El arte público es parte valiosa de nuestra cultura
La cultura es una herramienta poderosa para manifestar la historia y la vida de los pueblos. Nuestro deber como sociedad es darle al quehacer artístico puertorriqueño el aprecio y el respeto que se merece.
Una acción contra una obra o un artista puede sacudir la conciencia colectiva; se convierte en un grito en auxilio del patrimonio. Esto ha ocurrido con la mutilación de un mural del maestro José Antonio Torres Martinó, pintado hace medio siglo en la antigua escuela Julia de Burgos en Carolina.
La eliminación de la obra causó una reacción en cadena de indignación. El Instituto de Cultura Puertorriqueña se ha comprometido a investigar el incidente con el mural, el cual tendrá que ser restaurado. Le tomamos la palabra a esta entidad como responsable de proteger la obra cultural puertorriqueña.
La lastimosa suerte del mural de Torres Martinó marca la urgencia de que el gobierno de Puerto Rico se asegure de conocer dónde y cómo se encuentran las obras de arte en las instalaciones públicas.
Hacer un inventario con los murales, pinturas, esculturas y obras en poder del Departamento de Educación permitirá a la agencia coordinar con las entidades culturales su custodia y protección. La inspección de los planteles con motivo de las consolidaciones de escuelas se presta para hacer el registro de las obras. En las transacciones de arrendamiento de planteles cerrados se debe asegurar la preservación del acervo artístico.
Su conservación permitirá a las comunidades tener la experiencia estética que brinda el arte. Podrán disfrutar obras de artistas que exponen también en museos y centros de intercambio cultural. Preservar estas obras, además, refuerza sobre todo en los estudiantes el aprecio y respeto por la cultura puertorriqueña.
La idea de este caudal por contabilizar la dio el Instituto de Cultura en 1966 cuando estimó que existían al menos 100 obras en instalaciones del sistema escolar público. Es responsabilidad del gobierno asegurarse que no se pierda este singular capital artístico. Bien organizado, este puede ser parte importante de nuestros atractivos turísticos.
Precisamente, las obras de arte son un activo de la isla. Nuestros artistas son reconocidos mundialmente. Sus obras se exhiben en salas, museos y galerías locales y en el exterior. Mientras, las estatuas, las esculturas y los murales embellecen nuestras comunidades. Con la debida organización, estas y otras manifestaciones artísticas, vinculadas a la música, el baile y el teatro, por ejemplo, pueden conformar parte de la oferta turística local, como han hecho muchas ciudades en el mundo.
En Puerto Rico hay mucho talento artístico. Aun en medio de la crisis que arropa al país y luego del paso del huracán María, la producción artística ha sido continua, al igual que muchas actividades culturales. Por ello sería lamentable que prevalezca la indiferencia ante desaciertos como el ocurrido con el mural de Torres Martinó.
No es, sin embargo, la primera vez que ocurren estos descuidos. En 1990, por ejemplo, Puerto Rico recibió a maestros escultores de la talla de Carlos Cruz Diez, Leopoldo Maler y Amadeo Gabino para enriquecer el Jardín Botánico de la Universidad de Puerto Rico con sus obras. Hoy, muchas de ellas están abandonadas. Años después, el arte público tuvo otro gran empuje con un ambicioso proyecto gubernamental de $25 millones que pobló la isla de monumentales obras. Esculturas como la de Carlos Guzmán en El Condado, fueron removidas debido al deterioro. La misma suerte han sufrido obras en las estaciones del Tren Urbano.
Ante esta realidad, hay artistas que si el presupuesto se los permite se ocupan ellos mismos de la manutención de su trabajo. En el plantel de Carolina, fueron las empleadas del comedor las que dieron la voz de alerta, dando cátedra del valor que las comunidades otorgan a las manifestaciones culturales que nos definen como pueblo. Su protección debe estar a la par con esta importancia.
Hay que proteger un patrimonio cultural muy rico de la falta de conciencia y responsabilidad que existe en torno al arte público.