El Nuevo Día

The Equalizer 2

Denzel Washington vuelve como justiciero

- JUANMA FERNÁNDEZ-PARÍS

“The Equalizer 2”, largometra­je de Sony Pictures que estrena hoy en Puerto Rico, no está en la misma liga de filmes como “The Godfather 2”, “Aliens” o” Terminator 2 Judgement Day”, pero definitiva­mente merece estar en la lista de secuelas que superan los logros de los filmes originales.

Consideran­do que la primera película fue un ejercicio comercial promedio que salió a flote apoyándose del carisma natural de Denzel Washington, resulta sorprenden­te que esta secuela cree un balance perfecto entre los códigos de un drama emotivo y un filme de acción que lanza a su protagonis­ta en busca de venganza.

La razón por la cual esto funciona está directamen­te ligado a la forma en que el actor principal logra que Robert McCall trascienda su arquetipo particular: un exmilitar retirado que ahora utiliza sus destrezas especiales para reclamar justicia en las calles de su comunidad. Aún así, en esta ocasión, el guion de Richard Wenck le brinda apoyo con una estructura que permite que que todos los personajes en pantalla registren como seres humanos y no como marionetas de una trama determinad­a. Es bien probable que la mayoría del público salga impresiona­do en la forma brutal en que el protagonis­ta reclama justicia; pero esta vez el guionista y el director Antoine Fuqua (“The Magnificen­t Seven”, “Training Day”) están claros que el impacto de esas escenas es mayor si el público tiene una conexión emocional con los personajes.

A pesar de ser consciente­s de esto, Fuqua y su equipo de producción no olvidaron lo que funcionó en la primera película. Como es típico de las secuelas, la producción ha decidido duplicar todo lo que resultó positivo en la primera parte, lo cual resulta en un filme considerab­lemente más violento.

Lo otro que se repite es crear una relación sentimenta­l entre el personaje principal y un personaje más joven.

En esta ocasión, McCall entabla una amistad con Miles (Ashton Sanders), un joven con aspiracion­es artísticas que podrían ser destruidas si acepta la invitación de ser parte de una ganga. Aunque las interaccio­nes entre Washington y Sanders generan los momentos más emotivos del filme y expanden su alcance dramático, la amistad entre Miles y McCall no es la historia principal de la trama.

Al principio de esta secuela, el protagonis­ta ha logrado infiltrars­e tranquilam­ente en otra comunidad y pasa la mayoría del tiempo trabajando como chofer de Lyft. Su nueva rutina cotidiana es interrumpi­da cuando alguien de su pasado es asesinado despiadada­mente, tragedia que lo lanza a enfrentars­e a personas que en algún momento consideró sus amigos.

Durante su distinguid­a carrera frente a las cámaras, Denzel Washington siempre ha sido un maestro de la transforma­ción. Esto lo ha permitido brincar de filmes como “Cry Freedom”, “Malcolm X” y “Hurricane” a ofertas comerciale­s diversas como “The Bone Collector”, “2 Guns” y “The Book of Eli” sin sacrificar su integridad artística.

Como Robert McCall, el actor logra convencern­os de que en esta ocasión no ha habido una transforma­ción y que interpreta una variación de su personalid­ad. Esa es la fantasía que venden estos filmes, esto es lo que haría un hombre decente de tener la oportunida­d.

Washington logra profundiza­r esto mostrando un personaje de una empatía infinita que lo empuja tener que reclamar justicia de la forma más contundent­e posible.

En la primera secuela de su carrera, esa fantasía sigue siendo igual de irresistib­le que la primera vez, pero con una resonancia emocional inesperada que dejará al público pidiendo más misiones de justicia con este personaje.

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