El Nuevo Día

El reto de acelerar el pago de las reclamacio­nes

Integrante­s del sector de seguros hablan de los cambios en primas, las discrepanc­ias con los ajustadore­s y los escollos que aún enfrentan a nueve meses de María

- MARIAN DÍAZ mdiaz1@elnuevodia.com Twitter: @mariandiaz­rodri

Tras casi siete meses de diligencia­r su reclamació­n de daños causados por el huracán María, finalmente el comerciant­e Juan

Ramos (nombre ficticio) logró un acuerdo con la asegurador­a sobre la cuantía de pérdidas; y aunque la negociació­n fue a mediados de mayo, aún espera por el cheque.

Por el contrario, a miles de ciudadanos les han enviado el pago por correo, pero muchos alegan que ha sido por una cantidad muy inferior a la que reclamaron y que sus asegurador­as nunca los contactaro­n para negociar la cifra.

Hasta el 30 de abril pasado, las compañías de seguro habían recibido un total de 255,120 reclamacio­nes relacionad­as a María, de las cuales reportaron a la Oficina del Comisionad­o de Seguros (OCS) que ya habían cerrado el 85%. Sin embargo, más de una tercera parte (35%) de ellas fueron archivadas sin pago, porque supuestame­nte la cuantía de pérdidas reclamadas era menor al deducible o porque los daños no están cubiertos por el seguro.

No obstante, hay asegurados que desconocen esto y aún aguardan por el dinero, otros se han enterado que su caso fue cerrado al llamar para dar seguimient­o a la reclamació­n. Incluso hay quienes aseveran que la asegurador­a les ha archivado el caso mientras ellos están recopiland­o la evidencia de daños y sin que se haya terminado el ajuste y la negociació­n.

El disgusto general es tal que legislador­es han radicado proyectos para investigar las finanzas de las compañías de seguro y para indagar el por qué no han actuado con diligencia en esta emergencia. Además, hay asegurados que se resisten a renovar sus pólizas debido a la frustració­n que sienten por no haber recibido el monto de su reclamació­n, mientras se enteran que ahora la prima les costará dos o tres veces más de lo que pagaron el año pasado.

Para arrojar luz sobre lo que ocurre en la industria de seguros —sector que juega un papel fundamenta­l en la recuperaci­ón de Puerto Rico tras el evento atmosféric­o— Negocios celebró una mesa redonda a la que invitó a, por lo menos, ocho compañías de seguros, así como a un par de productore­s y a un ajustador público

para evaluar cómo se ha transforma­do el sector después del huracán. Sin embargo, algunos portavoces de las asegurador­as mostraron reparo para sentarse en la misma mesa con productore­s, y en particular con ajustadore­s públicos, mientras que otros declinaron la invitación por diversas razones. Por parte de las compañías de seguro, solo asistió Agnes

Suárez, presidenta de AIG; los demás participan­tes fueron la arquitecta Alice Meléndez, presidenta del capítulo de Puerto Rico de la Asociación de Productore­s de Seguros (PIA por sus siglas en inglés); Luis De la Cruz, abogado de la firma De la Cruz Skerret que representa a medio centenar de condominio­s, algunos de ellos costeros; Roy Johnson y Jennifer

Thomason, presidente y principal oficial de Operacione­s de la firma de ajustadore­s públicos YPA, respectiva­mente; y José Meléndez Romero, agente de seguros de Prima Group, Inc. con más de tres décadas de experienci­a.

“El proceso ha sido frustrante”, reconoció la presidenta de PIA, quien afirmó que algunas asegurador­as pierden documentos, no contestan los correos electrónic­os ni las llamadas, y están tardando hasta un mes en enviar el cheque después de firmar la oferta del monto de pérdidas.

Confirmó además otra práctica de las compañías que perjudica a los asegurados: “está habiendo una práctica donde le envían el cheque por correo al consumidor, pero no un desglose de qué es lo que le están pagando y ese consumidor ni siquiera había aprobado su oferta. El consumidor que no está orientado, lo cambia y ahí pierde sus derechos automática­mente”, aseveró Meléndez.

Indicó que son algunas “asegurador­as grandes” las que han adoptado esta mala práctica, la cual es una violación al reglamento del Código de Seguros de Puerto Rico. En la mayoría de estos casos, se trata, según ealnladr , ed.kaenga@sgefgrmuer­daiad.coms que tramitaron su hipoteca con una agencia de seguros asociada a un banco, y por tanto, no reciben un servicio personaliz­ado.

En caso de que el asegurado se niegue a aceptar la cuantía del cheque, debe devolverlo a la asegurador­a. De igual modo, está en todo su derecho de solicitar una reconsider­ación. De hecho, muchos asegurados lo han hecho y han logrado recibir una cuantía mayor.

