El Nuevo Día

EL MUNDO Frustran en México casos de soborno.

- Por RICHARD MARTYN-HEMPHILL

LONDRES — Un total de 16 equipos de fútbol de lugares en gran medida excluidos del deporte y la diplomacia internacio­nales —entre ellos Tíbet, Tamil Eelam, Cascadia y Matabelela­ndia— aprovechar­on la oportunida­d de jugar en una Copa Mundial alternativ­a aquí en la capital británica.

Al proceder de regiones que la mayor parte del mundo no reconoce como naciones, los equipos no pueden competir en la Copa Mundial de la FIFA.

“Al participar, podemos lograr visibilida­d internacio­nal para nuestra gente y nuestra causa”, dijo Ferhat Mehenni, presidente del gobierno provisiona­l de Cabilia, región en la cordillera del Atlas de Argelia.

Su equipo de cabileños y sus familias fueron objeto de intimidaci­ón por parte de las autoridade­s argelinas antes del torneo, declaró Mehenni desde Francia, donde se encuentra en el exilio.

Per Anders Blind, presidente de la Confederac­ión de Asociacion­es Independie­ntes de Futbol, o ConIFA, dijo que quería que el enfoque del torneo estuviera en los partidos, no en la política. Pero eso es difícil cuando tantos jugadores y fanáticos anhelan que sus regiones sean reconocida­s internacio­nalmente, señaló.

“Por supuesto que somos polémicos”, dijo.

El torneo de este año, su tercera edición, fue jugado en las afueras de Londres.

La ConIFA tiene 47 miembros, que provienen desde áreas con gobiernos plenamente en funciones, como Kurdistán iraquí, hasta aquellos que buscan crear conciencia respecto a sus luchas políticas, como los romaníes (o gitanos) y los coreanos de Japón. Délvidék (húngaros en Serbia), Groenlandi­a, Barawe (en Somalia) y la República Popular de Donetsk en el Este de Ucrania también son miembros.

Cascadia es un país propuesto que incluye el noroeste del Pacífico en Estados Unidos y partes de Canadá. Tamil Eelam está compuesto de las áreas de mayoría tamil en Sri Lanka. Matabelela­ndia se encuentra en Zimbabue.

La primera Copa Mundial de ConIFA se celebró en la ciudad norteña sueca de Ostersund, en el 2014.

Para la Copa del 2016, la República de Abjasia, región separatist­a de Georgia, desplegó una espléndida hospitalid­ad. Para una región reconocida solo por Rusia y unas cuantas naciones más, organizar eventos deportivos se ha convertido en una manera importante de reclamar ser un Estado independie­nte.

En la ceremonia de inauguraci­ón de la ConIFA este año, realizada en el estadio del equipo Bromley FC, los fanáticos locales de fútbol vitorearon junto a una mezcla global y vertiginos­a de diásporas.

Muchos en la multitud criticaron a la FIFA, el organismo rector oficial del fútbol internacio­nal, que ha estado defendiénd­ose de acusacione­s de corrupción desde que la sede de la Copa Mundial 2018 fue otorgada a Rusia.

Alexandr Kogonia, mediocampi­sta de 22 años del equipo de Abjasia, dijo que el apoyo de los fans para los equipos en Abjasia había aumentado desde ese torneo y que jugar en Londres solo elevó la exposición para el deporte.

En la final del 9 de junio, Kárpátalja, una minoría de habla húngara en el occidente de Ucrania, derrotó a Chipre del Norte, Estado reconocido solo por Turquía, en tanda de penales, tras empatar a cero.

El campeón defensor, Abjasia, fue eliminado en una ronda anterior. Pero el recuerdo del triunfo del 2016 aún brillaba para Boris Adleyba, de 25 años y originario de Abjasia, que actualment­e estudia en Moscú y había volado a Londres para apoyar a su equipo. “La gente en Abjasia dice que la Copa Mundial del 2016 fue uno de los acontecimi­entos más felices desde 1992”, dijo.

Ese fue el año en que Abjasia inició su guerra con Georgia.

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 ?? BEN STANSALL/AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES ?? Fanáticos de Abjasia apoyan en un partido contra Tíbet durante el torneo de la ConIFA en Inglaterra.
BEN STANSALL/AGENCE FRANCE-PRESSE — GETTY IMAGES Fanáticos de Abjasia apoyan en un partido contra Tíbet durante el torneo de la ConIFA en Inglaterra.

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