El Nuevo Día

MEECHOT MARRERO La soprano regresa a cantarle a su gente tras triunfar en Berlín

⤑La soprano está de visita en la isla para participar mañana del concierto inaugural de la temporada 2018-2019 de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico

- CAMILE ROLDÁN SOTO camile.roldan@gfrmedia.com

“Siempre quise estudiar música pero le tenía miedo. Miedo a vivir de la música porque me decían que era difícil, que no iba a pasarla bien”

MEECHOT MARRERO

SOPRANO PUERTORRIQ­UEÑA

Meechot Marrero es menuda, delgada, juvenil y en pocos minutos de conversaci­ón revela -con gestos y comentario­s- su personalid­ad divertida. Difícil imaginar de qué manera se engrandece cuando empieza a entonar melodías en cualquier idioma, llenando el espacio de un sentimient­o profundo. Pero a eso se dedica Meechot. Es soprano y usa ese poderoso instrument­o que lleva dentro de su cuerpo pequeño para capturar la atención de quien escucha.

Criada entre Corozal y San Juan, hija de una pareja de maestros -ella de ciencias y él de música- educada en el Coro de Niños de San Juan y en el Conservato­rio de Música de Puerto Rico, hasta que llegó becada a la Universida­d de Yale para hacer su maestría en canto, esta puertorriq­ueña de 29 años es hoy una de nuestras cantantes líricas más destacadas. Hace tres años, sin saber alemán, empacó sus cosas para aceptar un puesto en una de las casas de ópera más prestigios­as

del mundo: la Ópera Alemana de Berlín (Deutsche Oper Berlin).

Aunque le fascina vivir en Europa y su trabajo es un sueño hecho realidad, Marrero extraña Puerto Rico a rabiar. Por eso estos días está feliz. Se encuentra en la isla para participar hoy del concierto inaugural de la Orquesta

Sinfónica de Puerto Rico, que conmemora en esta jornada sus seis décadas de fundada.

El repertorio que cantará la soprano está formado por varias de las piezas más importante­s del musical “West Side Story” y forman parte del homenaje al músico y compositor Leonard Bernstein, figura clave en el desarrollo de la música de los últimos 50 años.

“Es una participac­ión sumamente especial porque voy a compartir el escenario con Joel Prieto, un amigo y colega con el que no había tenido la oportunida­d de colaborar. A su vez, el otro solista, Luis Miguel Rojas, fue una de las primeras personas en el Conservato­rio que me dio la oportunida­d de presentarm­e con la orquesta y como solista”, sostuvo la solista invitada.

Marrero regresa el domingo a Berlín, donde retomará una exigente rutina de trabajo que este

año incluye su debut en cuatro roles principale­s. A su vez, interpreta­rá otro rol principal en una producción nueva de “Candide” por Bernstein que se presentará en la Komische Oper Berlin. El año pasado, la boricua hizo su debut en un papel principal (aunque más pequeño) con el personaje de Adele en “Die Fledermaus”, dirigida por el reconocido tenor mexicano Rolando Villazón. La soprano todavía está saboreando el placer de haber conquistad­o este reto, pues se trató de un voto de confianza que -sin ella pedirlo y mucho menos esperarlo- le dieron sus jefes, quienes estaban en primera fila evaluando su desempeño.

No es casualidad que haya podido manejar los nervios y la presión enorme que supuso ese momento. Además de contar con una preparació­n excelente para hacer su trabajo, la vida ha venido preparándo­la para vencer miedos. Incluso, vencer el miedo a vivir de la música fue lo primero que tuvo que hacer para estar donde se encuentra hoy.

“A mí siempre me gustó la música”, contó. Sin embargo, cuando tuvo que escoger una carrera se dejó llevar por el discurso que troncha tantas aspiracion­es artísticas: que iba a morirse de hambre.

Como también le gustaba muchísimo la ciencia -gracias a la influencia de su madre, maestra de esta materia- se fue a la Universida­d de Puerto Rico en Río Piedras a estudiar biología, con la meta de ser doctora. Un día, cuando estaba en su último año de bachillera­to, se infectó con la bacteria que estaba investigan­do en el laboratori­o. Nada la curaba porque esa bacteria era resistente a antibiótic­os y se alimentaba de su propia carne. Después de visitar a varios especialis­tas llegó hasta la oficina de un cirujano que ese mismo día la operó de emergencia. Estaba a punto de perder la mano o quizás parte del brazo.

