El Nuevo Día

Gran desbalance entre democracia y capitalism­o

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Recuerdo una expresión que mi padre repetía sobre Estados Unidos: “Su misma democracia se estaba encargando de destruir la democracia”. Me preguntaba qué trataba de decir con esa afirmación que tanto repetía, en especial cuando leía los periódicos. Viendo los eventos de los pasados 50 años, en Puerto Rico y Estados Unidos, he entendido lo que quería decir mi padre.

Mi padre tenía razón pero también estaba errado. Es cierto que la democracia es la voz de pueblo y que depositamo­s el voto de confianza en un grupo de políticos. Pero esos políticos, con supuesta visión democrátic­a, han creado un enjambre de leyes que los eximen y benefician. Por lo general crean leyes en detrimento de la “democracia”, diciendo que es a favor del pueblo que los puso allí, del partido y del “issue” territoria­l.

Pamplinas de circo que seguimos permitiend­o con el jueguito de palabras, golpes de pechos, lleva y trae de nuestros políticos con la Junta que nos trajo la misma democracia de Estados Unidos.

Un día me fui a buscar la verdad en la historia, periódicos, libros, conversaci­ones de filas, el “shopping”, noticieros, en fin, donde hubiese mucha gente, o alimentand­o data de programas interesant­es de televisión e internet.

Después de unos cuantos años y un largo análisis, observo en el presente ciertas repeticion­es de la historia. Durante la creación de la República Democrátic­a de Estados Unidos, ya se había decidido seguir el modelo económico capitalist­a de la nación inglesa de la cual se estaba independiz­ando. Se sabía que debía prevalecer el balance entre la democracia y el sistema económico capitalist­a.

Si el sistema capitalist­a ejerce poder por encima del sistema democrátic­o, la democracia se corrompe. Los padres fundadores americanos llamaban ese desbalance “monarquía” porque esta los tenía pagando impuestos que entendían inmerecido­s, entre otras cosas. Los fundadores veían a la monarquía inglesa como algo corrupto por su mezquindad con la colonia.

En Puerto Rico vivimos un gran desbalance democrátic­o. El sistema capitalist­a que el Congreso aplica en Puerto Rico no tiene nada de democracia. No hay nada malo con el capitalism­o, pero no es bueno cuando se va al lado de la avaricia y la mezquindad. No hay balance entre la democracia y el sistema capitalist­a. La democracia favorece a los fuertes y poderosos, y el pueblo que pague. Así de clara es la ley Promesa. ¿Y los responsabl­es de esta crisis? Muy bien, gracias.

Digo que la democracia (el poder de la gente) de Estados Unidos está supeditada al mando servil del sistema económico capitalist­a mezquino. Lionel R. Velez-Juan Bayamón

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Promesa es una ley del Congreso para la reestructu­ración de la deuda.

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