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LA PENA DE MUERTE
Otra vez la pena de muerte se plantea como una posibilidad en el caso de la Masacre de la Tómbola. En el juicio anterior no hubo unanimidad en el jurado a favor de ella. El acusado, Alexis Candelario Santana, fue entonces condenado a cadena perpetua. Ahora, por una decisión del Circuito de Apelaciones de Boston, se le enjuiciará nuevamente. Y se anticipa que la Fiscalía Federal solicitará otra vez la pena capital.
Leo esta noticia y de inmediato pienso en el boricua Juan Meléndez Colón, a quien entrevisté hace algunos años en el hogar de su madre, en Maunabo.
Meléndez Colón permaneció 17 años en el Pabellón de la Muerte de una cárcel del estado de Florida por un asesinato que no cometió. Tres veces los abogados que llevaron su caso en apelación fracasaron en el intento de lograr un nuevo juicio. Finalmente, se descubrió una grabación en la cual un hombre confesaba haber sido el verdadero culpable del crimen. Otros testimonios ayudaron a dejar claramente establecida la inocencia de Meléndez Colón.
Hoy este maunabeño se ha convertido en un activista que lucha en contra de la pena de muerte. Recuerdo que me dijo que para proteger a la sociedad de personas peligrosas bastaba con condenarlas a reclusión perpetua. “Así se les puede estudiar para saber más sobre su mente, sus reacciones”, comentó.
Se refirió a Ted Bundy, asesino en serie ejecutado en Florida. “De haberlo dejado vivo, podrían haber aprendido más sobre este tipo de criminal”, aseveró.
El caso de Meléndez Colón pone de manifiesto el principal argumento en contra de la pena capital. De haber sido ejecutado, habría sido un inocente más privado de su vida por un sistema judicial que, como toda institución humana, ha incurrido en grave errores.
En forma consistente, los jurados puertorriqueños han dicho “No” a la pena de muerte cuando la Fiscalía Federal la ha solicitado. De esta manera, se ha respetado la decisión de abolir este castigo, tomada por Puerto Rico en 1929.
Una decisión que honra a Puerto Rico y sus ciudadanos.