Que no falte en tu equipaje
En un reciente viaje a los Estados Unidos, fui testigo de una situación que me llevó a comprobar que si hay dos cosas que nadie debe olvidar al hacer su equipaje son paciencia y sentido común.
Había llegado el momento cuando el azafato comenzaba a ofrecer y servir bebidas y “snacks”. En la fila anterior a la mía, una joven madre con dos niñas de unos cuatro y dos años, pidió leche para su hija menor.
El aeromozo le respondió que no tenía leche en el carrito pero que averiguaría si en otra parte de la nave había disponible. Y acto seguido añadió: “Yo trabajo en una línea aérea y soy padre, y cuando viajo con mi hijo siempre me encargo de cargar con su leche o cualquier otra cosa que vaya a tomar y comer”.
Estoy seguro que el resto del aquel día el hombre debió haberse preguntado quien lo habría mandado a decir esto último, pues la joven madre entró en un arrebato de ira que puso en alerta a todos los pasajeros a su alrededor. La dama acusó al azafato a viva voz de haberle faltado el respeto, de ser poco profesional, de no tener tacto. Le pidió su nombre completo para quejarse con la línea aérea por el modo en el que la había tratado.
Él comenzó a defenderse afirmando que no creía que le había faltado el respeto.
Aquel incidente provocó que la distribución de refrigerios se detuviera por varios minutos. Entonces, arribó una azafata, quien ante la queja de la pasajera pasó a confirmarle que efectivamente era muy poco probable que en el avión hubiera leche. Entonces, ¿tenía alguien la razón en esta controversia?
Por un lado, resulta irónico que las líneas aéreas no tengan en su inventario un alimento tan popular como la leche pero sí cuenten con una amplia y variada oferta de bebidas alcohólicas para vender a los pasajeros a lo largo del vuelo.
Por otro lado, es cierto que si uno viaja con niños pequeños o personas con necesidades alimentarias particulares debe procurar adquirir lo necesario antes de abordar un avión. Esto es fácil hoy en día cuando los aeropuertos parecen centros comerciales, -aunque lo más que venden es alcohol, perfumes, carteras y maquillaje. Pero aun cuando el proceso de seguridad en los aeropuertos es engorroso, sea para un bebé o para un diabético, por ejemplo, los alimentos son tan necesarios como lo sería un medicamento.
Bueno, les cuento que al fin y al cabo y después de tanto tirijala, como a la hora y media de aquel incidente en una esquina del avión apareció una cajita de leche tan pequeña que parecía de juguete y que la niña se habrá bebido de un sorbo.
Así que no olvidemos empacar paciencia y sentido común.