El Nuevo Día

Vigilancia constante en Beijing

- Por PAUL MOZUR

ZHENGZHOU, China — En la ciudad china de Zhengzhou, un oficial de Policía portando gafas de reconocimi­ento facial detectó a un traficante de heroína en una estación de tren.

En Qingdao, una ciudad conocida por su herencia colonial alemana, cámaras operadas por inteligenc­ia artificial ayudaron a la Policía a atrapar a dos docenas de sospechoso­s criminales en un festival de cerveza.

Con millones de cámaras y miles de millones de líneas de código, China está desarrolla­ndo un futuro autoritari­o de alta tecnología. Beijing está acogiendo tecnología­s como reconocimi­ento facial e inteligenc­ia artificial para rastrear a 1,400 millones de personas. Busca armar un enorme sistema nacional de vigilancia, con ayuda de su florecient­e industria tecnológic­a.

“En el pasado, todo era cuestión de instinto”, dijo Shan Jun, un oficial de Policía en la estación en Zhengzhou donde fue atrapado el traficante de heroína. “Si se te pasaba algo, se te pasaba”.

China está dando marcha atrás a la típica visión de la tecnología como un gran democratiz­ador, que brinda a la gente mayor libertad y la conecta con el mundo. En China, ha traído control.

Cámaras escudriñan las estaciones de tren para detectar a los más buscados de China. Pantallas del tamaño de anuncios espectacu-

lares muestran a peatones imprudente­s, y listan los nombres de personas que no pagan sus recibos. Escáneres de reconocimi­ento facial protegen complejos de viviendas. China ya tiene un estimado de 200 millones de cámaras de vigilancia.

Estos esfuerzos complement­an otros sistemas que dan seguimient­o al uso de internet y comunicaci­ones, estancias de hotel, viajes en tren y avión e incluso recorridos en auto en algunos lugares.

No obstante, las ambiciones de China rebasan sus habilidade­s. La tecnología instalada en un cruce peatonal podría ser deficiente en otra ciudad, o incluso en la siguiente cuadra. Las ineficienc­ias burocrátic­as evitan la creación de una red nacional.

Las autoridade­s chinas regularmen­te declaran, y exageran, sus capacidade­s.

Algunos lugares van más avanzados que otros. Software invasivo de vigilancia masiva ha sido instalado para rastrear a la minoría musulmana uigur, de acuerdo con software visto por The New York Times.

“Ésta potencialm­ente es una nueva forma para que el gobierno maneje la economía y la sociedad”, dijo Martin Chorzempa, miembro del Instituto Peterson para Economía Internacio­nal.

La nueva vigilancia de China está basada en una vieja idea: solo una autoridad fuerte puede traer orden a un país turbulento. Mao Zedong adoptó esa filosofía con resultados devastador­es, al tiempo que su régimen de arriba abajo trajo hambruna y posteriorm­ente la Revolución Cultural.

Sus sucesores formaron un nuevo entendimie­nto con el pueblo chino. A cambio de impotencia política, serían dejados en paz y se les permitiría volverse ricos.

Dio resultado. La censura y los poderes policiacos permanecie­ron fuertes, pero aún así, el pueblo chino halló más libertad. La nueva actitud ayudó a marcar el inicio de décadas de crecimient­o económico vertiginos­o.

Sin embargo, hoy la economía de China no está creciendo al mismo ritmo. Sufre una severa brecha de riqueza. Y tras cuatro décadas de sueldos más altos y mejor calidad de vida, su gente tiene expectativ­as más altas.

Xi Jinping, el máximo líder de China, ha tomado acciones para consolidar su poder, recurriend­o a creencias de la era de Mao sobre la importanci­a del culto a la personalid­ad y el papel del Partido Comunista en la vida cotidiana. La tecnología le da el poder para hacerlo realidad.

Xi ha lanzado una actualizac­ión importante del estado de vigilancia chino. Los analistas estiman que el país tendrá casi 300 millones de cámaras instaladas para el 2020.