“Antes de entrar a la cirugía le dije a mi mamá que yo siempre había querido estudiar música pero no lo hice porque tenía miedo. Miedo a vivir de la música porque me decían que era difícil, que no iba a pasarla bien. Dejé que esas ideas me llegaran a la cabeza”, relató.

Tan pronto se recuperó empezó desde cero, matriculán­dose en el Conservato­rio de Música de Puerto Rico. Allí se enamoró de la ópera, género que había conocido durante sus 12 años de estudios en el Coro de Niños de San Juan.

“Para mí, la ópera es una de las formas de arte más completas porque involucra más de una forma de expresión. Tiene aspectos de expresión visual, auditiva, básicament­e es una de las pocas artes que involucra todos los sentidos. Y esa es la cosa más importante para un artista, desenvolve­rse y entregar todo su ser. Con la ópera se logra”, sostuvo.

Marrero considera que el susto que pasó a causa de la bacteria fue “un bofetón” que le inyectó valentía y le enseñó a creer todavía más en sí misma. Ambos valores son vitales para mantener una carrera artística tan exigente como la suya.

Gracias a aquella experienci­a en el laboratori­o también es más arriesgada. Por eso, cuando ya había terminado su maestría en Yale y tenía ofertas de trabajo en Estados Unidos decidió participar de una competenci­a organizada por la Opera Foundation en Nueva York. El premio a los ganadores de este concurso era una oportunida­d laboral en una de cuatro de las casas de ópera más prestigios­as en Europa.

“Yo no tenía ninguna expectativ­a. No pensaba que era posible ganar, pero tampoco tenía nada que perder”, recordó.

El día de la competenci­a Marrero sentía, sin embargo, una energía muy positiva. Se fue bailando a tomar el tren, escuchando música de Celia Cruz, y cuando llegó cantó como si estuviera en la casa de un amigo, súper tranquila y sin ninguna presión.

La audición, que suele ser un momento drenante porque el artista tiene un máximo de aproximada­mente diez minutos para demostrar de lo que es capaz, no le pesó.

Al poco rato de haber salido de la audición le notificaro­n que había sido una de las ganadoras. Le ofrecieron mudarse a Berlín e inmediatam­ente dijo que sí.

“Esta compañía ha creído en mí como nadie lo ha hecho y me ha dado la oportunida­d de desarrolla­rme de una manera extremadam­ente especial, rodeada de artistas de alto reconocimi­ento, con una exposición que jamás pensé o pensaba que iba a tener en muchos años”, dijo.

A donde quiera que va a cantar, Marrero se identifica primero como puertorriq­ueña y luego como soprano. Su agradecimi­ento por la isla es inmenso debido a que aquí recibió una educación musical sólida, que hoy valora más que cualquier otra experienci­a en su formación. Y esto lo afirma tras haber sido la primera boricua en ganar una beca completa para hacer su maestría en la escuela de música de la Universida­d de Yale.

Además, la intérprete considera que su alegría contagiosa es parte de su herencia boricua que la hace diferencia­rse positivame­nte en el ambiente artístico del que forma parte.

En el futuro, Marrero afirma que volverá a Puerto Rico porque se siente en deuda con el país y quiere aportar al desarrollo de la gente talentosa que, igual que ella antes de su cirugía de mano, duda de iniciar una carrera en las artes. Sabe que si no hubiera vencido su miedo, se hubiera arrepentid­o.

“Estoy haciendo lo que siempre quise hacer, que al principio no, me atreví”, aseguró quien al cantar se siente simplement­e “llena”.

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Alexis.cedeño@gfrmedia.com
 ?? Archivo ?? Marrero agradece la formación musical que recibió en el Coro de Niños de San Juan y el Conservato­rio de Música de Puerto Rico.
Archivo Marrero agradece la formación musical que recibió en el Coro de Niños de San Juan y el Conservato­rio de Música de Puerto Rico.

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