El Nuevo Día

La mirada de un niño

- CARMEN DOLORES HERNÁNDEZ cdoloreshe­rnandez@gmail.com.com

Es difícil proyectar la ternura sin caer en el sentimenta­lismo. Aún más difícil es hablar sobre la relación, tan extraordin­aria como misteriosa, entre madre (o abuela) e hijo (o nieto) que ha sido tantas veces degradada por palabras inconsecue­ntes. Por eso los 49 textos de este libro que recogen lo pensado y sentido durante otros tantos paseos de una mujer con un niño recién nacido son una revelación literaria. Un toque leve, un lenguaje claro y preciso, una introspecc­ión constante que se refiere tanto a las percepcion­es sensoriale­s que estrena un niño pequeño como a los recuerdos de una mujer adulta conforman un mapa emocional de amplias proyeccion­es.

La autora -una poeta reconocida-revive su pasado a través de la mirada del niño que descubre el mundo: “Así voy caminando con el niño, en mí, en mi pensamient­o, pero con él, mirando su mirar… Entre los dos hay instantes de silencios. A veces se juega a pensar, pero es el juguete el que empieza a jugar con nosotros”.

La comunidad de vida con un niño amado reduce el mundo al círculo de solicitud y cariño que los relaciona: “Ocuparme del mundo de una criatura, hacerlo, no perfecto sino real, darle de probar los sabores del mundo, es otro modo de nombrar la vida. Mostrarle que las cosas pequeñas tienen tanta importanci­a como algunas cosas grandes. Y que hay que cuidarse de no pisar las cosas pequeñas ni las cosas caídas”. La relación entrañable se abre a la vida que, con los niños, siempre empieza de nuevo.

La ciudad, sus tiempos y espacios, entra en estos textos que, más que crónicas, son meditacion­es. La ciudad habitada en etapas diversas de la vida se ofrece a los ojos del niño que la descubre y obliga al redescubri­miento de su atractivo prístino: “Tanto viví para llegar a este instante de felicidad. Cada paseo con el niño es la medida de mi tiempo. Ahora entiendo la vida. Por qué tuve tanta prisa de vivirme… No hay relojes que marquen esta alegría. Aquí quiero que se eternice mi vida. En él. En su mirada exacta que dicta el tamaño de las cosas”.

Con la vida y el camino renovados, surge el horizonte de la muerte, la certeza de que nuestro paso es fugaz y de que otros vendrán -el niño los representa­para vivir sus propias vidas cuando ya no estemos. La escritura, sin embargo, preserva las vivencias, las ordena y hace inteligibl­es para quien las escribe y para quienes las leen. Los lectores, con ello, miramos a través de otros ojos y descubrimo­s lo que descubren otras conscienci­as: “Escribo la historia de las cosas de mi mundo, quiero decir eso que está más allá de la puerta de mi cuarto, porque cuando escribo me construyo, el orden y el caos se conjugan…. La escritura es ese lugar donde el adentro y el afuera se conjugan”.

En su extrema sencillez, en su introspecc­ión certera, en su disposició­n de abrir el cerco de amor a sus lectores, Mairym Cruz-Bernal ha escrito un gran libro.

 ?? Suministra­da ?? “Paseos con Leo”Mairym Cruz-BernalSan Juan: Editorial EDP University, 2018
Suministra­da “Paseos con Leo”Mairym Cruz-BernalSan Juan: Editorial EDP University, 2018

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