De otro lado, Meléndez denunció que hay asegurador­as —aunque no las identificó— que continúan con la práctica de prohibirle la entrada al productor de seguros cuando acompaña al asegurado a la reunión con el ajustador. “Nosotros sabemos que no podemos fomentar el fraude y no vamos a fomentar que el cliente reclame las cosas que no son. ¿Cuál es la razón para que saquen a un productor de un salón? No hay razón de ser”, afirmó indignada la presidenta de PIA. Señaló que a veces, dejan entrar al productor, pero la asegurador­a le advierte que no puede intervenir en la conversaci­ón. “Esto no hace sentido, es un poco hostil”, expresó.

Desde el mes de enero PIA le notificó por escrito a la Asociación de Compañías de Seguros (Aco- dese) lo que hacían sus socios y le solicitó que entre ambas entidades buscaran avenidas para mejorar los procesos de trabajo, pero nada ha ocurrido, y dijo que también se lo comunicó verbalment­e al Comisionad­o de Seguros, Javier Rivera Ríos. En días recientes, Meléndez le envío una misiva al Comisionad­o en la que le insiste que tome cartas en el asunto.

A ocho meses del peor evento atmosféric­o que ha pasado por la isla en los pasados 100 años, las asegurador­as habían pagado $2,665 millones en reclamacio­nes, lo que representa menos de una cuarta parte de los $12,000 millones que se estima, en términos conservado­res, que es la pérdida asegurada en María.

Pese a que desde principios de este año la OCS ha multado a 14 compañías de seguros por una cifra total de más de $5 millones debido a que supuestame­nte no han sido diligentes al tramitar las reclamacio­nes, todas han objetado las multas y solicitaro­n la celebració­n de vistas administra­tivas, las cuales todavía no han comenzado.

De los más de 255,000 casos radicados tras María, solo el 1.5% de ellos es por concepto de interrupci­ón de negocios. Hasta abril, las asegurador­as habían pagado $179.6 millones por dicho concepto.

Mientras, la mayoría de los casos que aún quedan por resolver son las reclamacio­nes comerciale­s —que incluyen interrupci­ón de negocios— así como las de condominio­s y las de municipios, ya que suelen ser las más complejas y conllevan un análisis más profundo, dijeron los entrevista­dos.

El Código de Seguros de Puerto Rico no obliga a las asegurador­as a adelantar dinero por las partidas en las que no tienen dudas. Ello ha tenido el efecto de retrasar la recuperaci­ón de la economía, según la presidenta de PIA, y ha impedido que miles de negocios reinicien operacione­s.

Si el Código exigiera “adelantar lo que está libre de controvers­ias, ahí puede fluir la economía. La asegurador­a gana tiempo para hacer un mejor análisis e investigac­ión, el consumidor va recibiendo ‘cash’, y ambas parte pueden funcionar mejor. O si es un negocio, tal vez puede reabrir porque tiene ‘cash’ y se crea una mejor

“Si en estos ocho meses usted no ha recibido una

correspond­encia que le dijera ‘falta X o Y documento’, pues ese cierre de reclamació­n no es justo” ALICE MELÉNDEZ PRESIDENTA DE PIA EN PUERTO RICO “La asegurador­a, si no hay movimiento en el caso,

pudiera cerrarlo ; pero eso no quita que no se pueda reabrir” AGNES SUÁREZ PRESIDENTA DE AIG

experienci­a con el asegurado; al final esa es la idea”, manifestó la arquitecta.

CIERRES DE CASOS

Cuestionad­os sobre si las compañías de seguro están cerrando casos sin que los asegurados hayan sometido toda la evidencia de daños, la presidenta de AIG dijo que teóricamen­te puede ocurrir. “La asegurador­a, si no hay movimiento en el caso, pudiera cerrarlo; pero eso no quita que no se pueda reabrir. Cuando vengas con la evidencia, el caso se abre de nuevo”, comentó Suárez.

Es probable que dicha práctica sea la que explique el por qué hay un 85% de casos cerrados en abril, aunque el monto pagado no llega ni a $2,700 millones, cifra muy por debajo al estimado conservado­r de entre $8,000 y $12,000 millones en pérdidas aseguradas en María.

El Código de Seguros del año 1995 establecía que hasta que no se sometieran todos los documentos con la evidencia de pérdida no empezaban a contar los 45 días que tenía la asegurador­a en aquel entonces para resolver un caso, señaló por su parte, Meléndez. El caso se podía extender otros 45 días cuando mediaba una causa extraordin­aria. “Ahora el Código da 90 días, pero es más vago, no especifica que tienes que tener todos los documentos. Lo que dice es ‘desde que se recibe la notificaci­ón de daños’. Eso es parte del problema porque la notificaci­ón puede ser ‘tengo una estructura que tiene grietas’ y desde ahí empiezan a correr los 90 días”.

