Ardua la labor para construir sobre la medalla mundialista
La escasez de talleres y fogueos impide la conquista de preseas a nivel adulto
Mientras se disipa la celebración por la medalla de bronce conseguida el domingo por la Selección Nacional Sub-17 en el Mundial de esa categoría, la Federación de Baloncesto de Puerto Rico comienza a encarar un reto para no repetir la historia del pasado.
El baloncesto puertorriqueño ha estado entre las potencias del mundo en categorías juveniles, pero la Selección Nacional adulta no ha logrado el mismo nivel de éxito. Aunque goza de respeto internacional, no ha podido emular todavía las dos medallas mundialistas conquistadas por los combinados nacionales Sub-22 (plata en 1997) y Sub-17 (bronce en 2018).
Esto sin contar que en el Mundial Sub-17 de 2014, el grupo integrado por jugadores como Arnaldo Toro, Iván Gandía y Leandro Allende, entre otros, consiguió un quinto lugar en los Emiratos Árabes. Cinco años antes, en 2009, otro grupo de boricuas arribó sexto en el Mundial Sub-19.
“Hay que seguir trabajando con el programa. Los frutos van a llegar con el trabajo. No podemos obligarnos a pensar en cuánto tiempo vamos a lograr esa medalla a nivel adulto. Pero una de las facetas más importantes en el programa es eso; desarrollar los jóvenes para proyectarlos para la selección adulta”, dijo ayer en una visita a la redacción de El Nuevo Día, el mentor Omar González, quien guió al combinado a la medalla de bronce con un triunfo sobre Canadá 90-77, y quien estuvo acompañado por tres de los protagonistas boricuas en esa gesta: Víctor Rosa, Sebastián Martínez y Derek Luna.
Si bien el programa nacional se encuentra en un gran momento en términos del amplio banco de talento joven, la gran incógnita es qué hará la Federación y sus directivos para darle continuidad a esos éxitos. La mejor y más reciente demostración de la Selección adulta ocurrió hace 28 años, cuando un grupo conformado por el expítonio vot José “Piculín” Ortiz, Ramón Rivas, Jerome Mincy, Edgar León, Orlando “Pipo” Marrero, Francisco “Papiro” León, Georgie Torres, Raymond Gausse, Federico “Fico” López, José “Papote” Agosto, Angelo Cruz y James Carter, arribó cuarto en el Mundial de Argentina 1990.
En adelante, los mayores logros han sido para las selecciones juveniles, como la presea de plata del Mundial Sub-22 en 1997, equipo en el que figuraban Daniel Santiago, Bobby Joe Hatton, Orlando “Guayacán” Santiago, Rolando Hourruitiner, Shariff Fajardo, An- “Puruco” Látimer y Edgar Padilla, entre otros.
González señaló que existen varios escollos para la continuidad en el desarrollo de los juveniles, como la falta de exposición ante profesionales, ya que contrario al pasado, los jugadores del baloncesto colegial en la NCAA, no pueden participar en la liga local del BSN.
Por otro lado, por decisión de la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA), después de los 19 años ya no hay más torneos mundialistas. En el caso de los jugadores de Puerto Rico, caen en una brecha de inactividad internacional de entre cuatro a cinco años hasta que se gradúan de universidad y pueden jugar en alguna liga profesional, como el BSN.
EL FACTOR DINERO
“Son un montón de factores”, contestó el técnico cuando se le preguntó qué se necesita para tratar de lograr una medalla mundialista con el equipo adulto. “Administrativamente el dinero es un factor bien grande por muchas razones. Creo que una de las razones más importantes es el fogueo que se le pueda dar a estos muchachos, para lo cual en los últimos años no hemos tenido el tiempo”.
Según González, también se necesitan recursos para los viajes de la Federación para identificar y reclutar talento entre los puertorriqueños jugando en Estados Unidos. Sin embargo, uno de los inconvenientes mayores, según González, es la falta de tiempo para aglutinar a todos esos jugadores y poder tenerlos juntos por un tiempo prolongado para entrenar. La razón son sus estudios en escuelas superiores o universidades en Estados Unidos.
Aunque suena utópico, el técnico cree que una solución sería emular lo que ha hecho el béisbol.
“Como entidad federativa, tratar de crear una escuela, una academia de baloncesto, y tratar de mantener la mayoría de los jugadores dentro del país, dentro de ese programa. Pero, claro, el ofrecimiento de esa academia tiene que ser grande”, advirtió.
Otra alternativa, para compensar la falta de torneos internacionales después de los 19 años, es gestionar la participación en fogueos con otras federaciones.
LO DIJO
“Una de las facetas más importantes en el programa nacional es desarrollar los jóvenes para proyectarlos para la selección adulta”
OMAR GONZÁLEZ DIRIGENTE DE LAS SELECCIONES JUVENILES