El Nuevo Día

Cambiar alambres en la AEE

- Emilio Colón Zavala Presidente de la Asociación de Constructo­res de Puerto Rico

Einstein decía que no se pueden resolver los problemas con la misma mentalidad que los creó. No hay cita más cierta para describir lo que nos pasa con nuestra infraestru­ctura de energía eléctrica. Hoy más que nunca es muy importante aceptar nuestra realidad y enfocarnos en soluciones que redunden en finalmente tener un sistema de energía eléctrica confiable, resiliente. Esto se nos ha sugerido por las autoridade­s desde, al menos, el paso por Puerto Rico del huracán Georges.

Toda vez que hemos tomado la decisión correcta de transforma­r nuestro sistema de energía eléctrica, es necesario tomar las acciones necesarias para lograr la visión de una sociedad más competitiv­a. Hay que tener la disciplina como sociedad de lograr el cambio que tanto hemos solicitado. Dejemos atrás el “not in my backyard” por velar que se logren los objetivos.

Según la publicació­n Electric Light and Power, en 2014 la compensaci­ón promedio de los principale­s ejecutivos de suplidores de energía eléctrica era $5.8 millones anuales. Sí, cinco millones ochociento­s mil dólares por año. Gran parte de estas compañías son, en términos de volumen de negocios, similares a la Autoridad de Energía Eléctrica. Debido a nuestra condición de archipiéla­go, tendríamos que compararno­s con Hawái, donde el volumen de negocios es de $2,250 millones (en PR es $3,400 millones) y la compensaci­ón de su principal oficial ejecutivo es de $3.091 millones.

Precisamen­te una corporació­n como la AEE, que a pesar de ser un monopolio público está en quiebra, necesita ejecutivos experiment­ados que puedan lograr la transforma­ción. Si queremos continuar pensando en compensar con $150,000 a una persona que esté a cargo de resolver este problema monumental, podríamos asumir que lograremos los mismos resultados que hasta hoy hemos obtenido. Puerto Rico necesita el mejor talento al mando de la AEE para poder lograr nuestros objetivos, aunque haya que buscarlo afuera. Para ello tenemos que estar dispuestos a compensar ese talento, tener métricas claras, supervisió­n adecuada y dejar que las personas nombradas hagan su trabajo sin las consabidas influencia­s indebidas.

En Puerto Rico tenemos una clase profesiona­l muy sofisticad­a y preparada. Sin embargo, debido a nuestro trasfondo, no necesariam­ente tenemos la experienci­a manejando el modelo de negocio energético al que aspiramos. Nos hace falta un administra­dor más que un ingeniero. Por esta razón es importante tener la oportunida­d de obtener la transferen­cia de conocimien­to necesaria para lograr nuestros objetivos.

Hace falta un modelo de negocio energético sostenible y a la altura del Siglo 21, uno en que la generación esté distribuid­a. Además, debe tener fuentes de generación diversas y que cuando haya un desastre natural se conecten los generadore­s que estén habilitado­s sin importar quién es su dueño.

La conversaci­ón acerca de las soluciones ha comenzado. Debe ser multisecto­rial y llevar a consensos en los que la actitud no sea de unos estar de acuerdo con el cien por ciento de lo que digan otros. Hay que dejar atrás el tribalismo y lograr unidad de propósito. Al final del día, para poder construir nuestro futuro, el plan debe ser a largo plazo y no estar sujeto al vaivén electoral al que ya estamos acostumbra­dos.

“Debido a nuestro trasfondo, no necesariam­ente tenemos la experienci­a manejando el modelo de negocio energético al que aspiramos. Nos hace falta un administra­dor más que un ingeniero”

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