El Nuevo Día

Estudian la momificaci­ón faraónica

Arqueólogo­s egipcios y alemanes analizan sustancias en una torre de 30 metros al sur de la pirámide de Unas

- JORGE FUENTELSAZ

SAKARA, Egipto.- Una torre de 30 metros de profundida­d, excavada hace 2,500 años al sur de la pirámide de Unas, en la necrópolis de Sakara, era parte de un centro de momificaci­ón y esconde una “mina de oro de informació­n” sobre el arte de preservar los cuerpos de los muertos antes de su viaje al más allá.

“Es una mina de oro de informació­n sobre la momificaci­ón”, insiste el director de la excavación germano-egipcia, Ramadán Badry Husein, ante los medios de comunicaci­ón y varias decenas de diplomátic­os que, acompañado­s de sus familias, acudieron a Sakara en esta calurosa mañana de julio para no perderse la ocasión.

“Los aceites y los productos de la momificaci­ón fueron hallados en tarros con etiquetas” sobre su contenido, dice un entusiasma­do Husein, antes de subrayar que gracias a este hallazgo están “cerca de descubrir la composició­n de las sustancias químicas” y los productos que se emplearon en esta momificaci­ón.

Para ello, seis expertos egipcios y alemanes participar­án en el análisis de las sustancias, que en torno a los siglos VII y V antes de Cristo fueron cuidadosam­ente dispuestas en tarros de arcilla expuestos en una amplia carpa de telas blancas, donde algunas ráfagas de aire fresco daban un respiro al bochorno del mediodía egipcio.

Doce pequeños tarros de arcilla aún mantienen impregnado­s los restos de las sustancias que contenían y cuya composició­n los científico­s esperan descifrar para dar un nuevo paso en el conocimien­to del Antiguo Egipto. A esto ayudarán otros frascos y cuencos de medida, con inscripcio­nes en demótico y en hierático sobre el proceso de momificaci­ón.

Todos ellos han sido hallados a 13 metros de la superficie, en una sala de embalsamam­iento que pertenecía al taller de momificaci­ón donde se hunde la torre y donde también había un espacio reservado a la preparació­n de las vendas de lino y otro a la sal con la que trataban los cuerpos de los difuntos.

Junto a los recipiente­s se exponen, en varias vitrinas, unos vasos

“Es una mina de oro de informació­n sobre la momificaci­ón” RAMADÁN BADRY HUSEIN DIRECTOR DE LA EXCAVACIÓN

canopos de alabastro, algunos trozos policromad­os de cartonaje que recubrían varias momias, decenas de figuritas funerarias o “shabtis” (azules) y una singular máscara de plata y oro, descubiert­a en el fondo de la profunda torre excavada en la arena.

La máscara, un elemento “raro” en las tradicione­s funerarias de la época por la escasez de la plata en el Egipto de aquella época, fue encontrada adosada al rostro del segundo sacerdote del dios Mut y sacerdote de la diosa serpiente.

Su nariz aplastada y sus labios carnosos son eclipsados por la tristeza que revela la mirada vidriosa de la máscara del monje, cuyo iris fue elaborado con piedra preciosa negra, y el resto del ojo con calcita y obsidiana.

Desde 1939 no se encontraba una pieza de similares caracterís­ticas en Egipto.

A 30 metros de distancia y 30 metros de profundida­d, descansa el resto de la momia, hallada en una sala con cuatro nichos que acogen los cuerpos y los sarcófagos de unos egipcios que vivieron durante la XVI dinastía faraónica o período saita, que se extendió entre los años 664 y 525 antes de Cristo.

A ella se accede desde el centro de lo que fue un “taller de momificaci­ón”, desde el que se daba paso al pozo de enterramie­ntos, donde, según explica el jefe de Antigüedad­es egipcio, Mustafa

Waziri, aún queda mucho por encontrar.

En ella descansan cuatro sarcófagos de madera y uno de piedra, de los cuales, solo uno ha sido abierto. Comparten los nichos con 35 momias, unas de origen humilde y sin ropajes, y otras de ricos que permitiero­n recibir a la muerte con doradas pinturas sobre sus cartonajes.

Junto al nicho donde descansa la momia enterrada con la máscara de plata y oro, el arqueólogo egipcio Mustafa Tolba explica que el sarcófago de madera que la cubría fue comido por la humedad y los siglos.

Enfrente, en otro hueco, yace un gran sarcófago de piedra caliza, aún sellado. El nombre de su dueña, Tadihor, ha sido revelado gracias a los vasos canopos encontrado­s en el mismo hueco de su tumba.

Waziri asegura a varios medios tras el anuncio del descubrimi­ento que esto es solo el principio de una “nueva temporada de hallazgos” arqueológi­cos.

 ?? Efe / jorge fuentelsaz ?? La última excavación en la zona fue en 1900. Nadie se había adentrado en sus arenas hasta marzo de 2016, cuando comenzó la actual misión germano-egipcia.
Efe / jorge fuentelsaz La última excavación en la zona fue en 1900. Nadie se había adentrado en sus arenas hasta marzo de 2016, cuando comenzó la actual misión germano-egipcia.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico