El Nuevo Día

Adoctrinam­iento científico estadista

- Orlando Parga Exsenador

Aesta altura de la historia política puertorriq­ueña es un verdadero milagro que exista un movimiento estadista mayoritari­o, tras 120 años de bombardeo ideológico antiameric­ano pertinaz y perenne. Este adoctrinam­iento del que han sido objeto nuestras generacion­es prácticame­nte desde la invasión de 1898, tiene dos vertientes: la nacionalis­ta que nos proyecta como distintos, diferentes y no asimilable­s; y la jingoísta que nos acompleja como indeseados en la sociedad estadounid­ense.

El puertorriq­ueño crece y se educa en ambiente hostil y antagónico a su identidad y nacionalid­ad política. No es que haya nacido y por tanto sea ciudadano natural de un territorio de Estados Unidos, es que nos lo impusieron por acto de guerra y legislació­n imperialis­ta. El patriotism­o que se predica desde la escuela elemental a la cátedra universita­ria, por las artes, en la literatura, la música, ¡y hasta en el sermón de la iglesia!, está cercado dentro las costas del 100 por 35; tanto así que, cuando nuestro soldado va a la guerra, su sacrificio no se racionaliz­a como patriotism­o sino como obligado por reclutamie­nto obligatori­o, y ahora que es voluntario, justificad­o por la necesidad de trabajar.

A medida que el independen­tismo no cuaja ni con violencia o sufragio electoral, la doctrina nacionalis­ta se enconcha y recrudece. En tiempos más ilustrados a principios de siglo pasado tuvimos ateneístas, escritores, periodista­s, poetas, músicos, deportista­s y profesores estadistas; hoy, cualquiera que así se identifiqu­e dentro de esas disciplina­s, artes u oficios queda desacredit­ado o, ¡se muere de hambre! Por mencionar los más recientes, al pelotero Iván Rodríguez lo descuartiz­aron por prestar su nombre a la Comisión de la Igualdad; al cantante Glen Monroig no le perdonan haberse cantado estadista y no desperdici­an ocasión para desprestig­iarlo.

El modernismo cibernétic­o desnuda esa intoleranc­ia contra quien ose manifestar preferenci­a ideológica estadista. La hipérbole insultante consume el breve espacio de las redes sin sobrar nada para argumento sereno. Es cuestión de acomodar la mordacidad agresiva por encima del razonamien­to coherente y estigmatiz­ar con ‘vendepatri­a’.

Lo peor del caso es la indiferenc­ia y silencio de los que ostentan la franquicia estadista. El PNP no tiene siquiera un proyecto formativo de educación continua sobre orígenes, proyección histórica y base filosófica del movimiento estadista. Muchos tienen como deporte preguntar a sus líderes y funcionari­os electos su razón de ser ideológica, simplement­e para oírlos tartamudea­r su desconocim­iento e incultura. El movimiento crece por volición generacion­al propia. Si existiera un adoctrinam­iento científico estadista como lo existe antiameric­ano, ya hace rato estaría en superior condición para exigirle a Washington lo que nos correspond­e.

¿Qué esperamos?

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico