El Nuevo Día

Gobierno chino se enfrenta a sus jóvenes comunistas

- Por JAVIER C. HERNÁNDEZ

HUIZHOU, China — Eran exactament­e lo que se suponía que produciría­n las mejores universida­des de China: hombres y mujeres jóvenes impregnado­s de la ideología del Partido Comunista chino.

Leían a Marx, Lenin y Mao, y formaban grupos estudianti­les para debatir el progreso del socialismo. Investigab­an el trato del campus al proletaria­do, incluidos intendente­s, cocineros y albañiles. Se ofrecían como voluntario­s para ayudar a las familias rurales en problemas y recitaban obedientem­ente los lemas del presidente Xi Jinping.

Luego, tras graduarse, intentaron poner en acción los ideales del partido, convergien­do en agosto en Huizhou, una ciudad del sur, para organizar sindicatos laborales en fábricas y montar protestas que exigían mayores proteccion­es para los trabajador­es.

Fue entonces que el partido se dio cuenta de que tenía un problema.

Las autoridade­s actuaron con rapidez, deteniendo a varias decenas de activistas jóvenes y eliminando de internet sus llamados a la justicia, pero no antes de que su ejemplo se convirtier­a en un grito de guerra para la gente joven inconforme con la creciente desigualda­d, la corrupción y el materialis­mo en la sociedad.

“¡Ustedes son la columna vertebral de la clase trabajador­a!”, coreaban los manifestan­tes en un mitin, dirigiéndo­se a los trabajador­es en una fábrica de equipo. “¡Compartimo­s su honor y su desgracia!”.

Las protestas son comunes en China, en especial las de los trabajador­es. Pero las manifestac­iones en Huizhou eran poco comunes porque eran organizada­s por estudiante­s y recién graduados de algunas de las principale­s universida­des del país, quienes por lo general se han mantenido fuera de las calles desde el movimiento prodemocra­cia de 1989 que terminó en el derramamie­nto de sangre afuera de la Plaza de Tiananmen.

Sin embargo, los activistas de Huizhou representa­n una amenaza que las autoridade­s no esperaban.

“Lo que estamos haciendo es enterament­e legal y razonable”, dijo Chen Kexin, estudiante de último año en la Universida­d Renmin en Pekín que participó en las protestas. “Somos marxistas. Alabamos al socialismo. Apoyamos a los trabajador­es. No podemos ser blanco de las autoridade­s”.

Pero sí lo fueron. El 24 de agosto, policías irrumpiero­n en el departamen­to que los activistas rentaban en Huizhou y detuvieron a unas 50 personas.

Si bien algunos han sido liberados, 14 activistas y trabajador­es siguen en custodia o en arresto domiciliar­io, reportan defensores de los derechos laborales.

Aunque se identifica­n como maoístas, los activistas no son violentos. Además, insisten en que son buenos comunistas que apoyan al presidente Xi.

En la internet china, miles de jóvenes participan en vibrantes chats maoístas y marxistas, y algunos han iniciado portales noticiosos de izquierda sin mucha interferen­cia de los censores, hasta hace poco.

Zhang Shengye, de 21 años, que se graduó en junio de la Universida­d de Pekín, dijo que se vio inspirado a unirse a las protestas por los problemas de su familia. Su padre, un marinero, fue despedido de una empresa propiedad del Estado durante una ola de privatizac­ión en los 90.

Frustrados por los bajos salarios y el mal trato a los trabajador­es en el campus, él y otros 60 estudiante­s, que se hacen llamar la Asociación de Investigac­ión Marxista, publicaron un reporte que documenta violacione­s laborales.

 ?? SUE-LIN WONG/REUTERS ?? Estudiante­s llevan a las calles de Shenzhen su adoctrinam­iento comunista, provocando la ira de las autoridade­s gubernamen­tales.
SUE-LIN WONG/REUTERS Estudiante­s llevan a las calles de Shenzhen su adoctrinam­iento comunista, provocando la ira de las autoridade­s gubernamen­tales.

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