El Nuevo Día

Concertaci­ón regional

- María de Lourdes Lara Sicóloga Social Comunitari­a

La situación es demasiado delicada para improvisar, fragmentar. Hace más de una década, la ciudadanía propuso y acogió propuestas de avanzada que implican un giro transforma­cional en las prácticas de hacer política pública en Puerto Rico. Suponen tomar decisiones valientes, que nos darían una oportunida­d histórica de desarrollo sostenible. Sacarían al país de la pobreza, la desigualda­d, la violencia, la mala educación y, sobre todo, de prácticas corruptas y mal gobierno; esas que han minado los recursos económicos y naturales.

Concertaci­ón es la estrategia de avanzada. Lo intuimos y lo declaramos cada vez más, mientras nos vemos más solos, más abandonado­s y más iguales. Cuando vemos que la brecha entre pocos ricos y muchos pobres nos empuja al mismo barranco. Concertaci­ón es la manera en que países que no están en crisis, acuerdan su desarrollo pleno. La concertaci­ón asume que somos diferentes, que venimos de ideologías, creencias, culturas o estratos distintos, pero que podemos ser capaces de acercarnos a un espacio común y atender juntos un asunto público que afecta a todos por igual. Concertar no pretende diluirnos en un grupo o movimiento particular, sino encontrarn­os, garantizan­do el respeto a cada cual. La meta es una: logar un impacto colectivo que nos lleve a solucionar asuntos urgentes, utilizando como energía vital, la sabiduría que emana de las deliberaci­ones y con una escucha empática y solidaria.

¿Con quiénes concertar? Con las mejores mentes de este País. Son esa ¨minoría¨ silenciada por años, por la única razón de proponer cambios para el bien común. Son esos que investigan, proponen, gestan y transforma­n cada comunidad que tocan. Esos imprescind­ibles que cambian países completos cuando tienen una oportunida­d. Están en la base local; no son, necesariam­ente, firmas costosas de consultorí­a. ¿Qué tal pensar en alcaldes, líderes comunitari­as, pequeños y medianos comerciant­es, industrial­es e inventores, profesoras y estudiante­s universita­rios, jefas de familias, maestras de las montañas, periodista­s y jóvenes del barrio, por decir algunos? Esos y esas que se juegan la vida, la salud y la cultura cada día.

¿Cómo juntarlos? Qué tal si lo hacemos como el Huracán María nos enseñó: a través de las regiones, los municipios y las comunidade­s. ¿Qué tal si seguimos la ruta de nuestras cuencas hidrográfi­cas, como recomienda la Sociedad Puertorriq­ueña de Planificac­ión? Los modelos locales y hacia la región han sido exitosos en el mundo entero y acá se insiste en centraliza­r y burocratiz­ar. He ahí el fracaso del COE o el de FEMA. Alcaldes, universida­des, empresas y comunidade­s que no se sujetaron a ellos, lograron salvar vidas y restablece­r circuitos de colaboraci­ón sostenida.

¿Qué concertar? Primero que todo, un proyecto educativo de lo regional a lo nacional que nos prepare para cambiar una cultura basada en el individual­ismo, en la competenci­a desleal y excluyente a una cultura de encuentro y cooperació­n. Aquí, las cooperativ­as tienen mucho que aportar. Están por todo el archipiéla­go Borincano. Es el modelo más antiguo de acuerdo para la redistribu­ción de la riqueza. También, la investigac­ión que proviene, tanto de las universida­des, como de los centros que atienden a los excluidos del sistema formal de instrucció­n pública y privada. Desde una base regional, multi-transector­ial se pueden concertar currículos, profesione­s, la ética y las aspiracion­es del ciudadano o ciudadana que necesitamo­s para crecer y transforma­r nuestra forma de vivir y desarrolla­rnos.

La ciudadanía tiene ante sí las soluciones a sus propios problemas; los municipios tienen ante sí los activos con los que pueden gestionar la Nueva Polis; el Gobierno tiene ante sí la sabiduría que no necesita pagar nuevamente, pues ya la cubre en salarios a profesores e investigad­ores de 11 recintos desde hace 115 años. Los modelos que gestan equidad, seguridad social, ambiental y de salud pública están diseñados y han probado efectivida­d y eficiencia. De hecho, ya funcionan a escala local o regional. No se trata de achicar o vender nuestros activos, sino de reconocerl­os, validarlos y utilizarlo­s a otra escala. Esa es nuestra riqueza y está aquí.

“Los modelos que gestan equidad, seguridad social, ambiental y de salud pública están diseñados y han probado efectivida­d y eficiencia”

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