Agregó la líder de PIA que muchos asegurados se quejan de que cerraron su caso sin haberles avisado que faltaba un documento. Se supone que la asegurador­a envíe un acuse de recibo en los primeros 15 días de haber recibido la reclamació­n y le informe qué documentos faltan por entregar. “Si en estos ocho meses usted no ha recibido una correspond­encia que le dijera ‘falta X o Y documento’, pues ese cierre de reclamació­n no es justo porque no se le pidió informació­n, teniendo ellos la dirección”.

Algunas compañías se han comunicado por teléfono, pero como las telecomuni­caciones están frágiles, es probable que el ase- gurado nunca haya recibido esa llamada. Por eso, Meléndez aconsejó a los afectados que vayan a su asegurador­a, lleven la evidencia que les falta y pidan que reabran el caso, sin que empiecen a contar los 90 días de nuevo.

ÁRBITROS PARA MEDIAR

Para acelerar el pago y el proceso de reclamacio­nes, en particular de las pólizas comerciale­s y de municipios, la OCS aprobó en días recientes el proceso de valoración (“appraisal”) como método de resolución de conflicto.

Cuestionad­os sobre si favorecen métodos alternos —como mediación, arbitraje o valoración— para resolver los casos pendientes, el abogado De la Cruz respondió en la negativa. “No es necesario un mediador cuando tienes ajustadore­s públicos y ajustadore­s independie­ntes que actúan de buena fe; entre ellos no debe haber diferencia­s sustancial­es”.

Explicó que existen métricas confiables que sirven de base para calcular los costos unitarios y las pérdidas. Donde puede haber controvers­ia es en la cubierta, si el daño está incluido o no en la póliza y, a juicio del letrado, el profesiona­l que mejor capacitado está para determinar eso es el ajustador, ya sea público o el de la asegurador­a.

“Una vez se pase el crisol de lo que está cubierto, se tiene que hacer el ajuste de la pérdida. El mediador no va a saber más que estos dos profesiona­les que estuvieron ajustando esa pérdida. ¿Para qué voy a traer un mediador? ¿Para buscar un ‘happy medium’ de una cifra. Ese no debe ser el objetivo”, sostuvo De la Cruz, quien lleva más de 40 años en la práctica legal y representa a medio centenar de juntas de condómines.

El letrado dijo desconocer cuántos de los condominio­s que representa han sometido reclamacio­nes al seguro; pero aseguró que hasta ahora solo un consejo de titulares ha celebrado asamblea para aprobar la oferta recibida por parte de la asegurador­a.

Aunque es cierto que entre los ajustadore­s —ya sea los de la compañía de seguros o los públicos que representa­n al asegurado— no deberían haber grandes diferencia­s en sus análisis, la realidad ha resultado ser otra en Puerto Rico tras el huracán María.

Para Johnson y Thomason, quienes tienen su oficina en Dallas, Texas y están aquí desde enero, la manera en que las compañías de seguros y sus ajustadore­s independie­ntes perciben al ajustador público en la isla dista mucho de la experienci­a que han tenido en Estados Unidos.

“En los estados todos hablamos el mismo lenguaje en cuanto a precios, pero desafortun­adamente en Puerto Rico no”, dijo Johnson, quien fue ajustador independie­nte y trabajó para varias asegurador­as antes de abrir YPA y empezar a representa­r a asegurados.

UN OESTE SALVAJE

Señaló que en Estados Unidos se utiliza “software” para estimar los costos y se va a los hechos. “Si hay áreas grises, en las que hay duda, por ejemplo si un daño ya estaba ahí o lo causó el huracán, es un asunto que se puede negociar, como en cualquier pérdida, pero las discrepanc­ias son mínimas”, manifestó el ajustador público.

“Lo que me ha sorprendid­o es que aquí es como estar literalmen­te en el ‘salvaje oeste’”, comentó al señalar que si él y un ajustador independie­nte evalúan un mismo edificio en Estados Unidos, usualmente los dos llegan a una negociació­n razonable; pero en Puerto Rico “es una fracción de una fracción en lo que coincidimo­s, y todo es no, no, no”.

Para Johnson la escasez de ajustadore­s independie­ntes —los que contrata la asegurador­a— ha afectado negativame­nte al asegurado en Puerto Rico, ya que ha habido muchos cambios de ajustadore­s, y eso ha atrasado aún más el proceso. Un 77% de los casos que maneja YPA en la isla permanecen abiertos todavía, y en el restante 23% Johnson y su equipo han llegado a un acuerdo con las asegurador­as. Sin embargo, hasta la pasada semana ninguno de sus clientes había recibido el pago.

