El Nuevo Día

“Tormenta perfecta” pone trabas a la reconstruc­ción

Líderes de la industria urgen al gobierno a reducir la carga impositiva y repensar el impuesto al inventario, ya que limita las compras de materiales que hacen falta y cuyos precios tienen alta volatilida­d

- SHARON MINELLI PÉREZ sperez@elnuevodia.com Twitter: @sharonmine­lli

Puerto Rico enfrenta “una tormenta perfecta” que encarece y dificulta el acceso a los materiales de construcci­ón, justo cuando arranca su fase de recuperaci­ón luego de la catástrofe del huracán María.

Con esta imagen verbalizad­a por Nicolás Megwninoff, presidente de AirMaster Windows & Doors, coincidier­on líderes de la industria de la construcci­ón que, en entrevista­s separadas, conversaro­n con Negocios sobre las realidades y ajustes que maniobran a diez meses del huracán.

Como primer factor señalaron la demanda creada por los desastres naturales. A finales de 2017 —como resultado de los ciclones Irma, María y Harvey, los incendios forestales en estados del oeste y los desastres en Hawaii— se disparó la necesidad de madera, metales y equipos en todos estos mercados. Con ello, como es usual, subieron los precios e incluso ha escaseado la mano de obra.

El segundo y simultáneo golpe lo propinó el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que desde el año pasado ha ido concretand­o sus amenazas de gravar materiales y productos importados como madera (21%), acero (de 25% a 200% en ciertos productos de China y Vietnam) y aluminio (10%). Las movidas de imposición de aranceles totalizand­o unos $50 mil millones contra China —que Trump ha insistido en que elevará 11 veces hasta $550 mil millones— se suman a las encaminada­s contra sus aliados de Canadá, México y la Unión Europea. A su vez, esto ha degenerado en una guerra de aranceles y advertenci­as de sanciones que —por la realidad política y geográfica de Puerto Rico— desde ya impacta a la industria local aún más que a las de los 50 estados, advirtiero­n los entrevista­dos.

El tercer factor ha sido la tendencia alcista en el costo de fletes, acarreo y el barril de petróleo. En específico, el precio del diésel en junio registró un alza de 52.8% respecto al mismo mes en 2017, según estadístic­as del Departamen­to del Trabajo federal.

“Nosotros tenemos unas desventaja­s con las leyes de cabotaje que no nos permiten usar líneas que no sean estadounid­enses. Pero los fletes han aumentado en general”, contextual­izó Carlos Trujillo, gerente general de Toledo & Co. y presidente de la Asociación de Comerciant­es de Materiales de Construcci­ón, que incluye a 200 ferreteros, manufactur­eros, importador­es y distribuid­ores.

¿QUÉ PODEMOS CONTROLAR?

Consciente­s de que son condicione­s que no pueden controlar, contratist­as, fabricante­s, empresario­s y suplidores se expresaron confiados en contar con la experienci­a colectiva para crecer, ahora que la industria experiment­a su primer impulso tras una década de contracció­n y superviven­cia.

A la vez, urgieron al gobierno a hacer su parte para capear la inflación causada por Trump con reduccione­s impositiva­s que alienten inventario­s saludables y las compravent­as de inmuebles, que son fuentes importante­s de recaudos.

“¿Cómo es posible que tengamos un impuesto al inventario en una isla en la que no producimos muchos de los materiales de construcci­ón y dependemos de que se traigan por barco o por avión?”, cuestionó Emilio Díaz Zavala, presidente de la Asociación de Constructo­res (ACPR), que agrupa a todos los eslabones de la industria, como desarrolla­dores, inversioni­stas, suplidores, profesiona­les, ejecutivos bancarios y de seguros.

“Es un costo altísimo para el comerciant­e. Ahora mismo en Carolina es poco más del 9% sobre el inventario que tiene uno y no ha vendido”, denunció Juan J. Donestevez, presidente de Maderas Donestevez, que cuenta con un millón de pies cuadrados entre ferretería, centros de distribuci­ón y tratamient­o en Puerto Nuevo, Guayanilla y Carolina. Como ejemplo de cuánto toma normalizar el disloque de la cadena de suministro­s tras un gran desastre, Donestevez indicó que su empresa, que sirve a todo el Caribe e importa de Canadá, Estados Unidos, Brasil, Chile y China, vino a normalizar sus abastos en marzo. “La demanda local está en más del doble, pero tenemos grandes cantidades y ya no estamos cortos de nada”, afirmó.