Contratos gubernamen­tales están impulsando la investigac­ión y el desarrollo en tecnología­s que monitorear­án rostros, ropa e incluso la forma de caminar de una persona.

No obstante, la imposición errática de las leyes significa que el largo brazo del alcance de Beijing se puede sentir alejado de la vida cotidiana. Como resultado, muchos apoyan los nuevos intentos por tener ley y orden.

Un auge tecnológic­o en China está facilitand­o las ambiciones de vigilancia del gobierno. En mayo, SenseTime, una empresa de arranque de inteligenc­ia artificial, recaudó $620 millones, dándole una valuación de unos $4,500 millones. Megvii reunió $460 millones de inversioni­stas entre los que figuraba un fondo creado por el alto liderazgo de China.

El mercado de seguridad pública de China fue estimado en más de $80,000 millones el año pasado, dijo Shen Xinyang, un excientífi­co de datos de Google quien ahora está con Eyecool, una compañía de arranque.

En una conferenci­a en mayo, Shen indicó que su compañía tenía sistemas de vigilancia en más de 20 aeropuerto­s y estaciones de tren, que habían ayudado a atrapar 1,000 criminales. Eyecool, dijo, está entregando diariament­e más de 2 millones de imágenes faciales a un sistema policiaco de macrodatos llamado Skynet.

Para que la tecnología sea efectiva, no siempre tiene que funcionar. Ejemplo de ello son las gafas de reconocimi­ento facial de China.

La Policía en la ciudad de Zhengzhou recienteme­nte presumió las gafas en una estación de tren bala. Los medios estatales tomaron fotos de una mujer policía observando con unos lentes obscuros.

Sin embargo, las gafas funcionan solo si el blanco se mantiene inmóvil durante varios segundos.

La base de datos de China de individuos que ha boletinado para ser vigilados —entre ellos supuestos terrorista­s, delincuent­es, narcotrafi­cantes, activistas políticos y otros— consiste de entre 20 millones y 30 millones de personas, señaló un ejecutivo tecnológic­o.

Ésas son demasiadas personas para ser analizadas por la tecnología actual de reconocimi­ento facial, aseguró el ejecutivo, quien pidió el anonimato.

Sin embargo, en muchos lugares, funciona la tecnología. En un paso peatonal en Xiangyang, se han reducido los cruces imprudente­s luego de que fueron colocadas las cámaras. En un complejo de edificios donde fue instalado un sistema de acceso con reconocimi­ento facial, acabaron los robos de bicicletas, de acuerdo con la administra­ción del inmueble.

“El punto es que la gente no sabe si está siendo monitoread­a, y esa incertidum­bre hace que la gente sea más obediente”, señaló Chorzempa.

En Zhengzhou, la Policía explicó que la simple idea de las gafas de reconocimi­ento facial podía hacer que confesaran los delincuent­es.

Shan, el policía de Zhengzhou, dijo que mientras interrogab­an al sospechoso, los oficiales sacaron las gafas y le dijeron al hombre que lo que dijera no importaba. Los lentes les darían toda la informació­n que necesitaba­n.

“Ya que tenía miedo de ser descubiert­o por la tecnología avanzada, confesó”, recordó Shan.

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FOTOGRAFÍA­S DE GILLES SABRIÉ PARA THE NEW YORK TIMES
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China espera rastrear a su gente con software de reconocimi­ento facial, como el de la compañía Megvii (arriba). Empleados en Megvii, en Beijing.
 ?? GILLES SABRIÉ PARA THE NEW YORK TIMES ?? Una pantalla al aire libre en Xiangyang muestra fotos de peatones imprudente­s junto con sus nombres.
GILLES SABRIÉ PARA THE NEW YORK TIMES Una pantalla al aire libre en Xiangyang muestra fotos de peatones imprudente­s junto con sus nombres.

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