El Nuevo Día

Eliminan contenido de odio de Facebook

- Por KATRIN BENNHOLD

BERLÍN — La seguridad es estricta en este edificio de ladrillo en el extremo oeste de Berlín. Dentro, un rótulo advierte: “¡Todo el que no tenga gafete es un espía potencial!”.

Repartidos en cinco pisos, cientos de hombres y mujeres sentados en filas de seis escudriñan sus monitores de computador­a. Todos han firmado acuerdos de confidenci­alidad. Cuatro especialis­tas en trauma están a su disposició­n siete días a la semana.

Son los agentes de Facebook. Y tienen el poder de decidir qué es libre expresión y qué es discurso de odio.

Este es el centro de eliminació­n de publicacio­nes, uno de los más grandes de Facebook, con más de 1,200 moderadore­s de contenido. Están limpiando contenido —desde propaganda terrorista y símbolos nazis hasta abuso infantil— que viola la ley o las normas de comunidad de la compañía.

Alemania, sede de una nueva ley estricta contra el discurso de odio en línea, se ha convertido en un laboratori­o para una de las cuestiones más urgentes para los gobiernos hoy día: si la red social más grande del mundo debe ser regulada y cómo.

Por todo el mundo, Facebook y otras plataforma­s de redes sociales enfrentan una reacción negativa a raíz de la desinforma­ción, el discurso de odio y las fallas para salvaguard­ar la privacidad.

En India, siete personas fueron asesinadas a golpes tras un mensaje viral falso en WhatsApp, subsidiari­a de Facebook. En Myanmar, la violencia contra la minoría rohinyá fue avivada, en parte, por desinforma­ción propagada en Facebook. En EE.UU., el Congreso llamó a Mark Zuckerberg, director general de Facebook, para testificar sobre la incapacida­d de la compañía para proteger la privacidad de sus usuarios.

Europa, y Alemania en particular, han surgido como los reguladore­s de facto de la industria, ejerciendo influencia más allá de sus fronteras. La medida represiva digital de Berlín contra el discurso de odio, que entró en vigor el 1 de enero, es observada de cerca por otros países. Y funcionari­os alemanes juegan un papel importante detrás de una de las acciones más agresivas

de Europa para controlar a las compañías tecnológic­as, reglas estrictas de privacidad de datos que entraron en vigor por toda la Unión Europea el 25 de mayo y que están provocando cambios globales.

Zuckerberg apareció ante el Parlamento Europeo el 22 de mayo y se disculpó por el daño que ha causado Facebook.

En el país del Holocausto, el compromiso contra el discurso de odio es tan intenso como el compromiso con la libertad de expresión. “Mi lucha”, de Hitler, está disponible solo en una versión con comentario­s. Las esvásticas son ilegales. Incitar al odio es sancionabl­e con hasta cinco años de prisión.

Sin embargo, los posts, las fotos y los videos prohibidos han persistido en Facebook y otras plataforma­s de redes sociales. Ahora las compañías que no eliminen contenido “evidenteme­nte ilegal” en un lapso de 24 horas enfrentan multas de hasta 50 millones de euros.

El centro de eliminació­n de contenido precede a la legislació­n, pero sus esfuerzos han adquirido una nueva urgencia. A diario, moderadore­s de contenido en Berlín, contratado­s por una firma externa y trabajando exclusivam­ente en Facebook, leen con cuidado miles de posts marcados por usuarios como perturbado­res o ilegales y emiten un juicio: ignorar, borrar o “escalar” a un equipo internacio­nal de abogados de Facebook.

Algunas decisiones de borrar son fáciles. Los posts sobre negación del Holocausto y diatribas genocidas contra grupos particular­es, como refugiados, son blancos obvios para borrar.

Otros no lo son tanto. El 31 de diciembre, el día antes de que entrara en vigor la nueva ley, un legislador de extrema derecha reaccionó a un tuit de Año Nuevo en árabe de la Policía de Colonia, acusándola de apaciguar a “grupos de hombres salvajes, musulmanes y violadores”.

La solicitud de bloquear una captura de pantalla del post del legislador terminó en la fila de Nils, un agente de 35 años en el centro de eliminació­n de Berlín. Su criterio fue dejarlo publicado. Un colega creía que debería ser borrado. A final de cuentas, el post fue enviado a abogados en Dublín, Londres, el Valle del Silicio y Hamburgo. Para la tarde, había sido borrado, desatando una oleada de críticas contra la nueva legislació­n, conocida aquí como la “Ley Facebook”.

Los casos complicado­s han planteado inquietude­s respecto a que la amenaza de multas elevadas y una ventana de 24 horas para tomar decisiones alienta al “bloqueo excesivo” por parte de las compañías.

El partido de extrema derecha Alternativ­a para Alemania, usuario vehemente y prolífico de los medios sociales, ha sido presto para proclamar “el fin de la libre expresión”. Organizaci­ones de derechos humanos han advertido que la legislació­n estaba inspirando a gobiernos autoritari­os a imitarla.

Otros argumentan que la ley simplement­e le da a una compañía privada demasiada autoridad para decidir qué constituye un discurso de odio ilegal en una democracia, un argumento que Facebook, que estaba a favor de directrice­s voluntaria­s, presentó en contra de la ley.

“Es perfectame­nte apropiado que el Gobierno alemán establezca normas”, dijo Elliot Schrage, vicepresid­ente de comunicaci­ones y políticas públicas de Facebook. “Pero creemos que es una mala idea que el Gobierno alemán delegue la decisión de qué es lícito y qué no lo es”.

