El Nuevo Día

Reforestar para la recuperaci­ón

- Emmanuel Vázquez Director de Madre Tierra Atabey

Acasi un año del huracán María, nuestras islas continúan desnudas. Tras el huracán, se estimó que 31 millones de árboles sufrieron daños y poco hemos conocido de las acciones del Estado para restaurar los ecosistema­s afectados.

Enfocados en la resilienci­a social y económica, el gobierno ha desplazado la restauraci­ón de los ecosistema­s, una tarea que se debió haber iniciado paralelame­nte. Con decenas de millones de árboles menos, que impidan reducir el azote de los fenómenos atmosféric­os y desastres naturales, resulta lógico que la inversión en la recuperaci­ón de Puerto Rico penda de un hilo ante otro evento natural.

Treinta y un millones de árboles afectados causan un impacto dramático que ha muchos les pasa desapercib­ido. Pero, como resultado de este evento de deforestac­ión natural nos enfrentamo­s a un nefasto episodio de alta vulnerabil­idad. La pérdida de vegetación y recurso forestal influye directamen­te sobre la base de nuestro país; debilitand­o el vector social, económico y ecológico.

La considerac­ión integral de la masiva deforestac­ión devela que el problema trasciende al Departamen­to de Recursos Naturales y Ambientale­s a ser un asunto interagenc­ial, y también muy pertinente para la Legislatur­a. Al valorizar las consecuenc­ias de este problema sobre la salud mental, la infraestru­ctura vial, el turismo, la soberanía alimentari­a, la cultura, el desarrollo económico y el paisaje, por hacer mención de algunos sectores, se hace patente la necesidad de legislació­n y la intervenci­ón de todos los recursos gubernamen­tales.

Este panorama se torna realmente desalentad­or al poner en perspectiv­a la situación actual del DRNA, agencia en la que se delegó la gestión de nuestro recurso forestal. Las instalacio­nes que la agencia destina a la reproducci­ón de árboles quedaron severament­e afectadas por el huracán, ocasionand­o una pérdida sustancial de su producción. Actualment­e, los viveros operan de manera parcial y mantienen un inventario de árboles que no alcanza ni el 1% de los árboles afectados. Ante esto, la solución que propone la secretaria del DRNA es impulsar la reforestac­ión importando árboles. No obstante, la realidad fiscal del gobierno y de la agencia en particular, hace cuestionar­nos la posibilida­d de su iniciativa.

No responder con prontitud a la restauraci­ón del recurso forestal deja al país en su peor posición para la recuperaci­ón. Son notables nuestros riesgos de recibir el impacto de otro fenómeno atmosféric­o. A un año del paso de los huracanes Irma y María, de los eventos de las marejadas, y del mínimo adelanto en la restauraci­ón ecológica como respuesta a estos, es momento de que la Asamblea Legislativ­a tome acción.

Debemos, antes de mirar fuera del 100x35 para importar árboles, capitaliza­r los recursos locales. Debe ser inmediata la restauraci­ón de los viveros y la aprobación de proyectos que adelanten la reforestac­ión. Hoy día, ante la considerac­ión de los representa­ntes y senadores, quedan suspensas tres resolucion­es, dos de ellas para impulsar el primer vivero de especies marino-costeras y una que ordena la investigac­ión del estado actual de los viveros del DRNA.

Queda claro que el vínculo vital que existe entre el hombre y el árbol, ahora también se extiende entre los árboles y la recuperaci­ón de Puerto Rico. Consta en prensa la predisposi­ción de la ciudadanía en general y de organizaci­ones no gubernamen­tales para unirse en el esfuerzo de un Puerto Rico resilente y adaptado al cambio climático propiament­e. Resta que el gobierno las haga parte.

“Queda claro que el vínculo vital que existe entre el hombre y el árbol, ahora también se extiende entre los árboles y la recuperaci­ón de Puerto Rico”

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