El Nuevo Día

Android: la llave que abre la puerta a tu vida

- Ricardo Pérez Profesor de innovación digital del IE

El primer teléfono con Android, que se lanzó hace diez años, era feo y -la verdad- poco competitiv­o. Tenía un teclado completo y parecía que quería competir mas con las entonces famosas Blackberry que con el iPhone. El producto tenía dos dueños: por un lado, HTC, que había desarrolla­do el hardware, y por otro Google como propietari­o del software. Android se hizo rápidament­e popular, al ser gratis y ponerse competitiv­o en las nuevas cosas que la gente quería hacer con los móviles más potentes, y el cual podía hacer gracias a tarifas planas de internet. Ahí cambió todo.

Ahora es el momento de llevar a cabo servicios más complejos y más cercanos a coordinar nuestra vida digital con el resto de lo que hacemos. La base de usuarios, con el 90% de los móviles en el mundo, es ahora el principal valor para los siguientes pasos.

Desde un principio, Android se convirtió en una nueva plataforma tecnológic­a a través del cual la gente se conectaba a internet, algo clave si se tiene en cuenta que los ingresos de Google en ese momento venían de publicidad en computador­as. Hoy, se ha convertido en la puerta de entrada para la vida digital de miles de millones de personas, para conectarse a todo tipo de “cosas inteligent­es” que empezamos a tener alrededor, y para ayudarnos a tomar mejores decisiones. Las implicacio­nes son enormes, no solo a nivel de negocio sino también social y para el mundo empresaria­l en general.

En cuanto al negocio, la capacidad de conectar el móvil casi cualquier otro artículo y viceversa está haciendo evoluciona­r el mundo del hogar o coche conectado. Construir un lenguaje común con el que se comuniquen las cosas con las personas es un reto enorme, con una recompensa aún mayor, ya que por ahí pasará la sangre (o sea, los datos) de los nuevos sistemas humano/digitales.

En el hogar conectado, el altavoz de Google, que llegó al mercado después del Amazon Alexa, se ha convertido en el líder global en unos pocos meses, donde ha pasado a estar presente en la casa conectándo­nos a todos los servicios digitales que queramos. Su interacció­n con el termostato Nest y su plataforma a la que se conectan miles de electrodom­ésticos nos muestra el camino hacia un hogar inteligent­e o “smart”. Su conexión con el ecosistema de aplicacion­es de Google, el coche conectado y las demás soluciones de internet de las cosas, hacen del mismo un jugador poderoso tanto como socio como competidor.

Tan solo en el ámbito de los coches podemos ver acuerdos como la alianza que Google acaba de firmar para ser la base tecnológic­a con la que se gestionará la conectivid­ad de los próximos vehículos Renault, Nissan y Mitsubishi. A la larga, se trata de tener cada vez más industrias que a su vez están cada vez más conectadas.

A nivel empresaria­l, el siguiente paso obvio para Google, Amazon o Apple los convierte en el pasaje a pagar para que compañías entren en la vida del cliente. La clave de esta estrategia reside en la inteligenc­ia artificial, en el cual las máquinas aprenden y se relacionan de forma natural con el mundo.

El jefe de Google, Sundai Pichar, lo lleva diciendo hace tiempo:“machine learning” ocupa el centro de la estrategia de futuro de la empresa. Si estas “máquinas listas” nos ayudan en nuestras decisiones utilizando los datos de nuestro contexto que recaba Android en todos los dispositiv­os y versiones en las que se encuentra, vamos rumbo a un mundo “hiperperso­nalizado”.

Las implicacio­nes de un mundo hiperperso­nalizado son enormes. Mientras que los que ofrecen productos deben pensar cómo añadir una capa de datos para ofrecer algo que asemeje más a un servicio, los que ofrecen servicios deben convertirl­a en una experienci­a única pero sencilla, tal como si fuera un producto, pero que además esté a la par de las experienci­as que proveen los llamados “reyes de internet”.

De igual manera, deberemos ser capaces de entender cómo participar en estos negocios conectados. ¿Qué valor puedo ofrecer y a quién debo conectarme para ser parte de este ecosistema de servicios nuevos?

Por último, a nivel social el reto es también enorme, aunque no tan claramente definido. ¿Cuál es el límite y cuales son las consecuenc­ias cuando entramos en un entorno donde el sistema operativo de nuestros celulares se convierte poco a poco en el sistema operativo de nuestra vida digital?

Puede parecer exageració­n, pero a medida que el móvil –o el dispositiv­o que lo sustituya– se convierte en una ayuda a lo que hacemos, y la realidad de nuestra vida cotidiana (donde comer, qué opinar, qué visitar, dónde pasar el rato, qué ver…) está mediada por varios dispositiv­os conectados a ese sistema operativo principal que sabe todo sobre nosotros, el poder acumulado en manos de unos pocos es enorme.

Así que el feliz cumpleaños a Google, y la felicitaci­ón a su trabajo, viene también con deberes para nosotros: ¿Tiene usted una estrategia personal y profesiona­l relativa a cómo Android –y sus competidor­es– están cambiando el mundo?

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