“Estoy muy alarmada”
La puertorriqueña que acusa al juez Brett Kavanaugh de abuso sexual no confía en la investigación del FBI
BOULDER, Colorado.- En momentos en que los republicanos del Senado buscan aprobar mañana el nombramiento del juez Brett Kavanaugh al Tribunal Supremo de EE.UU., la boricua Deborah Ramírez –una de las que le imputan agresión sexual– considera que el FBI no ha hecho lo suficiente para corroborar su denuncia.
Ramírez –quien se ha mantenido fuera del ojo público desde que reveló el incidente en que Kavannaugh supuestamente le colocó su pene frente a su cara hace 36 años, cuando estaban en universidad– fue entrevistada en esta ciudad el pasado domingo durante dos horas por agentes del FBI, que dedicó menos de una semana a expandir su investigación sobre el historial de Kavannaugh.
“Estoy muy alarmada, primero, porque se me negó durante cinco días una investigación del FBI, y entonces, cuando se concedió, se dio poco tiempo y la gente clave para corroborar mi historia no ha sido contactada”, indicó Ramírez el miércoles a la publicación The New Yorker, a la única que le ha contado el incidente que tuvo con Kavanaugh cuando estudiaban en Yale.
El FBI entregó el miércoles en la noche un informe de 46 páginas al liderato del Senado. Pero, sus agentes no entrevistaron tampoco a la profesora Christine Blasey Ford, quien hizo la denuncia original en contra del actual juez federal de Apelaciones, ni a Kavanaugh.
El liderato republicano del Senado ha programado para mañana la votación clave que cierra el debate.
Ramírez vive hace 16 años en Boulder, Colorado, en el vecindario de las famosas montañas Rocosas y sede esta semana del período 169 de sesiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Desde 2013, Ramírez, de 53 años, es coordinadora senior de los voluntarios que colaboran con el gobierno del condado de Boulder, a unos 45 minutos de Denver.
Según informes, Ramírez se ha mantenido en su casa alejada del público desde que el pasado 23 de septiembre The New Yorker divulgó el incidente en que ella sostiene que, en medio de una fiesta y mucho alcohol en uno de los dormitorios de la Universidad de Yale, Kavanaugh le colocó el pene cerca de su cara y ella dice que lo tocó tratando empujarlo.
Los comisionados del condado –que son funcionarios electos como los asambleístas de un municipio– dieron su respaldo a Ramírez un día después de conocerse la denuncia.
“Apoyamos plenamente el derecho de un empleado a decir su verdad y apoyamos a Deborah Ramírez en su valiente decisión de hablar”, indicaron, en una declaración escrita.
Ramírez ni sus abogados han estado esta semana disponibles para entrevistas. Ramírez se ha limitado a hablar con The New Yorker.
William Pittard, abogado de Ramírez y miembro del bufete KaiserDillon de Washington D.C., sostuvo que su cliente identificó a los agentes del FBI cerca de 20 posibles testigos de corroboración de su denuncia.
Pittard divulgó ayer cartas que envió al director del FBI, Christopher Wray, para advertirle de tres personas que tienen información sobre el incidente que denuncia Ramírez, no fueron entrevistadas y han firmado declaraciones juradas.
Uno de ellos, el médico Kenneth Appold, profesor en el Seminario Teológico de la Universidad de Princeton, relató que estudiando en Yale conoció del incidente y de lo que se le imputaba a Kavanaugh.
Cuando accedió a hablar originalmente con The New Yorker,
Ramírez, de quien se conoce que fue criada en Connecticut, se retrató con una camiseta que contenía el nombre de Puerto Rico.
“Se me negó durante cinco días una investigación del FBI, y entonces, cuando se concedió, se dio poco tiempo y la gente clave para corroborar mi historia no ha sido contactada”
DEBORAH RAMÍREZ
ACUSADORA DE BRETT KAVANAUGH