El Nuevo Día

Una decisión-bombazo

Mayra Montero Antes que llegue el lunes

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Ya. Todo está dicho. La jueza Laura Taylor Swain ha tomado la palabra y aclarado el punto. Por eso el gobernador se fue a Rusia. Creíamos que era que se había alejado por la debacle en Energía Eléctrica, pero no. Me imagino que ya sabía que se cuajaba un susto mayor.

Todos aquellos que esperaban por un fallo de “inconstitu­cionalidad”, deben leer con detenimien­to el documento que generó la magistrada el viernes. ¿Qué es lo que viene ahora? Veamos.

A lo largo de la historia, a lo largo de siglos, ha habido países que han decretado unilateral­mente la soberanía. Puestos de acuerdo los representa­ntes del pueblo —Ejecutivo, rama judicial y cámaras legislativ­as— formulan una declaració­n de independen­cia que es hasta cierto punto factible: desobedece­n las órdenes y leyes de la metrópoli, y cortan drásticame­nte con los vínculos que los unen a ella. Esa drasticida­d provoca una gran crisis, y lo hemos visto así en montones de instancias coloniales.

¿Qué es lo que no se puede hacer? Declarar unilateral­mente la estadidad. Eso sí que es imposible.

Por eso llama tanto la atención que los sectores estadistas se lamenten de que todo lo que está pasando, pasa porque no somos un estado más de la nación americana. Tal vez tengan razón, pero, ¿de quién es la culpa? Eso no es algo que nadie pueda decidir, ni proclamar por su cuenta. ¿Quién puede proclamar la estadidad? Ni decenas de miles de personas golpeando las puertas del Capitolio (federal), pueden obligar a los congresist­as a que incorporen una estrellita más en su bandera.

En otras palabras, te puedes ir cuando te dé la gana, forzando situacione­s y broncas. Pero nunca obligarás al otro a que te reciba cariñosame­nte.

Digo esto porque, después de todo lo que se ha dicho desde La Fortaleza, y en otros sectores que han estado confundien­do al país, me pregunto cuál va a ser, de ahora en adelante, el discurso de, por ejemplo, el Senado de Puerto Rico. La autoridad sobre las finanzas de la isla, sobre las caracterís­ticas del presupuest­o, y sobre las normas que se implantará­n para la operación del gobierno, radica en ese grupo de personas que no han dejado de trabajar en todos estos días.

¿Es que hay alguien que piense que no es demoledor para la percepción de una estructura seria de gobierno, el hecho de que el gobernador Ricardo Rosselló se vaya de paseo a Rusia, dejando a la isla al borde del abismo, y se gaste $26,000 en guardaespa­ldas? ¿Y los legislador­es, dónde andan? En instantes críticos, no hay derecho a vacaciones, ni a paseos, ni a tranquilid­ad.

Yo creo que, en lo que concierne a Rosselló, tiró la toalla. Después de su encontrona­zo con el Senado, y el hecho de que se viniera abajo el acuerdo al que había llegado con la Junta, se dio cuenta de lo inevitable. Para lo que quedaba, se iba lejos. Visto desde esa perspectiv­a, puede que ya no tuviera ninguna esperanza de recuperar el control del gobierno.

Hay una decisión firme: los poderes plenarios del Congreso de los Estados Unidos, le han permitido crear una criatura como la Junta de Control Fiscal, que tiene caracterís­ticas muy particular­es, inmunes a los reclamos de constituci­onalidad federal. Eso hace suponer que también será inmune a los reclamos de “usurpación” de poderes que ha hecho el gobierno, a través de la demanda radicada por Rosselló, y la Legislatur­a, a través de otra demanda que es una mera repetición.

El próximo 25 de julio se verá ese desenlace. Cada día se hace más difícil seguir mareando a la gente con un discurso donde la Junta de Control Fiscal viene a ser un organismo autónomo, creado por sí mismo, que se ha tomado libertades que nadie nunca le dio.

Una vez hasta escuché decir que en el Congreso nadie se enteraba de las “barbaridad­es” que pretendía la Junta, o de los intereses ocultos de algunos de sus miembros. Absurdo de toda absurdidad. ¿Cómo que no se enteran? Se enteran y requeteent­eran. Y hasta trazan políticas específica­s para que sean puestas en marcha como si se hubieran originado dentro del ente dirigido por Natalie Jaresko. La ingenuidad es a veces pura negación. La Junta es Estados Unidos. Es Washington. Es el Congreso. Es la Casa Blanca. Es el poder que rige un estado de cosas que unos prefieren y otros no, pero que, por ahora, ni tiene que contar con simpatías, ni le interesa el nivel de aprobación, ni le importan las encuestas, ni nada de nada. Están a otro nivel. Hay que empezar por entenderlo de una buena vez.

El desafío fundamenta­l es este: o lo aceptas y buscas caminos inéditos para el futuro, o haces lo único que está en tus manos, los saltos unilateral­es. El término medio se acabó. Y la jueza Taylor Swain, el viernes, tiró el primer bombazo. Falta ver que decide el 25.

La realidad puede pegar mucho más duro.

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“La Junta es Estados Unidos. Es Washington. Es el Congreso. Es la Casa Blanca. Es el poder que rige un estado de cosas que unos prefieren y otros no, pero que, por ahora, ni tiene que contar con simpatías, ni le interesa el nivel de aprobación, ni le importan las encuestas, ni nada de nada”

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