Concertación regional
La situación es demasiado delicada para improvisar, fragmentar. Hace más de una década, la ciudadanía propuso y acogió propuestas de avanzada que implican un giro transformacional en las prácticas de hacer política pública en Puerto Rico. Suponen tomar decisiones valientes, que nos darían una oportunidad histórica de desarrollo sostenible. Sacarían al país de la pobreza, la desigualdad, la violencia, la mala educación y, sobre todo, de prácticas corruptas y mal gobierno; esas que han minado los recursos económicos y naturales.
Concertación es la estrategia de avanzada. Lo intuimos y lo declaramos cada vez más, mientras nos vemos más solos, más abandonados y más iguales. Cuando vemos que la brecha entre pocos ricos y muchos pobres nos empuja al mismo barranco. Concertación es la manera en que países que no están en crisis, acuerdan su desarrollo pleno. La concertación asume que somos diferentes, que venimos de ideologías, creencias, culturas o estratos distintos, pero que podemos ser capaces de acercarnos a un espacio común y atender juntos un asunto público que afecta a todos por igual. Concertar no pretende diluirnos en un grupo o movimiento particular, sino encontrarnos, garantizando el respeto a cada cual. La meta es una: logar un impacto colectivo que nos lleve a solucionar asuntos urgentes, utilizando como energía vital, la sabiduría que emana de las deliberaciones y con una escucha empática y solidaria.
¿Con quiénes concertar? Con las mejores mentes de este País. Son esa ¨minoría¨ silenciada por años, por la única razón de proponer cambios para el bien común. Son esos que investigan, proponen, gestan y transforman cada comunidad que tocan. Esos imprescindibles que cambian países completos cuando tienen una oportunidad. Están en la base local; no son, necesariamente, firmas costosas de consultoría. ¿Qué tal pensar en alcaldes, líderes comunitarias, pequeños y medianos comerciantes, industriales e inventores, profesoras y estudiantes universitarios, jefas de familias, maestras de las montañas, periodistas y jóvenes del barrio, por decir algunos? Esos y esas que se juegan la vida, la salud y la cultura cada día.
¿Cómo juntarlos? Qué tal si lo hacemos como el Huracán María nos enseñó: a través de las regiones, los municipios y las comunidades. ¿Qué tal si seguimos la ruta de nuestras cuencas hidrográficas, como recomienda la Sociedad Puertorriqueña de Planificación? Los modelos locales y hacia la región han sido exitosos en el mundo entero y acá se insiste en centralizar y burocratizar. He ahí el fracaso del COE o el de FEMA. Alcaldes, universidades, empresas y comunidades que no se sujetaron a ellos, lograron salvar vidas y restablecer circuitos de colaboración sostenida.
¿Qué concertar? Primero que todo, un proyecto educativo de lo regional a lo nacional que nos prepare para cambiar una cultura basada en el individualismo, en la competencia desleal y excluyente a una cultura de encuentro y cooperación. Aquí, las cooperativas tienen mucho que aportar. Están por todo el archipiélago Borincano. Es el modelo más antiguo de acuerdo para la redistribución de la riqueza. También, la investigación que proviene, tanto de las universidades, como de los centros que atienden a los excluidos del sistema formal de instrucción pública y privada. Desde una base regional, multi-transectorial se pueden concertar currículos, profesiones, la ética y las aspiraciones del ciudadano o ciudadana que necesitamos para crecer y transformar nuestra forma de vivir y desarrollarnos.
La ciudadanía tiene ante sí las soluciones a sus propios problemas; los municipios tienen ante sí los activos con los que pueden gestionar la Nueva Polis; el Gobierno tiene ante sí la sabiduría que no necesita pagar nuevamente, pues ya la cubre en salarios a profesores e investigadores de 11 recintos desde hace 115 años. Los modelos que gestan equidad, seguridad social, ambiental y de salud pública están diseñados y han probado efectividad y eficiencia. De hecho, ya funcionan a escala local o regional. No se trata de achicar o vender nuestros activos, sino de reconocerlos, validarlos y utilizarlos a otra escala. Esa es nuestra riqueza y está aquí.
“Los modelos que gestan equidad, seguridad social, ambiental y de salud pública están diseñados y han probado efectividad y eficiencia”