El Nuevo Día

Llamado a la adopción de todos los menores

- Lisandra Maldonado Activista Social

Cuando hablamos de la adopción en Puerto Rico, la mayoría pensamos en unir a un menor, generalmen­te un bebé o “toddler”, con una familia que anhela brindarle todo su amor y protección con gran desprendim­iento. Esa es la estampa generalmen­te asociada con la adopción. Pero esta hermosa realidad tiene varias vertientes.

Pensamos que los niños que están en proceso de adopción son bebés, no mayores de tres años. Pero esa no es la realidad. Según los datos más recientes del Departamen­to de la Familia, el 90 por ciento de los menores en espera de un hogar, una familia, supera los cuatro años.

Por lo general, el padre o la madre adoptante busca niños de cero a tres años. La razón principal es la creencia en que, si tienen al menor en su hogar desde edades tempranas, podrán adaptarlo más fácil a sus valores y manera de crianza. Esos padres también saben que la inmensa mayoría de los menores en la lista para adopción proviene de hogares donde experiment­aron maltrato físico o emocional. Eso les recalca la “necesidad” de que sean lo más pequeños posibles.

La excepción a esta regla no escrita es la adopción de hermanos. Esto no es muy frecuente, pero obliga a llevarse a niños mayores para mantener el vínculo ya establecid­o.

Por décadas, ese pensamient­o no ha cambiado sustancial­mente como para aumentar el número de adopciones en Puerto Rico. El desconocim­iento sobre nuevos métodos de crianza, técnicas de modificaci­ón de conducta y cambios de caracterís­ticas personales en los menores ha rezagado la búsqueda de nuevas adopciones. Como regla general, el estado intenta educar al padre adoptante cuando radica la solicitud. En la inmensa mayoría de los casos es demasiado tarde para cambiar su opinión sobre cuál niño quiere adoptar.

Durante los pasados cinco años, el promedio de niños en espera de una nueva familia, mayores de los cinco años, en la Unidad de Adopción del Departamen­to de la Familia, supera los 170. Es una enorme cantidad, si consideram­os que el universo de los menores listos para un hogar no ha pasado de los 250, en promedio.

Es necesario hacer cambios dramáticos, iniciando una agresiva campaña educativa sobre la adopción en todas las edades, sus beneficios y necesidade­s particular­es. Hay que enfatizar las nuevas destrezas de ayuda para menores que superan los cuatro años y cómo estos proveerán una invaluable contribuci­ón al hogar.

Tan reciente como en 2015, el Departamen­to de la Familia reconoció la necesidad de implementa­r nuevas estrategia­s para fomentar la adopción de estos niños. Sin embargo, en esos años jamás hubo un esfuerzo para cambiar la predisposi­ción de los padres adoptantes. La campaña no se puede circunscri­bir a los padres interesado­s. Tiene que ser masiva para enfocar el mensaje en el pueblo: la adopción debe ser de todos y para todos.

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