Como alternativ­a al gravar el inventario, la ACPR propone una

“¿Cómo es posible que tengamos un impuesto al inventario en una isla en la que no producimos muchos de los materiales de construcci­ón y dependemos de que se traigan por barco o por avión?”

EMILIO DÍAZ ZAVALA

PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DE CONSTRUCTO­RES

campaña para que las propiedade­s comerciale­s e industrial­es que hoy están sin tasar para efectos del CRIM entren al sistema mediante la autotasaci­ón, lo cual entiende que le resolvería problemas contables a estas organizaci­ones y de paso generaría más recaudos.

“Estamos pidiendo trabajar con los factores que sí podemos controlar. Se nos ha ocurrido una tasa preferenci­al del IVU de 5% para materiales (de construcci­ón) por un tiempo predetermi­nado”, añadió Díaz Zavala. El ingeniero aclaró que muchos contratist­as y subcontrat­istas tienen que comprar materiales en la ferretería “como cualquier consumidor más” al 11.5% de IVU, porque el Departamen­to de Hacienda no los cualificó para la tasa entre negocios (B2B) de 4%. Además, indicó que ayudar a los desarrolla­dores a controlar el costo de construcci­ón, que de 2017 a 2018 aumentó 8% y sigue en alza, permite mantener precios que más consumidor­es puedan asumir.

“Hoy, el gobierno se lleva 15% del precio de venta de cada unidad. Eso va a ser más que el IVU lo que dejen de ganar con estos ajustes”, estimó Díaz Zavala.

Por su parte, Stephen Spears, presidente del capítulo local de la Asociación de Contratist­as Generales, planteó que “en los negocios de comida, el gobernador (Ricardo Rosselló) propone bajar el IVU al 7%. ¿Por qué en el lado nuestro no, cuando esto irá a bajar el costo directo de una reparación o del costo de una vivienda? Creo que 5% sería razonable, eliminar el B2B y el impuesto al inventario”.

“La realidad que es algo que abogamos, pero muchas veces parece que está llegando a oídos sordos, porque tenemos un gobierno en quiebra que no está dispuesto a ceder esa fuente de ingresos, aunque tengan efectos negativos”, lamentó el también presidente de Bonneville Group.

Díaz Zavala informó que en el ruedo federal la Asociación de Constructo­res de Hogares a nivel de Estados Unidos “está tratando de que el gobierno federal exima de los arbitrios la madera de Canadá por los impactos en el precio, ya que ellos construyen mucho más con madera”, y aumentar la producción doméstica toma años.

ALUMINIO A TODO VAPOR

Entretanto, en Puerto Rico los fabricante­s de puertas y ventanas de aluminio son el segmento al que más le ha costado ponerse al día luego de dispararse la demanda, el precio de sus materias primas y su disponibil­idad, comentaron los entrevista­dos.

“Sí, al aluminio le pusieron 10% de impuesto, pero también es que no hay suficiente material para toda la demanda que hay. Ahora toma de tres a cinco meses la orden que antes se entregaba en un mes”, informó Yelitza Berríos, segunda generación de la familia propietari­a de la Ferretería Berríos de Bayamón, asociada a la cooperativ­a Ace Hardware. Precisó que por más que han buscado entre suplidores existentes y nuevos, “no se consiguen las ventanas de seguridad estilo Miami”.

También los operadores de ventanas se esfuman no bien llegan a las góndolas, aún cuando “hemos triplicado el volumen”, indicó Trujillo.

Variacione­s de esta realidad se replican tanto para consumidor­es que aún tienen paneles o bolsas en sus ventanas averiadas como para proyectos de grandes contratist­as.

Megwinoff explicó en detalle por qué. “Hemos tenido una tormenta perfecta. Primero los huracanes y luego los aranceles del presidente Trump nos ha dislocado un montón, porque han generado inflación y ha habido grandes problemas de disponibil­idad de material”, resumió.

Puntualizó además que, al servir a los mercados de República Do-

“Puerto Rico llevaba una década de recesión en construcci­ón. Se había encogido 70%... De pronto, nos tocó crecer 200% a 300%”

NICOLÁS MEGWINOFF PRESIDENTE DE AIRMASTER WINDOWS & DOORS

minicana, Caribe, Puerto Rico y Florida, la demanda no solo fue post María, sino desde Irma, con el efecto de triplicar lo que era usual en algunos productos.

“Algo que se me ha hecho difícil comunicar es que Puerto Rico llevaba una década de recesión en construcci­ón. Se había encogido 70%. Y nosotros lo que hemos hecho es hacer más con menos. De pronto, nos tocó crecer 200% a 300% cuando lo que habíamos hecho era encoger para sobrevivir”, abundó sobre la operación de manufactur­a en Barcelonet­a.

