Javier Báez sigue reinventándose
Nadie hubiera vaticinado hace un par de años que Javier Báez estaría participando en el Home Run Derby, ni tampoco tan tempranamente como iniciador anoche en el Juego de Estrellas, junto a otros cinco puertorriqueños.
Sin embargo, su mejoría como jonronero le valió la selección, y aunque se eliminó en la primera ronda contra el zurdo Max Muncy, 17-16, fue el que llevó la bola más lejos entre los ocho participantes: 479 pies y un promedio de 422.1, algo no muy común para alguien de su complexión física, llegando tercero en porcentaje detrás del vencedor, Bryce Harper y Kyle Ashwarber, compañero suyo con los Cachorros de Chicago.
Ahora bien, ya Báez daba muestra gratuita de su poderío cuando jugaba en la Liga de Florida de Clase A: en junio de 2013 atizó cuatro vuelacercas al militar con Daytona Cubs, pero al ser subido a las Mayores en 2014 su perfil era de un utility con buena defensiva y rapidez en el corrido de bases.
Ahora, empero, se ha transformado en toletero: 19 homers y líder de impulsadas con 72 en la Liga Nacional, a la vez que promedia .292, y con 18 estafas para beneplácito de su manager Joe Maddon, posiblemente su mayor admirador y quien no se cansa de elogiar su glamour.
Afianzado ya en la intermedia, pero con capacidad plena para desempeñarse como paracorto y antesalista, amén de inicialista y guardabosque si hiciera falta, a Javier le ha dado con robarse el plato, lo que sigue aumentando su polivalencia y su carisma.
De mantener su paso y de no surgir imponderables, superará su 23-75 de la pasada campaña y se espera que obtenga un contrato de al menos $100 millones cuando sea agente libre en 2022, más que todo por seguir reinventándose y ser un rostro llamativo en todos los estadios.