Rusia cumple con su cometido
Mientras el pasado domingo explotaban los fuegos artificiales sobre el estadio Luzhniki de Moscú, los jugadores de Francia bailaban sobre la cancha y se retrataban con el codiciado trofeo de la Copa Mundial. Fue la estampa final de un maravilloso torneo que no solo captó al fanático por lo que ocurrió en la cancha, sino que también cumplió fuera de los estadios.
Rusia, especialmente la capital de Moscú, se llenó de color durante el Mundial. Decenas de miles de aficionados se congregaron en el centro de Moscú, incluso en días en que no jugaba su equipo.
Fría. Gris. Hostil. Para muchos extranjeros, esa es la imagen que Rusia proyecta al mundo. Pero los aficionados que visitaron esta nación durante el Mundial descubrieron algo totalmente distinto. “No mal educados, pero creíamos que los rusos serían fríos”, dijo el peruano José Óscar Rodríguez en una historia publicada por The Associated Press. “Pero todos son muy amables. Los taxistas, los anfitriones en nuestro edificio, en las calles... todos”.
Los problemas que se vaticinaban antes del torneo, como la violencia de los fanáticos radicales rusos, fueron inexistentes. Los estadios registraron buenas asistencias y la logística funcionó a perfección, según reportó la prensa internacional allí presente.
Incluso, hasta la política quedó a un lado, considerando que el presidente Vladimir Putin solo asistió a la apertura y a la final.
“Agradecemos las millones de buenas palabras sobre Rusia y nuestro pueblo”, dijo Putin en la víspera de la final. “Estamos contentos de que los aficionados hayan visto todo con sus propios ojos y que hayan desaparecido mitos y prejuicios”.