Agonizan las ambulancias y los paramédicos
Personal de emergencias denuncia que la falta de recursos para ofrecer asistencia adecuada incide adversamente en los tiempos de respuesta y en la capacidad de salvar vidas
Imagine que un familiar sufre un accidente de tránsito en la hora pico de los tapones que caracterizan a Puerto Rico y que este requiere la asistencia inmediata de paramédicos, así como un transporte en ambulancia hasta el Hospital de Trauma en el Centro Médico en Río Piedras.
El protocolo de cuidado indica que, en una situación de ese tipo, una vez el Sistema de Emergencias 9-1-1 despacha una llamada para que sea atendida por el Cuerpo de Emergencias Médicas, los paramédicos y técnicos de emergencias médicas deben llegar al lugar del accidente en un plazo de 10 minutos. En Puerto Rico, lo mejor sería no vivir ese trago amargo, porque de acuerdo con dos entrevistados, ese estándar de cuidado solo existe en papel, pues en la práctica, se llega a tiempo en cuatro de cada 10 emergencias.
Luego de sobre una década de recortes presupuestarios, de ajustes y cambios administrativos, y de nuevos ajustes por parte de la Junta de Supervisión Fiscal (JSF), la infraestructura de emergencias médicas de Puerto Rico zozobra y con ella, el personal que tiene a su cargo salvar vidas cuando surge una situación crítica de salud.
De acuerdo con el paramédico Pedro J. Martínez Figueroa, presidente de la Asociación de Técnicos de Emergencias Médicas, Paramédicos y Personal Operacional (Atemppo), la infraestructura de emergencias médicas en Puerto Rico agoniza desde hace décadas sin que ninguna administración de gobierno haya dado atención a un componente clave en cualquier sistema de salud y, sobre todo, sin que se haya reconocido el papel que los profesionales de emergencias médicas tiene en el bienestar de la población.
“Esto es un problema general”, dijo Martínez Figueroa en entrevista con El Nuevo Día, al señalar que no solo el Cuerpo de Emergencias Médicas atraviesa por una crisis.
Martínez Figueroa explicó que el servicio de emergencias médicas en Puerto Rico descansa en tres sectores: municipal, estatal y privado. Y en los tres, aseguró, hay escollos que cuestan la salud y la vida de la gente.
“Yo lo comparo con un paciente agonizante. Este es un sistema que hace 20 o 30 años funcionaba de una manera distinta. Muchos municipios tenían sus propios servicios de emergencias médicas y ambulancias, pero muchos de esos servicios han sido cerrados por los problemas de presupuesto, provocando que el gobierno central tenga que cubrir con una ambulancia varios municipios”, explicó Martínez Figueroa. “Eso incide en el tiempo de respuesta y puede contribuir a la muerte de la persona”, agregó.
Martínez Figueroa habla con conocimiento de causa. Se ha desempeñado como paramédico por espacio de 25 años, y fue miembro de la junta examinadora que regula a este grupo de profesionales. Laboró en el Cuerpo de Emergencias Médicas, luego tuvo su propia compañía de ambulancias, y ahora labora como paramédico en el Municipio de San Juan.
“Solo una ambulancia vacía puede costar entre $80,000 y $90,000”, indicó el paramédico, quien se vio precisado a cerrar su propia empresa de ambulancias debido a la complejidad de permisos y seguros y la poca paga de las aseguradoras de salud.
De acuerdo con Martínez Figueroa, el ejemplo más reciente de la crisis fue el caso de un paciente en Culebra, que encontrándose en estado crítico, fue transportado en una camioneta por carecer de un servicio de ambulancia.
“Es inverosímil que en pleno siglo 21, veamos algo como eso”, sostuvo Martínez Figueroa, al agregar que la isla municipio no es el único ayuntamiento en esa situación.
MUCHO RIESGO Y POCA PAGA
“Llevo 20 años trabajando como paramédico. Trabajo aquí, pero todos nosotros tenemos un segundo trabajo porque lo que recibimos no da”, dijo, por su parte, Javier Maldonado, quien labora para el Cuerpo de Emergencias Médicas, ahora denominado Negociado de Emergencias Médicas, tras la creación del Departamento de Seguridad Pública.
Un paramédico en Puerto Rico, cuya preparación académica supone preservar la vida de una persona en estado de gravedad, devenga poco más de $20,000 al año.
Según Martínez Figueroa y Maldonado, en empresas privadas, la paga puede comenzar en el salario mínimo federal, es decir, en $7.25 por hora. La última vez que Martínez Figueroa y Maldonado vieron un aumento de sueldo en la clase profesional de la que son parte fue hace unos 10 años.
Para Martínez Figueroa, el cuadro de adversidad que se enfrenta es de tal magnitud que muchos de sus colegas han dejado la profesión o se han marchado de Puerto Rico, en especial, ahora que la isla y el estado de Florida han firmado un acuerdo de reciprocidad.
Desde el huracán María hacia acá, tres de estos profesionales han recurrido al suicidio, lamentó Martínez Figueroa, al señalar que esa realidad, ha sido una de las razones para crear Atemppo. El fin de la asociación es organizar a estos profesionales, mejorar su formación y proveerles herramientas para lidiar con el saldo emocional de trabajar en un entorno de emergencias perpetuo. Atemppo también busca abogar por mejores condiciones de trabajo.
Los señalamientos de Martínez Figueroa y Maldonado acerca de la situación que viven los paramédicos y la escasez de ambulancias en la isla, se unen a los señalamientos de otros profesionales revelados
“Sabemos que el tiempo de respuesta ha aumentado... en promedio, está en 20 minutos, pero sabemos que cada minuto cuenta”
PEDRO J. MARTÍNEZ FIGUEROA
PRESIDENTE DE ATEMPPO