El Nuevo Día

“DEAL OR NO DEAL”

A veces se gana, otras se pierde; así es el complejo juego de la vida

- POR Jannette Hernández jannette.hernandez@gfrmedia.com

Era una tarde de domingo, de esas a las que te dedicas a complacer a los tuyos, cuando, emocionada —pero perpleja a la vez— disfrutaba ver cómo mi pequeño siempre optaba por arriesgars­e en cada jugada: perdiera o ganara. Esto no me impactó tanto, sino la confianza conque siempre optaba por no deal y cómo su voz, expresión facial y su cuerpo, sincroniza­ban con su gracia decisional. ¿Quién dijo miedo? Con la cantidad de tickets que ganó, escogió su premio.

Sí, la vida es compleja y los fracasos son parte inevitable de ella. ¿La resolución? Ante esta realidad, los expertos en salud mental son claros: “No debe haber vergüenza, ni miedo, ni tienes que lastimar tu autoestima. Mejor pregúntate: ¿qué lección puedo aprender de este evento? Te sorprender­á que muchas veces tras un fracaso, se abren nuevos caminos’’, asegura el doctor en Psicología, Alfonso Martínez-Taboas.

“A todos nos gusta ser exitosos”, dice el pasado presidente de la Asociación de Psicología de Puerto Rico, quien explica que: “El éxito trae consigo prestigio, halagos, felicitaci­ones y, a veces, recompensa­s monetarias o interperso­nales, pero, sin embargo, se sabe también que de todos es errar y equivocarn­os. No existe ni existirá un ser humano que no se equivoque o fracase en alguna tarea de la vida. Quizás, la única opción para no equivocarn­os y no fracasar es decidir no hacer nada. Pero esto, a su vez tiene consecuenc­ias penosas: estar inmóvil e invisible en un mundo competitiv­o y lleno de oportunida­des”.

Todo esto pasó por mi mente en mi reality show dominical —aunque, claro, en una escena bastante simple— pero, con una lección que me estremeció profundame­nte.

El psicólogo dice que hay quienes le temen desmedidam­ente al fracaso. Para estas personas, el miedo tiene varios fundamento­s. “Uno de los más comunes es asociar la tarea fracasada con un reflejo de quién soy yo como persona. En vez de decir: “Fracasé en el examen de estadístic­a”, la persona llega a los extremos de internaliz­ar el fracaso y decir: “Soy un fracaso como estudiante”. Al asociar la tarea fracasada con el valor que tiene como persona, está poniendo en riesgo su autoestima’’, destaca el psicólogo.

La vergüenza es otro de los fundamento­s comunes. “Para estas personas, un fracaso los hace más vulnerable­s sintiendo que son menos que otros y que los demás pensarán cosas despectiva­s sobre ellos’’, indica.

Según Martínez-Taboas, los expertos en este tema han encontrado que muchas personas que le temen al fracaso se vuelcan a un perfeccion­ismo extremo. “Estas personas, usualmente, tienen otros rasgos de personalid­ad, tales como necesidad compulsiva de tener un control perfecto de las situacione­s de vida y una necesidad de ser reconocido­s por un trabajo “perfecto”. Sin embargo, el costo es muy alto. Hay muchos estudios científico­s que apuntan a que la gente con un grado alto de perfeccion­ismo tienen muchos conflictos interperso­nales, poca tolerancia a la frustració­n, inflexibil­idad cognitiva y un temor profundo de que encuentren algún error o defecto en su trabajo. No es de sorprender­nos, pues, que mucha gente con un perfeccion­ismo extremo tengan historial de trastornos de ansiedad, somatizaci­ón y estados depresivos’’, advierte el miembro de la Asociación de Psicología de Puerto Rico.

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