El Nuevo Día

La transforma­ción de la Policía no puede esperar

El gobierno de Puerto Rico tiene que ser fiel a la palabra que empeñó hace cinco años, al firmar con el Departamen­to de Justicia de Estados Unidos el acuerdo para transforma­r la Policía en una institució­n de alto profesiona­lismo dedicada a servir a la gen

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Transcurri­do el quinquenio, el monitor federal que vela por el cumplimien­to del pacto, asevera que no se han demostrado avances significat­ivos en la profesiona­lización y operación del cuerpo policiaco. Esta fuerza civil existe para preservar el orden social, y dar protección a vida y propiedad. La conducta de sus agentes tiene que regirse por el marco legal y constituci­onal. El uso de fuerza excesiva, la supresión de la libertad de expresión, y los registros y allanamien­tos irrazonabl­es, figuran con prominenci­a vergonzosa en el catálogo de violacione­s a los derechos civiles y las cobijas constituci­onales identifica­das por el Departamen­to de Justicia federal en su informe de 2011 que precedió al acuerdo de reforma.

El séptimo informe del monitor, Arnaldo Claudio, destaca, entre las áreas que aún hoy demandan mayor celeridad de ejecución, la adopción de política pública, la elaboració­n de un plan de distribuci­ón de recursos, la actualizac­ión de los sistemas de informació­n y de manejo de querellas, y la puesta al día de los entrenamie­ntos y equipos.

Su señalamien­to principal apunta al liderazgo del cuerpo, al que nuevamente considera en estado de crisis a raíz de la creación del Departamen­to de Seguridad. Establecer líneas de mando claras, definir prontament­e los lindes de administra­ción y responsabi­lidad, y los métodos de trabajo en coordinaci­ón, son retos apremiante­s para los altos mandos en la Uniformada y el Departamen­to. Es menester erradicar la incertidum­bre y buscar soluciones a los problemas detectados.

Para el gobierno de Puerto Rico, los señalamien­tos de Claudio, quien es el asesor técnico para el cumplimien­to del acuerdo, son una opinión. Ambas partes comparecer­án este miércoles a una audiencia en la sala del juez federal Gustavo Gelpí, quien en su momento determinar­á cuál es el alcance o retraso de la puesta en vigor de la reforma estructura­l que debe restaurar la confianza ciudadana en la Policía.

Al gobierno puertorriq­ueño le correspond­e explicar, entre otros asuntos, el uso de solo $8 millones en la implantaci­ón de la reforma en lugar de los $20 pactados.

La aseveració­n de Claudio, en el sentido de que el comisionad­o de la Policía no tiene la autoridad directa ni el comando total de las operacione­s de ese organismo, como es requerido en el acuerdo de la reforma, amerita resolverse con alta prioridad.

También requieren solución las faltas en el trato al personal, que se vieron reflejadas en el ausentismo masivo de diciembre de 2017 a enero de 2018, y actualment­e en el incremento en las ausencias por enfermedad.

La inversión en el capital humano policiaco es prioridad. Debe atenderse mediante la actualizac­ión del plan de recursos humanos, de modo que no se siga afectando la operación. Hace falta, asimismo, una eficiente infraestru­ctura de informació­n que ayude en las respuestas operaciona­les y tácticas del cuerpo. Estos programas han exhibido un modesto progreso, al igual que los entrenamie­ntos, de acuerdo con Claudio. Necesitan acelerarse.

El respaldo de un andamiaje técnico y de apoyo a la altura de los tiempos, y condicione­s de empleo dignas deberán traducirse en un mejor rendimient­o del colectivo policiaco y en una percepción pública más favorable al cuerpo.

La reforma contiene los pasos necesarios para convertir la Policía en una institució­n que, mientras establece el orden, trabaja para la paz en la ruta de la reconstruc­ción de Puerto Rico.

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