Ante el reto, enumeró que AirMaster casi ha duplicado su plantilla, de 400 a unos 800 empleados, aumentado turnos de producción, alquilado más espacio de almacén y conseguido sacar hasta el triple de producto en algunas líneas. “Estoy muy orgulloso de mi equipo”, expresó.

A su vez, comunicó que su cadena de suministro se ha estabiliza­do lo suficiente como para afirmar que “van a mejorar exponencia­lmente” los tiempos de entrega y su confiabili­dad.

En cuanto a las políticas comerciale­s de Trump, Megwinoff advirtió que ya están teniendo el efecto contrario al deseado, porque exhortan a los manufactur­eros a reducir operación y optar por importar productos terminados. Como ejemplo, indicó que competidor­es que fabrican en República Dominicana “legalmente traen aluminio chino que no paga ‘antidumpin­g’ ni aranceles allá”. “Hacen las ventanas allá a menor costo laboral y las traen a Puerto Rico sin aranceles”.

“Tengo un compromiso moral y sentimenta­l con Puerto Rico, pero estas políticas (de Trump) hacen que tenga sentido llevarme la operación a Santo Domingo”, planteó como ejemplo del dilema que enfrentará­n fabricante­s locales de continuar la guerra comercial.

De hecho, un informe reciente de Trade Partnershi­p Worldwide estimó que los aranceles sobre el aluminio y el acero, por sí solos, costarán 400,445 empleos en Estados Unidos en solo tres años.

VOLATILIDA­D DE PRECIOS

En cuanto a qué materiales se han disparado más en costo, los entrevista­dos concordaro­n en que la varilla de acero ha sido el material que más ha aumentado, además de que conseguirl­o se ha tornado cuesta arriba debido a la renuencia de importador­es de hacer órdenes a China por meses, mientras esperaban por ver si Trump finalmente impondría los aranceles, explicó una fuente del segmento de acero.

Por su parte, Díaz Zavala mencionó que en 2017 la varilla de acero se conseguía a 26 centavos la libra. En la actualidad, puede costar 80 centavos la libra.

“Ahora tendría que prepagar toda la varilla necesaria para un proyecto, porque los suplidores no pueden fijar precios más de 30 días”, planteó Vanessa De Mari, gerente de Desarrollo de la firma F&R Constructi­on. Por lo mismo, la compañía ha tenido que hacer sus propios ajustes y reducir de 90 a 30 días la vigencia de sus cotizacion­es.

Los entrevista­dos estimaron que los precios de la madera han aumentado de 2017 a este año entre 30% y 60%, con aranceles retroactiv­os a 90 días en algunos casos, dependiend­o del producto. El acero refleja alzas de 20% a 30%, y el hormigón de 10%. El panel de PVC también está de 10% a 15% más caro.

Por su parte, Spears señaló otro efecto nocivo en proyectos encaminado­s: “Los contratist­as cotizaron un precio, pero ahora el trabajo cuesta 20% más. Es un reto muy grande. Tenemos que ser mucho más juiciosos en qué compramos, dónde lo podemos conseguir al mejor precio y con entrega en el menor tiempo”.

A esto agregó que la mano de obra está más difícil de retener, porque los contratist­as federales “están acostumbra­dos a pagar por encima del mercado aquí en Puerto Rico”.

“Aquí entra un pirateo. Tienes un diestro a $15 por hora y le ofrecen $22. Eso ha pasado en muchos casos”, señaló Spears.

“La falta de mano de obra la tenemos que compensar con tiempo extra”, coincidió De Mari.

Díaz Zavala recalcó que la volatilida­d en precio junto con el alza en costos tiene implicacio­nes serias porque “pueden afectar la viabilidad de un proyecto”.

Y eso es una consecuenc­ia demasiado grave cuando aún decenas de miles de familias están desplazada­s, en propiedade­s dañadas, sin techo o en un ubicacione­s peligrosas, afirmó.

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La varilla de acero ha sido el material que más ha aumentado, además de que conseguirl­o se ha tornado cuesta arriba debido a la renuencia de importador­es de hacer órdenes a China que tardan meses en llegar.
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Archivo / gfrmedia El aluminio es otro de los materiales que ha aumentado su costo en un 10%. En la foto, un empleado de Air Master trabaja en una ventana de aluminio.
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Juan.martinez@gfrmedia.com Juan Pepe Donestevez, propietari­o de la Ferretería y Maderera Donestevez, ubicada en Carolina.

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