“TÚ TIENES DERMATITIS ATÓPICA”
Cuando Sofía (nombre ficticio, pero paciente real de dermatitis atópica) tenía 12 años, le salió un salpullido por diferentes partes del cuerpo, tanto que llegó a la desesperación. “Me rascaba mucho y me dejaba el área en carne viva”, recuerda.
Su mamá la llevó al dermatólogo. “La doctora no dio con la condición, pero me recetó una crema con cortisona. Aun así, el picor y el salpullido seguían”, dice.
La madre de Sofía la llevó a otro dermatólogo. “Me dijo que era dermatitis no atópica. Me indicó el tipo de jabón que usaría para bañarme y el detergente para lavar la ropa, no usar fragancias y a usar unas navajas de afeitar especiales. Me recetó otra crema con cortisona que, aunque paró la condición, me salieron unas manchas blancas en la piel. Eso me creó bastante complejo en mi adolescencia; yo no quería ir a la playa ni a la piscina para que nadie viera las manchas”, aseguró Sofía.
Finalmente, fue referida a un tercer dermatólogo, que tenía unas máquinas especiales para la condición. “Así fue como, hace ya 13 años, llegué a la oficina del doctor José González Chávez, con mi condición activada. De tan solo mirarme me dijo: Tú tienes dermatitis atópica. En unos 10 días, esto va a estar solucionado”, contó.
Sofía comenzó a utilizar una mezcla de medicamentos que le dio el especialista y, luego, pasó a unas terapias semanales con unas luces de rayos ultravioletas.
“La dermatitis atópica tiene mucho que ver con el clima y el ambiente. Mi condición se activa con el frío, con el calor, las fragancias, el polen, el hongo y otras. Para evitarla, siempre uso un humectante recetado y sigo las recomendaciones médicas. A la primera que veo que se activa, enseguida voy al doctor”, recalcó.
Por su parte, González Chávez, especialista en dermatología y excatedrático del Departamento de Dermatología del Recinto de Ciencias Médicas, explicó que la dermatitis atópica es una condición genética y un trastorno autoinmune de unas células conocidas como linfocitos TH2.
“Cuando esos linfocitos están desregulados, liberan unas proteínas que atacan la piel, produciendo el cuadro inflamatorio que conocemos como dermatitis atópica”, indicó.
Aclaró que esas proteínas liberan una sustancia que causa intensa inflamación y edemas, hinchazón en la piel, que produce lo que comúnmente llamamos eccema atópica.
Comentó González Chávez que esta condición es un trastorno multisistémico porque, además de padecer de la piel, la persona puede tener asociado a ésta: asma bronquial, sinusitis, rinitis alérgica, condiciones oftálmicas y hasta tener trastornos de conducta como hiperactividad, entre otras.
“El paciente puede heredar una o varias de estas manifestaciones en diferentes grados de severidad, que va desde leve, moderada o severa”, aclara.
Factores clave
Señaló el médico que hay factores del medio ambiente que pueden desencadenar episodios o recaídas de la enfermedad. “Estos factores pueden ser tan sencillos como el estrés, la contaminación ambiental, exposiciones a alérgenos en el aire o la comida e infecciones, entre otros”, dijo.
Las personas que padecen esta condición deben evitar ambientes donde haya cortinas y alfombras, cambios bruscos de temperatura, ya sea de frío o de calor, polen, moho, ácaros del polvo, pelos de animales, picadas de insectos, contacto con materiales irritantes y químicos.
Quiénes la padecen
Típicamente es una enfermedad de la infancia. Puede verse en niños desde los 2 meses hasta al final de la vida, pero es más común en la niñez y suele mejorar en la adolescencia. Si persiste y se desarrolla después de la adolescencia, suele ser más severa y más crónica.
“La incidencia en Puerto Rico es bien alta por los factores ambientales, como los hongos, el polen y la arena del Sahara”, reconoció el doctor González.