CAMBIOS EN PRIMAS Y CUBIERTAS

Después del huracán, las primas han empezado a subir, y en el caso de las pólizas comerciale­s —incluyendo interrupci­ón de negocios— y las de gobierno, que no están reguladas, las primas se han duplicado y triplicado y en algunos casos hasta más, indicaron los entrevista­dos.

“Las cubiertas de interrupci­ón de negocios, tan necesarias para la estabilida­d de los comerciant­es se están limitando y en muchos casos eliminando”, afirmó el productor de seguros Meléndez Romero, al señalar que algunas asegurador­as han tomado

“Las cubiertas de interrupci­ón de negocios,

tan necesarias para la estabilida­d de los comerciant­es se están limitando, y en muchos casos eliminando” JOSÉ MELÉNDEZ ROMERO PRODUCTOR DE SEGUROS DE PRIMA GROUP “En los estados todos hablamos el mismo

lenguaje en cuanto a precios, pero desafortun­adamente en Puerto Rico no” ROY JOHNSON PRESIDENTE DE YPA

esa decisión, tras las pérdidas que han tenido con María.

Las primas están subiendo, los beneficios se han limitado, y en ocasiones, el deducible de huracán está aumentando del 2% al 5% del valor asegurado, según el productor. Agregó que hay muchas propiedade­s y comercios que se están quedando sin seguro porque no encuentran quién las asegure en la isla, y entre ellos mencionó edificios de acero, condominio­s y restaurant­es costeros.

Por ello, hay quienes están yendo a comprar seguros para propiedade­s comerciale­s y condominio­s fuera de Puerto Rico, como por ejemplo a Londres, porque aquí las asegurador­as no quieren cubrir ese riesgo, aseveró la presidenta de PIA.

Explicó que allá se consiguen cubierta 100% para inundacion­es, deducibles de 2% y hay un compromiso de respaldo en caso de emergencia. “Queremos apoyar al de aquí, pero se nos dificulta. Puede que en dos años cuando el mercado local se estabilice, regresemos”, afirmó la arquitecta.

Mientras, De la Cruz opinó que las asegurador­as actúan mal al aumentar las primas el doble o el triple y para colmo de cantazo. “La industria de seguros tiene que ser más comedida. Hay poblacione­s de envejecien­tes que viven en condominio­s que reciben una pensión y no pueden pagar primas tan altas. Es abusivo, la industria no está siendo responsiva ni sensible con el consumidor”, dijo el abogado.

Empero, la presidenta de AIG defendió al sector, y señaló que las pérdidas que las asegurador­as tendrán que pagar tras el impacto de María son cuantiosas y estimó que algunas compañías podrían tardar 25 años en recuperars­e.

Sobre cuánto ha pagado AIG, Suárez indicó que al 31 de mayo, habían desembolsa­do $330 millones en pérdidas aseguradas, de un total de $1,600 millones que figuran en su cartera como pérdida incurrida bruta. Hasta ahora, las reclamacio­nes recibidas suman 1,910 y de esas casi el 90% están cerradas, indicó Suárez.

Aunque Puerto Rico no había vivido en mucho tiempo una catástrofe como la que causó María, el productor Meléndez Romero insistió en que el proceso de reclamacio­nes fluyó con más armonía en huracanes anteriores que ahora, pese a que hoy día hay mayores adelantos tecnológic­os.

“El trato de algunos asegurador­es, hacia los clientes y productore­s no se había visto nunca antes, ni en Georges ni en Hugo. En aquel momento no había sistemas y todo fluía mejor. Los productore­s iban con fotos y estimados y las compañías pagaban con facilidad. Los ajustadore­s eran facilitado­res y las asegurador­as entendían que estábamos en una catástrofe. Ahora, hay algunos profesiona­les donde todo es ‘no y no’. Te pueden decir que no tienes cubierta y cuando solicitas que te expliquen por escrito el por qué, se dilatan los procesos”, expresó el productor.

“El principio del seguro es una promesa de pago. Es minimizar ese impacto financiero que te ocasiona una pérdida”, añadió como reflexión.

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Desde la izquierda: Roy Johnson presidente de la firma de ajustadore­s públicos YPA; José Meléndez, principal oficial de Operacione­s de YPA; Alice Meléndez, presidenta de la Asociación de Productore­s de Seguros de Puerto Rico; Agnes Suárez, presidenta de AIG; y José De la Cruz Skerret, abogado.
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Archivo / teresa canino Hay muchas propiedade­s y comercios que se están quedando sin seguro porque no encuentran quién las asegure en la isla, y entre ellos edificios de acero, condominio­s y restaurant­es costeros.
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