Cambiar alambres en la AEE
Einstein decía que no se pueden resolver los problemas con la misma mentalidad que los creó. No hay cita más cierta para describir lo que nos pasa con nuestra infraestructura de energía eléctrica. Hoy más que nunca es muy importante aceptar nuestra realidad y enfocarnos en soluciones que redunden en finalmente tener un sistema de energía eléctrica confiable, resiliente. Esto se nos ha sugerido por las autoridades desde, al menos, el paso por Puerto Rico del huracán Georges.
Toda vez que hemos tomado la decisión correcta de transformar nuestro sistema de energía eléctrica, es necesario tomar las acciones necesarias para lograr la visión de una sociedad más competitiva. Hay que tener la disciplina como sociedad de lograr el cambio que tanto hemos solicitado. Dejemos atrás el “not in my backyard” por velar que se logren los objetivos.
Según la publicación Electric Light and Power, en 2014 la compensación promedio de los principales ejecutivos de suplidores de energía eléctrica era $5.8 millones anuales. Sí, cinco millones ochocientos mil dólares por año. Gran parte de estas compañías son, en términos de volumen de negocios, similares a la Autoridad de Energía Eléctrica. Debido a nuestra condición de archipiélago, tendríamos que compararnos con Hawái, donde el volumen de negocios es de $2,250 millones (en PR es $3,400 millones) y la compensación de su principal oficial ejecutivo es de $3.091 millones.
Precisamente una corporación como la AEE, que a pesar de ser un monopolio público está en quiebra, necesita ejecutivos experimentados que puedan lograr la transformación. Si queremos continuar pensando en compensar con $150,000 a una persona que esté a cargo de resolver este problema monumental, podríamos asumir que lograremos los mismos resultados que hasta hoy hemos obtenido. Puerto Rico necesita el mejor talento al mando de la AEE para poder lograr nuestros objetivos, aunque haya que buscarlo afuera. Para ello tenemos que estar dispuestos a compensar ese talento, tener métricas claras, supervisión adecuada y dejar que las personas nombradas hagan su trabajo sin las consabidas influencias indebidas.
En Puerto Rico tenemos una clase profesional muy sofisticada y preparada. Sin embargo, debido a nuestro trasfondo, no necesariamente tenemos la experiencia manejando el modelo de negocio energético al que aspiramos. Nos hace falta un administrador más que un ingeniero. Por esta razón es importante tener la oportunidad de obtener la transferencia de conocimiento necesaria para lograr nuestros objetivos.
Hace falta un modelo de negocio energético sostenible y a la altura del Siglo 21, uno en que la generación esté distribuida. Además, debe tener fuentes de generación diversas y que cuando haya un desastre natural se conecten los generadores que estén habilitados sin importar quién es su dueño.
La conversación acerca de las soluciones ha comenzado. Debe ser multisectorial y llevar a consensos en los que la actitud no sea de unos estar de acuerdo con el cien por ciento de lo que digan otros. Hay que dejar atrás el tribalismo y lograr unidad de propósito. Al final del día, para poder construir nuestro futuro, el plan debe ser a largo plazo y no estar sujeto al vaivén electoral al que ya estamos acostumbrados.
“Debido a nuestro trasfondo, no necesariamente tenemos la experiencia manejando el modelo de negocio energético al que aspiramos. Nos hace falta un administrador más que un ingeniero”