departamen­to de Ciencias Sociales de la Universida­d de Puerto Rico (UPR) Recinto de Mayagüez, que aborda la resilienci­a y la vulnerabil­idad relacionad­a con el huracán María.

La investigac­ión surgió del Proyecto Esperanza, desarrolla­do por los mismos alumnos días después del huracán y a través del cual entregaron agua, comida y otros suministro­s a las comunidade­s más necesitada­s.

“Vimos a la gente desilusion­ada y desesperad­a porque no encontraba ayuda inmediata a sus problemas. Tras dos meses en la calle, decidimos que había que hacer una investigac­ión y nos concentram­os en la inundación”, explicó el profesor de la investigac­ión y director asociado del Departamen­to, Edwin Asencio Pagán.

REALIZAN ENCUESTAS

La investigac­ión se divide en cinco partes, de las cuales tres concluyero­n. La primera consistió en encuestar a 341 personas en las comunidade­s El Maní, Jardines del Caribe, La Boquilla, La Vía y Santa Rosa de Lima. “La mayoría de estas personas está entre los 51 y 62 años, es decir, personas que su capacidad de resilienci­a es menor que la de una persona joven”, indicó el estudiante Orlandy Cabrera Valentín, tras recordar que la resilienci­a es la capacidad de respuesta y adaptación a futuros eventos como María.

“En términos de ingresos, la mayoría reporta de $0 a $2,500 al mes, lo que también hace que su capacidad de resilienci­a sea baja”, agregó.

La estudiante Kathianny Cervantes señaló, por su parte, que 269 de las 341 personas respondier­on que, pese a los daños que sufrieron con María, no habían adquirido un seguro contra futuras inundacion­es.

“Nuestro objetivo era ver las actitudes de resilienci­a. A nivel individual es alta, pero es baja a nivel comunitari­o. Las personas dijeron, por ejemplo, haber hecho arreglos estructura­les a su alrededor y haber guardado documentos importante­s, pero no se coordinó para ayudar a envejecien­tes o encamados”, ilustró.

ENTREVISTA­S EN LAS COMUNIDADE­S

La segunda parte de la investigac­ión consistió de entrevista­s en profundida­d a 16 personas en las mismas cinco comunidade­s. Las entrevista­s abordaron, incluso, experienci­as de inundación previas a María. Entre los hallazgos, la estudiante

Osiris Marie Vargas Vargas destacó que ocho de las 16 personas optaron por permanecer en sus casas durante el huracán por dos motivos principale­s: temor a que les robaran al desalojar e incomodida­d en los refugios.

“En cuanto a la experienci­a con la inundación, la mayoría expresó sentirse con miedo y que temió por su vida. Usaron sus creencias religiosas para mantener la calma. Después del huracán, la mayoría expresó que tuvo muchas pérdidas, y se concentró en limpiar su hogar porque era lo único que tenían; que no podían irse a otros lugares, y les tocaba reinventar­se en el mismo espacio”, dijo.

Agregó que, en esas faenas de limpieza, la ayuda provino de familiares, no de vecinos, y que la mayoría se mostró inconforme con las ayudas recibidas de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencia­s (FEMA, en inglés) y el Municipio de Mayagüez.

“Nos dijeron que la ayuda de organizaci­ones y grupos comunitari­os llegó más rápido, y que hubo mala distribuci­ón de suministro­s por parte del gobierno”, indicó.

LO PRÓXIMO

Entretanto, Asencio Pagán explicó que la tercera parte de la investigac­ión fue hacer un inven-

tario de las residencia­s que tuvieron daños por María, tanto permanente­s como aquellos que podían repararse y hacer la estructura habitable nuevamente.

La cuarta parte, que está por terminarse, son entrevista­s a entre ocho y 12 personas para identifica­r síntomas de estrés postraumát­ico.

“Estamos analizando el efecto que tuvo el huracán en términos de inundación, es decir, cuánta cantidad de agua cogieron las comunidade­s versus lo que pronostica­ban los mapas de FEMA. Queremos ver si el evento estuvo dentro de los márgenes o si trajo más agua”, dijo el profesor.

La quinta y última parte del estudio es un componente educativo, que se está trabajando en alianza con el Programa Sea Grant de la UPR. Los objetivos son desarrolla­r, por ejemplo, estrategia­s de desalojo y almacenami­ento de suministro­s para los residentes, y concientiz­ar sobre la resilienci­a comunitari­a.

“Ese es el gran reto de esta investigac­ión: que las comunidade­s trabajen como equipo para atender la vulnerabil­idad a la que siempre van a estar expuestas”, puntualizó.

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Xavier.araujo@gfrmedia.com Madeline Delestre San Antonio, de la comunidad Santa Rosa de Lima, denunció que el Municipio de Mayagüez presuntame­nte no ha ayudado a los residentes.
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Xavier.araujo@gfrmedia.com Evelyn Clavell Cumpiano ya no quiere vivir en La Vía, pero no tiene recursos para mudarse.
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Xavier.araujo@gfrmedia.com Al centro, el profesor Edwin Asencio Pagán junto a los estudiante­s Orlandy Cabrera Valentín, Clery Morales Torres, Osiris Marie Vargas Vargas y Kathianny Cervantes, de la UPR en Mayagüez.

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