Tul contra mosquitos
A un año del paso devastador del huracán María, aún se tejen mosquiteros en las comunidades para evitar el desarrollo de enfermedades como dengue, chikungunya y zika
26 mosquiteros y 21 personas, de entre 50 y 101 años.
Esas cifras resumen numéricamente lo ocurrido hace unas noches en una iglesia del barrio Mariana de Humacao, aunque para tener el cuadro completo hay que añadir la valiosa información recibida por los participantes del taller de confección de mosquiteros y las risas que provocó el ejercicio de medir, cortar, amarrar y torcer la tela de tul.
Los participantes, de entre 50 y 101 años, son miembros de la Iglesia Hermanos Unidos en Cristo, y algunos de ellos ya habían tomado el taller ofrecido por Fernando Silva Caraballo, del Instituto de Ciencias para la Conservación de Puerto Rico (INCICO).
“Qué muchos nos divertimos”, dijo Laura Soto al final del taller, en el que aprendieron sobre la barrera que representa la tela de tul contra los mosquitos cuando se cuelga sobre la cama, se estira para cubrir todo el mattress y se coloca entre este y el “box spring”.
Mientras, José Vázquez Sanabria comparó el taller con las orientaciones sobre temas de salud pública que ofrecía en los años 50 la División de Educación a la Comunidad. “Venían con megáfonos y con películas”, recordó.
AYUDA TRAS MARÍA
Sesenta y ocho años después, la iniciativa del INCICO cumple exactamente la misma función que la legendaria oficina, cuyos empleados iban por toda la isla enseñando sobre medidas de salubridad para mejorar la salud y calidad de vida de los ciudadanos.
Este vez, fueron los estragos y la emergencia provocada tras el huracán María lo que motivó la iniciativa. Silva explicó que celebró consultas con diversas comunidades rurales con las que ha trabajado por años para explorar las necesidades más apremiantes y se identificaron tres grandes áreas: comida, agua potable y prevención de enfermedades. Para responder a dichas necesidades, se crearon tres iniciativas: los fogones –cocinas comunitarias para asegurar la alimentación de todas las personas en un sector, de las cuales aún quedan cuatro, una en Cayey, y las demás en Salinas, Yabucoa y Toa Baja–; Agua Segura, con la cual se repartieron filtros; y Las Tres Mosquiteras, proyecto con el cual Silva ha llevado el taller de confección de mosquiteros a 129 comunidades en 29 municipios. “Fortalecemos las capacidades de la gente en las comunidades para enfrentar los problemas y hacer las cosas por ellos mismos”, les explicaba Silva a los asistentes de la actividad en Humacao, a quienes también les dijo que el nombre del taller hace referencia a las primeras tres comunidades en las cuales se ofrecieron las clases, en Villalba, Salinas y Yabucoa. Asimismo, recordó que en aquel momento, los proyectos respondie- ron a la realidad del país, que no tenía servicio de energía eléctrica ni agua potable; en el que había infinidad de lugares con agua acumulada, que se convertían en criaderos de mosquitos y, por ende, en fuente de enfermedades; y que no contaba con pleno acceso a servicios de salud y medicamentos. Silva indicó que, aunque las condiciones del país han mejorado, todavía hay necesidad de educar sobre medidas de prevención de salud, particularmente en la presente época de huracanes.
“El mosquitero es una barrera física con la capacidad de impedir de forma absoluta el contacto entre el mosquito y el cuerpo humano. Es uno de los inventos y tecnologías al servicio del bienestar humano más antiguo de la humanidad. Hay evidencia de su existencia alrededor de los 2,700 años antes de Cristo”, ha escrito Silva, quien le explicó el contexto histórico y salubrista a los asistentes del taller.
Como parte de la clase, Silva describió los materiales que se necesitan para hacer un mosquitero; dio las medidas para los diversos tamaños de camas, y demostró cómo se corta, frunce y amarra la tela y cómo se cuelga en el techo. Demostró cómo, luego de confeccionado, dos personas agarran la tela por sus extremos, la tuercen en direcciones opuestas y se acercan
una a la otra, y el material se trenza automáticamente. Así es más fácil guardarlo y cargarlo. Silva aseguró que aprendió de costureras y personas mayores las técnicas o “truquitos” para manejar mejor la tela de tul y confeccionar un mosquitero, al cual Candelario Maldonado Velázquez, de 101 años, dijo conocer por el nombre de “toldo”.
“Lo puede colgar del techo con un clavito o tornillo. La forma más sencilla de colgarlo es hacer como un tenderete sobre la cama (un hilo que va de una pared a la otra)”, agregó Silva.
“Esto llega tan lejos como ustedes quieran que llegue”, le manifestó Silva al grupo congregado en el taller, a quienes les exhortó a hacer una lista de personas que necesitan mosquiteros para confeccionarlos en una próxima ocasión.