Reforestar para la recuperación
Acasi un año del huracán María, nuestras islas continúan desnudas. Tras el huracán, se estimó que 31 millones de árboles sufrieron daños y poco hemos conocido de las acciones del Estado para restaurar los ecosistemas afectados.
Enfocados en la resiliencia social y económica, el gobierno ha desplazado la restauración de los ecosistemas, una tarea que se debió haber iniciado paralelamente. Con decenas de millones de árboles menos, que impidan reducir el azote de los fenómenos atmosféricos y desastres naturales, resulta lógico que la inversión en la recuperación de Puerto Rico penda de un hilo ante otro evento natural.
Treinta y un millones de árboles afectados causan un impacto dramático que ha muchos les pasa desapercibido. Pero, como resultado de este evento de deforestación natural nos enfrentamos a un nefasto episodio de alta vulnerabilidad. La pérdida de vegetación y recurso forestal influye directamente sobre la base de nuestro país; debilitando el vector social, económico y ecológico.
La consideración integral de la masiva deforestación devela que el problema trasciende al Departamento de Recursos Naturales y Ambientales a ser un asunto interagencial, y también muy pertinente para la Legislatura. Al valorizar las consecuencias de este problema sobre la salud mental, la infraestructura vial, el turismo, la soberanía alimentaria, la cultura, el desarrollo económico y el paisaje, por hacer mención de algunos sectores, se hace patente la necesidad de legislación y la intervención de todos los recursos gubernamentales.
Este panorama se torna realmente desalentador al poner en perspectiva la situación actual del DRNA, agencia en la que se delegó la gestión de nuestro recurso forestal. Las instalaciones que la agencia destina a la reproducción de árboles quedaron severamente afectadas por el huracán, ocasionando una pérdida sustancial de su producción. Actualmente, los viveros operan de manera parcial y mantienen un inventario de árboles que no alcanza ni el 1% de los árboles afectados. Ante esto, la solución que propone la secretaria del DRNA es impulsar la reforestación importando árboles. No obstante, la realidad fiscal del gobierno y de la agencia en particular, hace cuestionarnos la posibilidad de su iniciativa.
No responder con prontitud a la restauración del recurso forestal deja al país en su peor posición para la recuperación. Son notables nuestros riesgos de recibir el impacto de otro fenómeno atmosférico. A un año del paso de los huracanes Irma y María, de los eventos de las marejadas, y del mínimo adelanto en la restauración ecológica como respuesta a estos, es momento de que la Asamblea Legislativa tome acción.
Debemos, antes de mirar fuera del 100x35 para importar árboles, capitalizar los recursos locales. Debe ser inmediata la restauración de los viveros y la aprobación de proyectos que adelanten la reforestación. Hoy día, ante la consideración de los representantes y senadores, quedan suspensas tres resoluciones, dos de ellas para impulsar el primer vivero de especies marino-costeras y una que ordena la investigación del estado actual de los viveros del DRNA.
Queda claro que el vínculo vital que existe entre el hombre y el árbol, ahora también se extiende entre los árboles y la recuperación de Puerto Rico. Consta en prensa la predisposición de la ciudadanía en general y de organizaciones no gubernamentales para unirse en el esfuerzo de un Puerto Rico resilente y adaptado al cambio climático propiamente. Resta que el gobierno las haga parte.
“Queda claro que el vínculo vital que existe entre el hombre y el árbol, ahora también se extiende entre los árboles y la recuperación de Puerto Rico”