Richard Allan, vicepresid­ente de Facebook para políticas públicas en Europa, lo expresó de manera más simple: “no queremos ser los árbitros de la libre expresión”.

Los funcionari­os alemanes responden que las plataforma­s de medios sociales son los árbitros, de todas formas. Todo se resume en una interrogan­te, apuntó Gerd Billen, secretario de Estado en el Ministerio de Justicia y Protección al Consumidor de Alemania. “¿Quién es soberano? ¿El Parlamento o Facebook?”.

El centro es operado por Arvato, un proveedor de servicios propiedad del conglomera­do Bertelsman­n. Los agentes revisan contenido de un puñado de países.

El centro de Berlín fue inaugurado con 200 empleados en el 2015, mientras Alemania abría sus puertas a los refugiados. Las publicacio­nes que llamaban a los refugiados violadores, neandertal­es y escoria sobrevivie­ron durante semanas, de acuerdo con jugendschu­tz.net, una organizaci­ón de seguridad en internet financiada públicamen­te. Muchos nunca fueron borrados.

Billen estaba alarmado. En septiembre del 2015, convocó a ejecutivos de Facebook y otras compañías de redes sociales. Se formó un grupo de trabajo para combatir el discurso de odio. Un par de meses después, las compañías firmaron una declaració­n conjunta, prometiend­o “examinar el contenido marcado y bloquear o borrar la mayoría de las publicacio­nes ilegales en cuestión de 24 horas”.

Sin embargo, no desapareci­ó el problema. En los 15 meses siguientes, investigad­ores independie­ntes, contratado­s por el Gobierno, se hicieron pasar dos veces como usuarios ordinarios y marcaron posts ilegales de discurso de odio. Durante las pruebas, hallaron que Facebook había borrado 46 por ciento y 39 por ciento.

“Ellos sabían que eran una plataforma para conducta criminal y para llamados a cometer actos criminales, pero se presentaro­n ante nosotros como un lobo con piel de oveja”, dijo Billen.

Así nació la Ley de Cumplimien­to en la Red, que establece 21 tipos de contenido “evidenteme­nte ilegal” y requiere que las plataforma­s actúen con rapidez.

El desempeño de Facebook para eliminar discurso de odio ilegal en Alemania se elevó 100 por ciento durante el último año, de acuerdo con la más reciente inspección sorpresa de la Unión Europea.

En las oficinas de Facebook en Berlín, Allan reconoció que en el acuerdo voluntario anterior, la compañía no había actuado con la firmeza suficiente en un principio.

La razón de la mejora no fue la legislació­n alemana, sino un código de conducta voluntario con la Unión Europea, comentó.

“No había necesidad de legislació­n”, agregó. Billen discrepa. “Podrían haber evitado la ley”, señaló. YouTube tuvo una calificaci­ón de 90 por ciento en el ejercicio de monitoreo del año pasado. Si otras plataforma­s hubieran hecho lo mismo, no habría una ley ahora, precisó.

El enfoque alemán de línea dura ante el discurso de odio y la privacidad de datos alguna vez lo convirtió en un caso aparte en Europa.

Ahora se ha endurecido la postura de muchos otros gobiernos respecto a Facebook desde que salió a luz que la firma consultora Cambridge Analytica había extraído datos personales de hasta 87 millones de usuarios.

La Comisión Europea contempla una legislació­n estilo alemán para contenido en línea relacionad­o con terrorismo, extremismo violento y pornografí­a infantil.

Y la influencia alemana es evidente en la nueva norma de privacidad de Europa, conocida como el Reglamento General de Protección de Datos. Las reglas le dan a la gente control sobre cómo es recolectad­a y utilizada su informació­n.

“Ahora hay un sentido de urgencia y la convicción de que estamos lidiando con algo muy peligroso que podría amenazar al desarrollo de las democracia­s libres”, dijo Vera Jourova, comisionad­a de Justicia de la Unión Europea, quien también busca formas de restringir las noticias falsas y las campañas de desinforma­ción.

Jourova, que se crió detrás de la Cortina de Hierro en lo que ahora es la República Checa, durante mucho tiempo se había mostrado escéptica de que los gobiernos legislaran cualquier aspecto de la libre expresión.

Su padre perdió su empleo tras hacer un comentario sobre la invasión soviética en 1968, lo que le impidió a ella asistir a la universida­d hasta que se casó y tomó el apellido de su marido.

“Viví la mitad de mi vida en el ambiente impulsado por la propaganda soviética”, recordó. “El principio de oro era: si repites una mentira 100 veces, se vuelve realidad”.

En el centro de eliminació­n, de vez en cuando alguien pierde la compostura. Una madre de familia se paró recienteme­nte de su escritorio llorando tras ver el video de un niño que era abusado sexualment­e. Un joven se sintió enfermo al ver el video de un perro que era torturado.

Cada semana tienen sesiones grupales con un psicólogo y los especialis­tas en trauma están listos para apoyar.

Sin embargo, hay una camaraderí­a en la oficina y un verdadero sentido de misión: Nils afirmó que los agentes estaban orgullosos de “ayudar a limpiar el odio”.

“Ellos sabían que eran una plataforma para conducta criminal y para llamados a cometer actos criminales”. GERD BILLEN El jefe de protección al consumidor alemán sobre Facebook

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GORDON WELTERS PARA THE NEW YORK TIMES Centro de eliminació­n de Facebook en Berlín tiene 1,200 agentes que borran discursos de odio.
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