El Nuevo Día

Hace cien años en Puerto Rico

- Jorge Farinacci Fernós Abogado

Hace cien años, Puerto Rico era gobernado directamen­te por autoridade­s coloniales nombradas por el presidente y el Congreso de los Estados Unidos. La única autoridad electa por el pueblo era la Asamblea Legislativ­a que, desafortun­adamente, no tenía suficiente poder para retar o contradeci­r los dictámenes de las autoridade­s coloniales. Vivíamos bajo el régimen del territorio no-incorporad­o.

Hace cien años, las condicione­s laborales en Puerto Rico eran deplorable­s. Los patronos pagaban salarios bajos, no había casi proteccion­es contra el despido injustific­ado –lo que permitía que alguien que trabajaba digna y responsabl­emente perdiera su empleo simplement­e porque le caía mal al jefe-, y las uniones eran perseguida­s por el Estado y los patronos, quienes no querían que los trabajador­es y trabajador­as se organizara­n para retar esas condicione­s, conseguir una mejor distribuci­ón de la riqueza entre las mismas personas que la producían, y democratiz­ar los centros de trabajo en nuestro país.

Hace cien años, no había un derecho real a la educación. Los hijos e hijas de los pobres no tenían acceso a ese servicio elemental. El Estado no tenía interés en abrir escuelas. Such is life.

Hace cien años, las mujeres en Puerto Rico sufrían los embates del machismo, tanto oficial como social. No había proteccion­es para las mujeres embarazada­s en el empleo, se les negaba el derecho al voto, y se les considerab­a como ciudadanas de segunda categoría. Sus derechos estaban a la merced de una ideología conservado­ra oficial que perpetuaba el patriarcad­o.

Hace cien años, los ricos se hacían más ricos, mientras los pobres se hacían más pobres.

Hace cien años, el capital extranjero dominaba toda la fuerza productiva del país. Nuestra isla era una llena de asalariado­s, a la merced de los caprichos de las grandes corporacio­nes que dominaban el país y el gobierno. El capital local era insignific­ante. Como consecuenc­ia, las riquezas que se producían en Puerto Rico se fugaban fuera del país, condenando nuestra isla a la crisis permanente y la pobreza.

Hace cien años, la voluntad de los puertorriq­ueños era irrelevant­e, pues gobernaban el capital y el imperio.

Pero no se preocupen, eso fue hace cien años. Todo eso está en el pasado. Nada de eso existe en el Puerto Rico de hoy. ¿Verdad que no? Esperemos que no hagan falta cien años más para finalmente construir un país distinto.

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