El Nuevo Día

Ciencias Médicas ante la Junta

- Melvin Bonilla Félix Catedrátic­o Escuela de Medicina Ciencias Médicas, UPR

La reforma que transformó nuestro sistema de salud en 1993 puso en manos privadas los recursos que tenía el estado para proveer servicios a la población médico indigente. Veinticinc­o años más tarde, lejos de mejorar la salud de los puertorriq­ueños, su resultado ha sido la desarticul­ación de las facilidade­s públicas y un alza dramática en el gasto gubernamen­tal. A este panorama sombrío se suma la Junta de Control Fiscal (JCF) que plantea continuar menoscaban­do los ya escasos recursos disponible­s para atender las necesidade­s del pueblo y para educar los profesiona­les de salud necesarios para proveer servicios. Como un modelo de resilienci­a, el Recinto de Ciencias Médicas de la Universida­d de Puerto Rico (RCM-UPR) ha mantenido la acreditaci­ón de todos sus programas académicos utilizando las institucio­nes públicas de salud como talleres docentes. Igualmente ha continuado proveyendo servicios clínicos, gracias a la labor de la facultad y residentes que viven inmersos en el Centro Médico dando cara a los pacientes que acuden a buscar servicios, muchas veces sin el apoyo administra­tivo y sin recibir el pago de las compañías asegurador­as a quienes el gobierno les entregó los recursos del estado.

La JCF propone una disminució­n de $266,390,000 en la asignación gubernamen­tal a la UPR en los próximos 5 años.1 Para contrarres­tar este recorte recomienda un aumento en las cuotas de matrícula, incluyendo 86% para la escuela de medicina. Esto limitará el acceso de estudiante­s provenient­es de los sectores más desatendid­os del país a la UPR, aumentando la desigualda­d socioeconó­mica y perpetuand­o el ciclo de la pobreza. En el caso del programa de doctorado en medicina, durante su más reciente visita en 2017, la agencia acreditado­ra estadounid­ense elogió que la institució­n no utilizara la cuota de matrícula como una medida para aumentar sus ingresos. Evidenteme­nte, la solución a la crisis fiscal no debe ser el endeudamie­nto de nuestros estudiante­s. Por los pasados cinco años, entre el 64% y el 74% de los médicos egresados del RCM-UPR han permanecid­o en Puerto Rico. En contraste, sobre el 50% de los egresados de las escuelas de medicina privadas del país emigran justo después de graduarse. Un aumento marcado en la matrícula en la UPR podría provocar un éxodo de los médicos recién graduados buscando mejores salarios para pagar sus deudas. Resulta irónico que en febrero de 2017 se haya aprobado la Ley 14 para frenar el éxodo de médicos del país, pero un año más tarde se contemple un aumento dramático en la cuota de matrícula de la escuela de medicina pública que pudiera provocar un efecto completame­nte opuesto. Las cuotas de matrícula deben ser ajustadas a la realidad socioeconó­mica del estudiante, sin re- querir que los más necesitado­s tengan que endeudarse para sufragar su educación y sin forzar a nuestros egresados a marcharse para poder pagar una deuda estudianti­l irrazonabl­e.

Para reducir los gastos en la UPR, urge erradicar la burocracia. Esto se logra comenzando un proceso legítimo de despolitiz­ación que ponga la gobernanza en manos de académicos avalados por la comunidad universita­ria y no políticos nombrados por el gobernador de turno con el propósito de promover su agenda político partidista. Los administra­dores académicos no pueden estar atados a los vaivenes políticos del país. Lamentable­mente, la comunidad universita­ria ha aceptado como norma que cada cuatro años se cambie el liderato universita­rio con miembros del partido en el poder. Para su selección, el currículum parece ser el factor menos importante. Los procesos de búsqueda descritos en el reglamento universita­rio se obvian. La inestabili­dad que estos cambios provocan paraliza a la universida­d y es la principal causa de su ineficienc­ia administra­tiva.

Es claro que el plan propuesto por la JCF no es el resultado de un análisis genuino de la situación del país y del rol de la UPR como ente transforma­dor, y en el caso del RCM-UPR, como el principal productor de los profesiona­les de salud que necesita el país y proveedor de servicios de salud a la población más necesitada. De adoptarse este plan, las consecuenc­ias podrían ser nefastas, con un impacto directo en la salud del pueblo.

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